Tengo que confesar que Japón siempre me ha fascinado. Su cultura, su gastronomía, su modo de vida… Sobre todo porque parece que los japoneses tienen la costumbre de pensarlo todo, de no comer por alimentarse simplemente, por ejemplo, sino darle una vuelta y convertirlo en algo más: en un acto trabajado y, sobre todo, hermoso. Es como si la belleza y la estética tuvieran que tocar todos los aspectos de la vida, y eso me parece algo maravilloso.
En el caso de la belleza física llama mucho la atención el hecho de que se aspira a la juventud, como en todas partes, pero lo consiguen de una forma extraordinaria. Una piel tersa, luminosa y prácticamente perfecta. ¿Os habéis fijado en que las japonesas nunca aparentan su edad?
Hoy quiero hablaros de un tratamiento que he descubierto que está basado precisamente en este concepto de belleza: la Máscara Japonesa. Se trata de un tratamiento muy sencillo, pero que ofrece unos resultados que son visibles en seguida. La Dra. Aleyda Margot, de Clínicas CRES, especialista en Medicina Estética y Antiaging, ha desarrollado este método, que consiste en crear una “máscara de sujeción” con el propio colágeno de nuestro cuerpo.
Para lograrlo, hace uso de los hilos PDO, también conocidos como hilos tensores, pero con una técnica completamente nueva, que permite implantarlos en el rostro de tal manera que este recupere tersura y simetría de una forma completamente natural. Los hilos, que son completamente reabsorbibles y que se colocan en puntos específicos según las necesidades del paciente, estimulan la formación de las fibras de colágeno por parte del propio organismo. De esta manera, en tres meses aproximadamente los hilos han desaparecido, siendo reemplazados por fibras de colágeno que sujetan los tejidos y evitan la flacidez de una manera sumamente natural.
Lo que más me gusta de este tratamiento es lo respetuoso que es con la piel. No se trata ni de inyectar sustancias extrañas que nuestro cuerpo pueda rechazar, sino de ayudar a que sea nuestro propio organismo el que se regenere y se haga más fuerte. Además, esto no solo es un tratamiento sino una prevención, ya que si somos capaces de producir más colágeno del que normalmente deberíamos según la edad, nuestra piel seguirá joven aunque los años pasen. Por otro lado, cabe destacar también que es una técnica completamente indolora y que no deja ninguna marca.
Cuidar la piel es un elemento clave para conseguir ese efecto antiedad tan deseado pero, gracias a tratamientos como este, es posible reforzarla para desde el interior para que el inevitable paso de los años no reste belleza a nuestra piel.