El poder de las caricias

Cristina Tárrega 27/03/2015 11:52

Desde que estamos en crisis salgo a la calle y no me encuentro más que con gente crispada, enfadada, con el ceño fruncido, estresada…

Y no dejo de pensar que en estas circunstancias es muy necesario el contacto físico, sentir el calor de otra persona… necesitamos caricias.

¡Cuánto cambiaría el mundo si nos acariciáramos más!

Ningún otro sentido como el tacto nos pone en contacto tan directo con otro ser humano. De hecho, las personas somos tacto puro: la piel abarca todo nuestro cuerpo.

A veces, vivimos tan deprisa que la ciudad nos aísla, no nos tocamos, ni siquiera nos rozamos, seguimos la rutina sin dormir abrazados ¿Vivimos tan solos que necesitamos pagar por que nos acaricien? La respuesta es que sí y el resultado muy reconfortante.

La belleza llega a límites que la razón no comprende pero disfruta, así, a día de hoy, es posible pagar por que nos acaricien, nos mimen, nos toquen y nos relajen.

Y entonces llega a mis oídos un revolucionario y exclusivo concepto de relajación, la “cosquilloterapia”.

La primera vez que escuché hablar de una terapia a base de cosquillas se me erizó la piel solo de pensarlo… ¿Cosquillas? ¿Cómo alguien puede relajarse con cosquillas?

Hasta que me explicaron que no son cosquillas de estas molestas, sino todo lo contario. Son cosquillas de las buenas, suaves, a modo de caricias, leves toques pero en el lugar preciso. En definitiva, placenteras y relajantes.

Me considero una adicta a los masajes, me encantan, pero la verdad es que más que masaje me gusta que me den caricias, que me mimen… Siempre que puedo me escapo a descubrir nuevos centros y masajes, hasta que llegué a CosquilleArte y decidí probarlo. Aunque no era un reto fácil ya que tengo muchísimas cosquillas. Creía que no iba a poder superarlo.

Solo con cruzar el umbral de la puerta se respira una atmósfera de paz. Gracias a un protocolo exclusivo te devuelven a las sensaciones de la infancia. La piel genera las endorfinas justas para conectar de nuevo con tu cuerpo.

Luz muy tenue, música relax y un fresco aroma que aún recuerdo, me sumergieron en un espacio lleno de placer incluso antes de comenzar. Caricias con suaves manos alrededor de todo el cuerpo, plumas, aromaterapia con aceites de lavanda, luz tenue… Desde los pies a la cabeza, las suaves caricias ascienden y descienden, juegan en oblicuo y promueven las sensaciones. Se trata de perder la conciencia y entrar en un estado de meditación a través de los estímulos y el poder de la piel.

Su masajista, Lidia, reconoce que para ella, el secreto de un buen masaje es la entrega total del masajista. Concentrarse y mover una energía serena. Para ello, equilibra y busca el balance al final de la sesión con un pequeño momento de reiki.

Uno de los tratamientos que más me gusta se llama OlvidArte, porque recorren tus terminaciones nerviosas de pies a la cabeza, por todo el cuerpo realizan leves presiones con las yemas de los dedos, relajantes y placenteras cosquillas que recorren cada centímetro de tu piel, erizándola por momentos y dejándote muy relajad@. Se hace a nivel de epidermis, por lo que el relax es inmediato, algo que pueden recibir personas de todas las edades dado que no se hace presión, a diferencia de otros masajes.

Mezclan terapias de quiromasaje y reflexología con caricias o cosquillas placenteras, para ello utilizan una pluma, la yema de los dedos o un masajeador capilar.

Una pausa, una terapia anti-estrés, sensaciones de la infancia, escalofríos, liberar la mente y relajar el cuerpo. Esto es lo que se buscamos conseguir y de verdad, lo necesitamos.