Las mascarillas han llegado a nuestra vida para quedarse… y parece ser que por mucho tiempo. Pero también han venido para quedarse los problemas que provocan en nuestra piel. Acné, dermatitis y rozaduras son algunos de los más comunes.
Y es que la piel no está preparada para llevar la mascarilla puesta durante tanto tiempo, así que su uso y el roce empiezan a derivar en problemas cutáneos en los que influye el calor y la humedad, lo que provoca que no haya una buena oxigenación en la zona.
Las mascarillas provocan un microambiente en el que aumenta la humedad, la fricción y el calor, de ahí la irritación. Además de la extrema incomodidad para las personas que usan gafas y soportan que los cristales se empañen.
Las mascarillas nos rozan en la nariz y en las mejillas por su efecto estanco, lo que genera una agresión directa en la capa superficial de la piel o “manto hidrolipídico, que se traduce en un exceso de sequedad que lleva a una piel más reactiva, más sensible y que es más susceptible de presentar descamaciones, eccemas, irritaciones, alergias o infecciones.
Y hay que tener especial cuidado con las mascarillas de tela ya que, como avisó la OMS, son un “potencial foco de infección” y pueden provocar problemas de hongos.
Depende también del tipo de piel que tengamos ya que la combinación de mascarilla y pieles grasas o mixtas, hace que se generen granitos, rojeces, incluso acné. Y problemas como la rosácea o la dermatitis seborreica pueden verse agravadas.
Pero a día de hoy, las mascarillas son un elemento fundamental para protegernos frente al coronavirus y su uso ya es obligatorio. No nos queda otra que usarlas, así que vamos a conocer qué problemas nos puede causar en la piel para saber cómo protegernos.
La primera recomendación de los dermatólogos es muy clara: hidratar, hidratar e hidratar. Es el primer paso para evitar que la piel se seque y que las irritaciones empiecen a aparecer. Por eso los médicos recomiendan dejar aparcado durante estos meses el maquillaje, que puede obstruir los poros, y apostar por cremas hidratantes con color o BB Creams. Tampoco puede faltar la protección solar: el moreno empieza a desaparecer y los rayos ultravioleta penetran a través de las mascarillas.
Es uno de los ‘efectos secundarios’ más comunes que aparecen después de llevar la mascarilla durante horas. Para protegernos y evitar que aparezca hay que limpiar muy bien la cara antes y después de utilizar la mascarilla y no cambiar de forma radical la rutina habitual de cuidado de la piel. Incluso podemos aplicar alguna crema específica para el cuidado del acné en la zona debajo de la mascarilla.
La piel más sensible es la que más posibilidades tiene de sufrir un brote de dermatitis por uso de mascarillas. Puede ser de varios tipos: La dermatitis alérgica, dermatitis causada por la fricción y dermatitis peri bucal, que aparece alrededor de la boca y puede parecer un brote de acné.
La recomendación es utilizar un limpiador muy suave y sin fragancia que no altere más la piel. E hidratarla con fluidos ligeros. Y si persiste el problema acudir al dermatólogo.
Algunas mascarillas pueden absorber la grasa natural de la piel y enrojecen la piel y la vuelven áspera y sensible, lo que se puede traducir en irritación, dermatitis y otro tipo de problemas.
Para hidratar las pieles más secas se puede recurrir a productos que incluyan ingredientes como las ceramidas, que mantienen la humedad de la piel y evitan la deshidratación, o el ácido hialurónico.
Aparecen cuando llevamos la mascarilla puesta durante muchas horas porque las paredes de pequeños vasos sanguíneos se dañan.
Para tratar estas marcas y rozaduras se recomienda el aceite de rosa de mosqueta y el aloe vera, regenerantes y cicatrizantes de la piel.
Tenemos que aprender a convivir, a trabajar y a socializar con las mascarillas. Por eso no debemos olvidarnos de nuestra piel y cuidarla e hidratarla todo lo posible para que no sufra bajo su nueva vida.