¡SOS! Descubrimos nuestros pies
Deseando estaba de la llegada del buen tiempo para quitarme las medias y los calcetines de una vez y dejarlos al fondo del armario hasta el otoño que viene.
No hay cosa que me haga más feliz que el cambio de zapatos de invierno a verano. Sacar de nuevo todas mis sandalias, mis cuñas y mis zapatos abiertos para poder lucir los pies… Pero ¡Stop! ¿Cómo tenemos nuestros pies? ¿En qué estado se encuentran tras llevar todo el invierno encerrados?
¡Es el momento de hacerles una puesta a punto!
Los pies se convierten desde ya en los protagonistas de nuestros looks y por eso necesitan un cuidado especial para poder presumir de ellos y a la vez evitar problemas de salud.
Ya no sólo hay que cuidarlos por la parte estética, también es indispensable un cuidado especial en los días de calor para evitar que los malos hábitos deriven en problemas de salud.
Los pies son el sostén de todo el cuerpo y debemos mimarlos como se merecen.
Yo estoy deseando lucir mis sandalias favoritas, así que vamos a ponernos las pilas porque con esos talones de lija, resecos y agrietados, no vamos a ninguna parte.
Lo primero que tenemos que hacer es exfoliarlos para volver a tener una piel suave y reluciente sobre todo en las partes callosas, como los talones. La piedra pómez es una gran aliada en estos casos. Después de la ducha o un baño de agua tibia frota delicadamente con esta piedra en las zonas donde se forman las durezas, sobre todo, en los talones. Exfolia tus pies con una crema especial. Sólo tienes que tomar cualquier crema que uses y añadirle dos cucharadas de azúcar. Con esta preparación masajea en los talones. Te servirá para eliminar células muertas por la fricción.
Después de la exfoliación es fundamental una buena hidratación diaria. Me encanta masajear los pies cada noche antes de dormir con una crema hidratante o aceite esencial. Se relajan los pies y me relajo yo. Y mi truco es untar bien la zona del talón y del tobillo con una buena hidratante y dejar que ésta penetre bien en la zona (yo me suelo poner un calcetín tipo pinkie encima para no resbalar por la casa). Hay quien se aplica también aceite de oliva a diario con un suave masaje o aceite de coco para los pies.
La piel de los pies debe recibir los mismos cuidados que la del resto del cuerpo. Así que hay que protegerla del sol ya que llevan todo el invierno sin ver la luz y sobre todo el empeine tiende a quemarse. ¡¡¡Protección 50 a tope!!
Los pies sudan mucho en verano, por eso debemos refrescarlos muy a menudo. Después de la ducha hay que secar bien los pies, entre los dedos, para que no se produzcan hongos.
Para evitar las temidas y dolorosas rozaduras primero hay que probar los zapatos unos días antes por casa. De esta manera, estaremos dando de sí su forma y adaptándolo a la del pie. Al salir a la calle ya estaremos acostumbrados y no habrá ningún problema ni dolor.
Aunque parezca muy obvio, elegir la talla adecuada también ayuda a evitar las ampollas. Unos zapatos demasiado grandes o pequeños pueden producir rozaduras y dolor de pies, tanto en los dedos como en la parte del talón. Una talla adecuada ayudará a evitar este problema y a tener unos pies más sanos.
Otro truco: Si los zapatos son algo duros por dentro, aplicaremos crema hidratante en las costuras interiores y en los bordes para evitar que rocen. De esta manera la piel se vuelve más suave y resbaladiza.
Una vez tengamos los pies hidratados y suaves hay que hacerse una buena pedicura y elegir un color bonito para las uñas, el que más nos guste.
La pedicura limpia el pie de células muertas y callosidades, dándole un especial cuidado a las uñas, cutículas, talones agrietados, durezas y termina con un masaje revitalizante con crema para reactivar la circulación.
Siempre digo que el cuidado de los pies es una forma importante de sentirte bien. Y no solo hay que cuidarlos en verano ya que a lo largo del año, al estar tapados, sufren incluso más.
Así que dedicad un tiempo para descansar y mimar los pies. Relaja y mejora el estado anímico. Se incrementa la circulación sanguínea y mejora la oxigenación del cuerpo. Mejora la textura de la piel y disminuye la callosidad. Y ayuda a desinflamar, drenar líquidos retenidos y liberar toxinas del cuerpo.
Bueno, ya tenemos los pies preparados para lucirse, pero ahora volvemos al tema de elegir un buen calzado porque de verdad, hay sandalias que son monísimas pero son imposibles de llevar porque no sujetan bien el pie, o porque resbalan y corremos el peligro de pegarnos un trastazo como ya me ha pasado a mí alguna vez. Así que probaos bien los zapatos antes de comprarlos y no os dejéis llevar solo por la vista. Han de ser cómodos por encima de todo ya que eso significa salud y bienestar para nuestros pies y para nuestro estado de ánimo. Yo no puedo con el dolor de pies.
El uso continuado de chanclas no es muy recomendable tampoco, ya que al no sujetar bien el pie, la fuerza para tener más estabilidad recae en los dedos y eso puede provocar la deformidad de las extremidades y la aparición de callos. Cuanto más natural sea el material que está en contacto directo con la piel, mejor. Evitad que sean sintéticos y el calzado estrecho, que impiden la transpiración del pie.
Ahora sí, paso firme y pies relucientes para salir a lucir palmito.