Cosmética bio: el nuevo factor bienestar para el cuidado de nuestra piel
Parece que cada vez estamos más concienciados sobre el “factor bienestar”, que no significa solamente cuidarnos, alimentarnos correctamente y hacer ejercicio, sino tener en cuenta que formamos parte de un todo mucho más grande: el medio ambiente. Por eso, si tenemos la oportunidad (y cada vez la oferta es mayor), intentamos evitar productos artificiales que pueden dañar nuestro organismo, y nos decantamos por productos frescos o, por qué no, orgánicos. Sin embargo, una asignatura pendiente que nos queda a todos es la de tener esta misma filosofía con los productos de cuidado personal. Si, hablo de cremas, champús, geles y cosméticos, que muchas veces nos convencen porque “lleva tal cosa que es buenísima para…”, pero que si nos tomamos un momento para valorar los componentes que realmente lleva el producto nos llevaríamos más de un susto. Es como elegir entre un alimento fresco y otro envasado, con todos los aditivos y conservantes que pueda tener. Y claro, eso termina pasando factura. Si nos centramos en la piel y en los cosméticos que la mayoría hemos usado alguna vez, lo único que estamos haciendo, por muy buenos que sean los resultados del producto en cuestión, es obstruir el poro a base de siliconas y parabenos.
Por todo esto y, al igual que con la alimentación, cada vez son más las marcas de cosmética que han decidido apostar por el desarrollo de productos que no solo se centren en estar hechos a base de componentes naturales que sean respetuosos con nuestro cuerpo, sino que lo sea también con el medio ambiente. Como ya sabéis, me encanta experimentar con distintas marcas para después contároslo, y una que me ha convencido sin lugar a dudas es Liquidflora. Es una marca que, además de tener una gama muy amplia de productos y de muy buena calidad, ha querido darles el valor añadido de una elaboración ética. Es decir, estar hechos a base de componentes naturales y respetuosos con la salud, que no han sido testados en animales (lo cual me parece algo fundamental) y que son completamente cuidadosos con el medio ambiente. Esto es así porque absolutamente todo el cosmético, desde el producto en sí hasta el envase, está avalado con distintos certificados de calidad. Muchos de estos productos, de hecho, están calificados como veganos o que no están desarrollados a partir de cultivos de vegetales modificados genéticamente, y todos ellos poseen el certificado de cosmética biológica del Instituto de Certificación Ética y Ambiental (ICEA). Además, por supuesto, de la certificación de que en este laboratorio no se experimenta ni se prueban productos con animales.
Los resultados, en sí, son una maravilla. Lo que más estoy utilizando yo es la base de maquillaje fluida. Tienen varios tonos, por lo que es muy fácil dar con el que más te conviene, y consiguen unos resultados excelentes con muy poca cantidad de producto. Me gusta sobre todo que, a pesar de ser fluida es bastante mate, porque este tipo de maquillaje siempre suele dejar brillitos pero en este caso no es así. Para las que preferís el maquillaje en polvos compactos, también tienen una gama muy amplia, al igual que de lápiz de ojos y de labios. Estoy utilizando mucho también el corrector, que los tienen en tres tonos distintos y lo cierto es que al ser en stick es muy cómodo y tiene una textura muy suave que cubre bastante bien las ojeras, además de tener un complejo de aceite de oliva y ácido hialurónico que aporta un plus de hidratación a la zona y gracias a ello rellena y ayuda a disimular las arruguitas de expresión.
Así que, ya sabéis, ha llegado el momento de concienciarnos un poco más con nuestro cuidado personal y con el mundo en el que vivimos. Y, sobre todo, con qué podemos hacer para mejorarlo y preservarlo, sin dejar de cuidarnos y de vernos bien a nosotras mismas.