A todos nos ha pasado alguna vez que un corte de pelo o un cambio de color nos activa el chip para decir ¡este era el mío! Y es que parece que un pequeño cambio nos da la clave para sentirnos completamente diferentes, renovados y, por supuesto, mucho más seguros.
Pero… ¿Cuántas veces nos paramos a pensar en nuestras cejas? Son ese pequeño elemento de nuestra cara que a veces descuidamos un poco porque pensamos que con quitar algún pelillo de aquí y de allá ya es suficiente, ¡y no puede ser! La realidad es que un buen diseño de cejas, adaptado a las líneas y formas de nuestro rostro, es capaz de realzar nuestras facciones y cambiar por completo la expresión que tenemos.
Las cejas son el marco de nuestra mirada y, para que destaque, no solo es necesario que estén bien depiladas sino, también, que tengan el color correcto. Por eso quiero hablaros hoy de algo que descubrí hace algún tiempo y que ha tenido en mí ese efecto que tienen los buenos cambios de look: el tinte para cejas.
No, no es un tinte igual al que usamos para el pelo. Tened en cuenta que es una zona delicada y un vello mucho más fino. Además, está diseñado para tintar un poco la piel, por lo que el efecto que tiene es que rellena la ceja y le da más profundidad, lo cual está muy bien sobre todo en esas zonas en las que el pelo es menos espeso, o si tenemos las cejas muy finitas.
Los tintes para cejas vienen en unos frascos pequeños individuales, por lo que si te lo haces en un salón de belleza usan uno por cada clienta. Yo, como ya os he dicho en alguna otra ocasión, confío plenamente en el trabajo de Mabel y su equipo de 3D Eye Style y siempre me pongo en sus manos a la hora de diseñar mi mirada. Trabajan con un producto americano que viene en cuatro tonos diferentes, con distinto nivel de intensidad, en el que el más oscuro está especialmente pensado para cubrir las canas. Además, tienes la opción de comprar el tinte si te atreves a dártelo tu sola en casa, o de que te hagan un diseño (o mantenimiento) de cejas, que incluye las tres partes del proceso. La primera, claro, la de elegir el tinte que más se adapta a cada uno teniendo en cuenta el tono de su piel y del cabello. Uno o dos tonos arriba o abajo del color de pelo realza la mirada de una manera espectacular, mientras que dejarlo del mismo tono resta expresividad. Después, te dan el tinte, que es un proceso muy sencillo porque solo tienes que tenerlo puesto un par de minutos, y lo mejor es que es bastante menos agresivo con la piel que otros tintes que nos damos porque no contiene amoniaco. Por último, se procede al diseño de la ceja, que ya tiene completamente otro volumen gracias a que, como os he dicho antes, al teñir un poco la piel parece que son más espesas, y a partir de ahí ya es más fácil depilarlas para que queden perfectas.
Como veis, el proceso es muy corto, pero los resultados se mantienen perfectamente unas tres semanas. El cambio es instantáneo y el carácter y expresividad que aportamos a nuestro rostro es impresionante. Para mí se ha convertido en un cuidado esencial.