Hoy quiero contaros un secreto. Y lo hago porque, después de unas semanas tomándolo, estoy encantada con este nuevo descubrimiento. Como todos sabemos, el ser humano, desde que supera la infancia, comienza una batalla con el azúcar que dura toda su vida. Lo primero que nos quitamos de las dietas es el azúcar. Lo primero que le añaden a cualquier producto envasado es el azúcar. Lo primero que siempre echamos de menos es, por supuesto, el azúcar.
Pero claro, todos sabemos, también, lo peligroso que puede ser un consumo excesivo, y hemos intentado sustituirlo por mil cosas, la mayoría artificiales y, si cabe, más nocivas aun para nuestra salud. Hace algunos años se puso de moda también la stevia, que es un endulzante natural. Pero en mi caso al menos no acabó de convencerme, tal vez porque estamos todos tan acostumbrados al dulzor del azúcar de caña que añadir cualquier otra cosa es cambiar absolutamente el sabor de lo que estemos tomando, sobre todo del café.
Por eso, de lo que os quiero hablar hoy es del azúcar de abedul. Aunque pueda parecer un producto novedoso, lo cierto es que se descubrió a finales del siglo XIX. Se consigue triturando y tratando la corteza de los abedules hasta conseguir el xilitol, que es este azúcar. Una cosa que sorprende muchísimo es que su aspecto es absolutamente igual al del azúcar blanco. Pero, si lo pruebas solo, tiene un toque muy refrescante (el xilitol se utiliza en los chicles de menta y clorofila), aunque si lo añades a cualquier cosa, como el café o cualquier elaboración, sabe y se endulza exactamente igual que con el azúcar convencional.
Lo magnífico del xilitol es que el cuerpo no necesita insulina para metabolizarlo, por lo que ingerirlo no afecta a los niveles de azúcar en sangre. De hecho, es un producto que lleva muchos años consumiéndose en otros países como sustitutivo del azúcar para personas con diabetes. Esto quiere decir, además, que su índice glucémico es muy bajo, por lo que el cuerpo no lo absorbe y, en consecuencia, no se acumula en forma de grasa como si ocurre con el azúcar de caña.
Pero, lo que realmente nos supone a todos un gran problema con el azúcar no es otra cosa que las calorías. Pues bien, el azúcar de abedul contiene un 40% menos de calorías que el de caña y el 75% menos de hidratos de carbono, lo cual nos permite añadírselo al café de la mañana sin remordimientos. Además, evita la aparición de caries, ya que no fermenta en la boca después de ingerirlo como si lo hace el azúcar de siempre.
Por todo esto creo que es un producto que, poco a poco, sería muy beneficioso incluir en nuestra dieta. No podemos evitar que algunas de las cosas que compramos o comemos por ahí ya tengan azúcar añadido, pero si vamos tomando cada vez más consciencia de lo que comemos, podremos asegurarnos una vida sana sin apenas esfuerzo. Solo es cuestión de tomar nuevos hábitos.