Los intestinos forman una parte fundamental de nuestro proceso digestivo. Son los responsables de absorber los nutrientes y de asegurar que los productos residuales sean correctamente evacuados. Si bien su función es realmente importante, puede llegar a ocurrir que los intestinos no siempre sean capaces de desempeñar su función a la perfección.
1 de cada 10 personas sufre algún problema intestinal. ¿Hinchazón? ¿Problemas con el tránsito intestinal? ¿Flatulencias? Todos estos síntomas podrían estar indicando la existencia de problemas intestinales.
¿Quién no ha sufrido alguna vez en la vida las consecuencias de un estado de inflamación en el organismo?
Ya sea una inflamación localizada, como es el caso de una lesión muscular o un fuerte golpe; o bien un estado de inflamación crónico como es el caso de la artritis, enfermedades y molestias intestinales, o síndrome metabólico (un ligero aumento de la inflamación a nivel sistémico en general), son ejemplos muy comunes.
Sea cual sea la batalla con la inflamación, la dieta y las pautas alimenticias que decidimos seguir suponen una herramienta indispensable para ayudar a reducir y/o prevenir los síntomas y las molestias causadas por los procesos inflamatorios.
Por eso hoy, recién llegados de las vacaciones, es el momento de regenerarnos por dentro y poner nuestro cuerpo a punto y a salvo de molestias con algunos tipos de alimentos que pueden ayudarnos a minimizar los daños causados por la inflamación.
Por suerte existe una gran y deliciosa variedad de alimentos y nutrientes que nos ayudarán a protegernos contra una inflamación excesiva, o que pueden servirnos para reducir las incomodidades causadas por ella. Estos son algunos de los más efectivos:
Frutas y verduras: Los alimentos de origen vegetal son los líderes en antinflamación, en especial en crudo, por su gran contenido en sustancias beneficiosas en lucha contra la inflamación, entre las que destacan las vitaminas (A,C y E), algunos minerales como el Selenio y el Zinc, y los polifenoles (sustancias que, aunque no se sean nutrientes esenciales, tienen gran poder antioxidante y son muy abundantes en vegetales frescos). Algunas de las frutas y verduras que mayor contenido de estos compuestos presentan para ayudarnos a combatir un estado de inflamación crónico son: Los frutos rojos, la familia de las coles (brócoli, kale, col de bruselas, etc.), granada, kiwi, piña, remolacha, uvas, papaya, tomate, ajo o cebolla.
Los pescados azules, nueces, semillas de chía o de lino, o incluso algunos tipos de algas son otra excelente fuente de alimentos que pueden ayudarnos a reducir la inflamación. Están cargados de grasas “sanas”, es decir, grasas poliinsaturadas, y en especial las del tipo Omega-3, que son otro método eficaz para modular el metabolismo de una forma más antiinflamatoria.
Algunos productos fermentados, como el caso de yogures o leches fermentadas de tipo kéfir, que contienen un gran número de bacterias probióticas las cuales también pueden ejercer un efecto positivo, sobre todo a nivel intestinal, modulando la composición de microbios que habitan en nuestro tracto digestivo. Menos conocidos pero también muy efectivos como fuente de bacterias sanas son el kimchi (col china fermentada), el miso, o el chucrut.
El jengibre y la cúrcuma son dos raíces con propiedades antiinflamatorias naturales excelentes que se han puesto muy de moda y que podemos incluir en nuestras recetas de cocina para darles un toque novedoso, o bien tomarlas en infusiones frías o calientes, al igual que el té verde y el té negro. Todos ellos nos ayudarán a mantener activas las defensas endógenas contra la inflamación.
Pero también hay que conocer todos aquellos alimentos que favorecen la inflamación para identificarlos con más facilidad:
Grasas saturadas y grasas trans: Las encontramos sobre todo en cortes grasos de carnes (ternera, cerdo, cordero), productos fritos y ultraprocesados (patatas fritas envasadas, "snacks" y chocolatinas, repostería y pastelería), productos lácteos grasos como la mantequilla y la nata, salsas y condimentos pre-elaborados, etc. Todos estos productos, consumidos de una manera habitual, favorecen la aparición de inflamación en el organismo, y nos harán más propensos a poder padecer enfermedades como obesidad, diabetes, la aparición de placas de ateroma y otras enfermedades cardiovasculares, aparte de empeorar la salud cutánea con la aparición más frecuente de granos, espinillas, etc.
Azucares añadidos: Bebidas refrescantes, energéticas o incluso zumos comerciales, galletas y bollos, dulces y pasteles, así como salsas de tomate, cereales para el desayuno o yogures que no sean naturales; estos son algunos de los productos de consumo más común donde encontramos una cantidad excesiva e innecesaria de azúcar que añadimos a nuestro cuerpo, adicionalmente al aporte saludable de azúcares provenientes de la degradación de hidratos de carbono. Al igual que las grasas “malas”, los azucares añadidos en exceso provocan un aumento del estado de inflamación, modificando las respuestas normales de nuestro cuerpo al procesamiento de algunos nutrientes e incluso pudiendo modificar la expresión de nuestros genes, traduciéndose nuevamente en la aparición de signos y marcadores de riesgo para sufrir enfermedades relacionadas con la inflamación.
El objetivo es “el efecto antiiflamación” y para ello, debemos de cuidar y decidir a partir de ya cuáles van a ser nuestras pautas de alimentación y qué alimentos vamos a elegir en nuestra dieta. Debemos tener claro qué alimentos nos hinchan y cuáles no. Qué nos sienta bien y qué no.
Para ello podemos ayudarnos siempre de complementos alimenticios como el Omega 3 de In.Vita, Cúrcuma + de Ysonut, el Aceite de Krill, Boswelia, Sauce y a nivel articular suplementos como Articula+ de In.Vitta, Harpagofito de Armonia o suplementos con glucosamina y condroitina.
Ante tanta incertidumbre que estamos viviendo y ahora que nos queda todo un año por delante, vamos a empezar protegiendo nuestro cuerpo de cualquier molestia antiinflamatoria y de la forma más natural.