La sequía informativa resultante del fin de semana nos tiene en ascuas por saber si Aída sigue escupiendo como una llama argentina (la llama que llama), y en su caso si ha elegido a otra escupidera o sigue empecina en usar como tal al pobre de Kiko. La postura del "pequeño del alma" (no tan pequeño) es pura filosofía cristiana, poniendo la otra mejilla en este caso para ser escupido. Ya dijo en directo durante la gala que él no gritó ni pegó a su compañera porque es una mujer, aludiendo a su buena educación. O sea, que si hubiera sido Jacobo el escupidor se hubiera liado gorda. Ese titular no hubiera tenido precio: "Ostos a ostias".
Aída ha pasado de hablar con Dios a hacerlo a la cámara que tiene delante. Pasando de intermediarios, así es mucho más directo y el esfuerzo queda optimizado. Ya sé que en otros realities hay concursantes que deciden hacer su propia campaña dirigiéndose a las cámaras, pero en este caso me da un mal rollo impresionante. Imagino al pobre cámara reprimiendo la respuesta y sufro por él. Siempre he admirado el trabajo de los integrantes del equipo de este programa, pero mucho más cuando veo concursantes tan chungos como algunos de los de este año. Aída, Jacobo o Diego serían concursantes a los que este habitante del palafito intentaría evitar en todo lo posible si trabajara como cámara en la isla.
Me veo incapaz de opinar en el debate sobre si debemos de expulsar a la concursante más polémica o, por el contrario, dejarla sufrir en la isla mientras martiriza a los demás. Me da igual por una simple razón: sea como sea, no nos libraremos de ella. A decir verdad, casi preferiría que se quedase para compartir con el resto de concursante la tortura. Téngase en cuenta que una vez eliminada del juego seguirá intentando reventar el invento en galas y platós varios, lo cual se puede hacer aún más insufrible. Por tanto, ya que debemos aguantarla prefiero compartir esta tortura con unos concursantes solidarios, al tiempo que comprobamos si con el estómago vacío y las fuerzas mermadas sigue siendo la abnegada y estajanovista concursante empeñada en joder la vida al prójimo. No sé quién dijo el jueves que en lugar de supervivientes iban a ser súper sufrientes.
Además de estar pendiente del destino de las babas de Aída, también llevamos desde el jueves viviendo como podemos de los gallumbos de Genil o las liberadas redondeces de Tatiana. Por suerte, la gala de presentación nos dejó argumentos para varios días. Aunque no estoy dispuesto a seguir discutiendo sobre si el helicóptero estaba este año mucho más bajo que otros o simplemente un poco más bajo. Haciendo un montaje fotográfico (un poco más abajo) con las imágenes de la caída de Rosa Benito tenemos la evidencia de que en su caso apenas levantaba dos metros de la superficie marina. Manteniendo el horizonte y la bolla blanca (a la izquierda de la imagen) fijas en los dos momentos de la caída recogidos, tenemos que tal distancia es poco mayor que el propio largo del cuerpo de la que fuera peluquera de la más grande.
El sábado anterior, comentaba Jorge Javier en La noria que los concursantes debían tener cuidado al tirarse del helicóptero pues la altura de caída era de unos siete metros. "Tres pisos, me han dicho", añadía el presentador. Pues bien, este año lo bajaron un poquito, dejándolo con Rosa en un piso solamente. Y un piso moderno, no de aquellos edificios antiguos de techos altos.
Personalmente me alegro de que les evitaran romperse una costilla, como le pasó a Consuelo Berlanga el año pasado. A esa distancia de los "tres pisos", que comentaba el maestro de ceremonias de este programa, una costalada puede ser grave. Casi prefiero un 'escupitadita' de Aída, ya te lo digo ahora.
La falta de información sobre lo que está pasando nos está empujando irremisiblemente hacia el proceloso mundo del rumor. No nos sirvió con los comentarios de la gran Sánchez Silva (ella es como esos deportistas a los que llamamos con los dos apellidos, véase Sánchez Flores, mientras con otros nos basta el nombre, véase Raúl) en La noria del pasado sábado. ¡Queremos más! Necesitamos imágenes, carnaza, pescadores hundidos y fracasados, cuerpos al sol y las redondeces de Tatiana tostándose.
Cuando hablo de rumores me refiero a todos esos comentarios que están surgiendo en torno a algunos de los anónimos, los cuales demuestran en ciertos casos que no eran tan anónimos. Traspasa el terreno del rumor la interminable colección de programas televisivos en los que ha trabajado Jeyko, a quien se ha visto no solamente en la segunda edición de Fama ¡a bailar! y en Fama Grupos, sino también en muchas actuaciones y conciertos de cantantes famosos (Rosario Flores, Chenoa o Marta Sánchez), spots de televisión, o trabajando en programas como El gran prix (versión autonómica).
También Carolina ha participado en Mujeres y hombres... (leo que se presentó en este programa para conquistar a Fabián, pero no pregunten más porque no conozco a ninguno de los dos) o en Elígeme, el concurso que presentó Carlos Baute en Cuatro. Todo esto según se está contando (y recontando) a través de la red. Estamos ante el viejo dilema de si participar en un concurso anula la posibilidad de optar a formar parte de un reality. No creo que todos los casos deban de tratarse por igual. Por ejemplo, Carolina estaría en una inferioridad clara de condiciones si no pudiera ir a Supervivientes solamente por haberse presentado a otros programas. Más discutible parece que se incluya a Jeyko entre los anónimos, cuando muchos le conocen más que a algunos de los famosos de esta edición. ¿Dónde está la barrera que separa el anónimo del famoso? Es complicado y, tal vez, solo basta con aplicar el sentido común, menos común de lo aparente.
De Carolina Córdoba lo menos importante que se ha dicho es la correspondiente recopilación de programas televisivos donde se ha dejado ver antes de ahora. Ya sabemos que ella reasignó su sexo porque nació siendo un niño de nombre Roberto. En Linares es bien conocida por muchos y se cuenta en la rumorología de Internet, mucho más ágil que ninguna, que se comenzó a tratar con hormonas desde edad bien temprana. No hace falta decir que esto no es ningún inconveniente para ser un superviviente, ni mucho menos. Si fuera verdad, solo cabe darle la enhorabuena, entre otras cosas porque nadie lo había notado.
Y, a partir de ahora, ya enterados de una parte de su historia personal, la seguiremos tratando como a una concursante más, sin importarnos más allá de la anécdota lo conocido. De hecho, ni siquiera ese hecho importante en su vida le ha impedido ser Miss Linares (a ello corresponde la imagen de la derecha encabezando este escrito), aunque haya renunciado a continuar en la carrera dentro de Miss España para poder correr esta aventura en Honduras.
Así las cosas, esperamos con ansia el resumen de esta tarde, y ese nuevo debate que presentará Christian Gálvez y animo a ver porque tendrá algún que otro aliciente. Además de contar con conexiones en directo con los Cayos Cochinos, algo inédito y nunca visto en los debates de Supervivientes, también nos habrá de agradar alguno de sus nuevos colaboradores, por varias razones que no sé si debo detallar, por lo cual ya me callo.
¿Por qué estaba tan compungida Jessica cuando se le obligó a decidir entre los dos concursantes empatados en nominaciones (Kiko y Rosa)? ¿Por qué salvó a la misma concursante a quien había nominado? Digo yo que si uno de sus argumentos para nominar a Rosa fue porque era muy querida y el público no la iba a echar, por eso mismo debía haberla dejado nominada. La benjamina del grupo ha inventado el voto nulo, nominando y salvando después a la misma compañera.
¿Por qué los anónimos pensaron que Reyes sería un rival fuerte? "Nos quitará los cocos", decían. Como si ser deportista de élite garantizara: 1) ser trabajador; y 2) ser habilidoso. Me remito a Perdiguero el año pasado, más vago que la chaqueta un guardia, que decía mi madre. Eso sin contar con que cuando queden pocas fuerzas igual les viene bien alguien fuerte, ¿no creen?