Quien parte y reparte...
Dice el refrán popular: "Quien parte y reparte, se lleva la mejor parte". Nada puede describir mejor esta frase que lo hecho ayer en la misión del cayuco por las señoritas Wilma e Ivonne. Su actuación no tiene desperdicio de principio a fin, resultando un ejemplo claro de supuesta pillería y presunta picaresca.
Debo contar que por iniciativa de Álvaro, en esta ocasión decidían quienes cumplimentaban la misión por medio de una especie de sorteo que realizaron en la motora de regreso a Cayo Paloma. Los elegidos por el azar fueron Wilma y Matías, pero este decidió ceder su lugar a Ivonne, dado que cumplía veintiún años. Dos chicas, por tanto, a bordo del cayuco, demostrando lo que comentamos hace días y no es otra cosa que pueden logran llegar como cualquiera, si acaso demorando un poco más la travesía, pero llegando finalmente en todo caso. En su destino, el tradicional papiro y una caja
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La misión les ofrecía dos posibilidades. A saber, comerse la sandía in situ ellas dos o bien llevarla a Cayo Paloma y compartirla con tres de sus compañeros, y solamente con esos tres. Los nombres de los afortunados debían decirlos en tal caso antes de emprender el viaje de regreso, sin poder cambiar de opinión más tarde. Se decidieron por la segunda de las opciones, haciendo un pequeño sorteo para el que emplearon piedras y caracolas representando a cada uno de sus nueve compañeros. Pero aquí viene la primera presunta pillería. Resulta que en un principio los agraciados son Matías, Begoña y Yolanda, pero al terminar se dan cuenta de que no han metido en el sorteo a Olfo. Los objetos representando a concursantes están dispuestos en una fila por orden alfabético y le elección se realiza cantando una canción, haciendo coincidir la elección con la última sílaba de la misma, algo así como un "pinto pinto, gorgorito..."
Tras añadir la piedra de Olfo repiten la operación, tras lo cual sorprende que resulten elegidos precisamente los mismos. Sencillamente es imposible, dado que la canción es la misma, conteniendo idéntico número de sílabas, mientras que ahora hay un elemento más. Dado que la tonada consta de más de nueve sílabas y, por tanto, daba más de una vuelta a la serie, obligatoriamente el primer elegido ya debería haber sido distinto en esta segunda ronda. Es pura lógica matemática, que se apoya además en la evidente tendenciosidad del resultado.
Resulta que uno de los elegidos es Matías, quien caballerosamente le ha cedido su puesto a la cumpleañera. Las otras dos vienen a ser quienes completan el cuadro de las cuatro aliadas que pactaron su nominación a Daniela el pasado jueves, cambiando el acuerdo original de hacer coincidir el voto de todas a Zúñiga. Resulta cuando menos mosqueante esta elección, presentada por las protagonistas como producto del azar. Como digo, mucho me temo que se trata de un azar debidamente modificado por la voluntad de estas dos aprendizas de brujo.
Tras conseguir que resultaran beneficiadas sus dos amigas y el bueno de Matías, llegaba el momento de hacer la repartición de la sandía. Wilma e Ivonne decidieron comerse su parte antes de regresar, por lo cual tenían que dividir el fruto en porciones, resultando este el momento cumbre de la historia. Simplificando el tema diré que dividiendo la sandía en ocho partes iguales, decidieron llevarles a sus tres compañeros precisamente tres de esas partes, comiéndose ellas las cinco restantes. El proceso fue exactamente así: en primer lugar parten la sandía en dos mitades y una de las mitades la subdividen en cuatro trozos. Así dispuesto asignan los trozos pequeños para cada uno de sus compañeros, quedándose ellas todo lo demás, es decir, toda una mitad más la octava parte restante.
En la foto que acompaña esta anotación se puede ver esto que cuento, siendo lo apilado a la izquierda de la imagen aquello que decidieron llevar a Cayo Paloma y lo de la derecha para ellas. Al final así lo hicieron, solo que se reservaron una octava parte cada una de ellas para comerla junto a sus dos amigas y Matías, aparte del gran detalle de guardar en la caja las cáscaras que no se habían comido por si alguien las quería. Lo de comer la corteza de la sandía ya me habría llamado suficientemente la atención, pero queda anulado por esa repartición tan asimétrica, un ejemplo más de la picaresca con la que afrontaron estas chicas la misión relatada.
Escassi alucinaba cuando vio la movida a la vuelta de las chicas, tres tristes trozos de sandía a repartir, acompañadas de las sobras del festín que se habían dado en la soledad de Cayo Gallo. Y encima las dos amigas y aliadas agraciadas, también es cierto que sin mucha generosidad por parte de Ivonne y Wilma. Cualquier otra cosa de lo sucedido en las últimas horas en Cayos Cochinos pierde interés al lado de este episodio merecedor de formar parte de las 'Novelas ejemplares' de Cervantes, o cualquier otro ejemplo de literatura picaresca española de los siglos XVI o XVII.
No es extraño que me detenga a relatar con detalle la misión del cayuco, aunque no hubiera sido tan divertido sin ver a dos concursantes sacando tajada de la misma, nunca mejor dicho. Echando un vistazo al resto de cosas que pasan, nos encontramos con (ironía ON) apasionantes situaciones (ironía OFF) como una nueva discusión de Juanito y Cuca, más áspera aún que la anterior. O Cuca hablando de (y llorando por) su primogénito, lo cual me supuso una gran sorpresa porque yo siempre había pensado que solo había primogénitos en las familias reales y eso. O ese Olfo regalando a Ivonne por su cumpleaños una piedra medio tallada con forma de pie, he dicho bien, le regaló un pequeño pie de piedra, por extraño que parezca. O Santiago deambulando como un psicópata con una daga colgando de una cuerda atada a su cintura, que un día de estos se la va a clavar inadvertidamente, no lo quiera el destino. Apasionante todo, como se puede comprobar.
El otro gran argumento de este día es el juego de recompensa, prueba fallida y recompensa sin ser catada. Esta consistía en tres enormes helados que podían degustar todos en este caso. Imagino que el equipo del programa aquí destacado agradecería que no se comieran los helados. Era una prueba dura, durante la cual Picazo no paró de repetir la ilustrativa consigna de: "os queda poco tiempo", sin especificar cómo se traducía eso, hasta que en un momento dado comenzó una cuenta atrás al comunicar a los concursantes que solo quedaban veinte segundos. Ni siquiera consintiendo que varios compañeros fueran a ayudar a Escassi, lograron terminar la formación de la palabra AUXILIO, formada con enormes letras de madera o fragmentos de estas. Las letras estaban en el mar, atadas al fondo con una cuerda a la que también habían atado una boya.
Cada una de las letras o fragmentos de los que hablo se encontraba a más profundidad, dividiendo los concursantes sus efectivos de forma lógica, es decir, Juanito se encargó de la más cercana a la orilla y Escassi de la más lejana, por ello mismo, anclada a más profundidad. Según el encargado de la parte más complicada de la prueba y el único que no logró llevar a tiempo su letra (la mitad de la letra A), esta se encontraba a unos seis metros. El caso es que a poco se ahoga el pobre Escassi (o "escasiseahoga", como decía ayer aquí zgznica).
Sin recompensa alguna el grupo se quedó hundido. Daniela lloraba sin consuelo, a pesar de los intentos de Cuca, que no pierde ripio si se trata de mostrar su lado más santo. Nadie echó las culpas a Escassi, cuya responsabilidad era grande, dado lo complicado que debe ser desatar unos cuantos nudos a tal profundidad sin la ayuda de una botella de oxigeno. El pulmón de un ser humano nos da apenas para bajar hasta ahí. Lástima que Escassi le echara la culpa a Santi, comentando que cuando fue a ayudarle en lugar de desatar un nudo había tirado del cabo de la cuerda haciéndolo más fuerte. Estos dos me temo que bien, lo que se dice bien, no se van a llevar.