El episodio revelado en la gala del lunes por Antonio Tejado relativo al enfriamiento en la relación entre Rafa y Leo es vital para entender muchas cosas. Una vez conocido lo que sucedió, las conversaciones habidas entre los dos durante los primeros minutos tras su encuentro en el palafito, donde vivirán hasta el próximo lunes, cobran otro sentido mucho más rico en matices.
¿Por qué dice Rafa que se alegra de ver a Leo “no por nada”, simplemente “a nivel concurso”? ¿A qué otro nivel podría ser? ¿Qué le genera a Leo la “necesidad de alejarse” de Rafa? Habríamos dejado pasar estas afirmaciones, sin otorgarles mayor importancia, de no ser por lo que ahora conocemos.
Pero vayamos por partes, como diría Jack ‘el destripador’. Para quien no siguiera la gala ni leyera lo escrito desde este palafito ayer, lo que contó Tejado fue que el distanciamiento en la relación entre estos dos concursantes vino provocado por una especie de paranoia de Rafa porque desde el principio los dos dormían juntos y abrazados. Entonces, se inventó una pregunta durante la grabación de una confesión a las cámaras sobre si se podría estar interpretando mal ese hecho.
Leo quedó tan preocupada como Rafa tras esa pequeña mentira, hasta el punto de haber estado llorando pensando en su novio y lo que hubiera podido este pensar. A partir de ese día, dejaron de dormir juntos y la relación se enfrió, hasta llegar a deteriorarse. La excusa fue aquella historia sobre si él pidió su nominación antes de empezar el concurso, y a todos nos parecía convincente, pero las razones eran otras. Por eso, ahora cobran otro sentido las conversaciones entre ellos, como esta que transcribo a continuación.
Dice Rafa: “Me ha dado alegría verte a ti, sinceramente antes que ver a otro. No por nada, eh, siempre te hablo a nivel de concurso”. Tercia entonces Leo: “A pesar de las dos últimas semanas”. Continúa Rafa: “Siempre hemos tenido mucha empatía, nos hemos entendido muy bien, creo que somos buenos compañeros, buenos colegas”. “Yo lo que soy es respetuosa, y creo que en ese sentido tú también”, sigue Leo. “Yo creo que también, te alejaste un poco de mí, te acercaste bastante más a ellos, ¿no?”, pregunta Rafa, a lo que Leo responde: “Pero me alejé no por acercarme a ellos sino por necesidad de alejarme de ti”.
La última frase de Leo es determinante. La necesidad de alejarse de Rafa se explica perfectamente sabiendo lo que ahora sabemos. Incluso se explica que, a pesar de esa empatía de la que hablan, la reacción de Leo fuera tan fría y distante en determinadas ocasiones, como cuando su compañero le expresaba entre lágrimas el cariño que desde el principio había tenido hacia ella.
Estaban los dos con el agua hasta la cintura, manteniendo una distancia algo excesiva para estar teniendo una conversación de esa trascendencia, y extrañaba ver la respuesta de Leo, ese escueto “Rafa, tío”, sin más. No digo que se aproximase a darle un abrazo, pero al menos un ligero acercamiento. ¿Qué se yo? Una mano en el antebrazo o en el hombro, algo un poco más cálido y cariñoso. Pero claro, Rafa había vacunado a Leo contra la calidez y cercanía en la relación entre ellos dos al expresar sus dudas sobre cómo se vería que estuvieran durmiendo tan pegados.
Me temo que este tema será recurrente durante los próximos días, puesto que parece inevitable jugar a interpretar cada cosa que digan sus dos protagonistas en relación a lo que hemos podido conocer. Igual de recurrente que la respuesta estándar de Diego a cualquier pregunta que pueda implicarle en algo poco beneficioso para su propia imagen: “¿Quién te lo ha dicho?”.
Esa fue la pregunta cuando Carolina se acercó a preguntarle por los comentarios sobre si ella se había comido un plátano, comentarios que el propio Diego reconoció en la gala del lunes, aunque restándole el tono crítico que solo se atrevió a confirmar Chiqui. ¿Por qué le importaba a Diego quién se lo hubiera contado? En ese momento parecía más importante aclarar si se dijo o no, porque estaba frente a una compañera acusada de algo que no había sucedido, según ella.
La misma respuesta de Diego se produce cuando el lunes por la mañana Yong va al grupo a preguntar si han estado comentando sobre sus mareos. “Parece que habéis estado criticando esto, ¿os parece mal que tenga mareos?”, dice el chino. Solo Leo afronta la situación con coraje, acreditando la valentía que le falta a Nacho, quien permanece en silencio y con la cabeza baja todo el rato.
Fue Nacho quien más había estado conjeturando sobre los mareos de Yong, dando por seguro que son fingidos. Lo había hecho hablando con el grupo e incluso en confesiones a las cámaras. Pero cuando Yong va a pedir explicaciones y quejarse por esos comentarios no es capaz de levantar la cara y decir ni una palabra. Leo le aclara entonces a Yong que no les extrañan sus mareos sino que los tenga los lunes por mañana, precisamente el día que hay gala. Es entonces cuando Diego hace su pregunta fetiche: “¿Quién te lo ha dicho?”.
Cuando en la gala Diego saca la recortada y dispara hacia Amador (en sentido figurado, naturalmente), le acusa de ser chismoso, lo cual puede ser cierto, y de mentir, algo que ofrece muchas más dudas. Mi convencimiento personal es que las críticas sobre el plátano de Carolina existieron, aunque puede haber cierta confusión sobre si era por algo sucedido la noche o la tarde anterior. Y, desde luego, todos hemos podido ver lo comentado sobre los mareos de Yong. En esto es seguro que no mintió.
Podríamos decir que en esta historia hay un señor mayor que pone el sonotone tras las palmeras, como dijo Diego, pero también un jovencito con el arma cargada dispuesto a dar abatir al chismoso para colgar su cabeza como premio y presumir de buen cazador. De momento no lo ha conseguido, y si lo lograse no tengo duda de que será por utilizar un reclamo tramposo, sucio y prohibido entre cazadores. Creo que Diego practica la caza furtiva.
Es revelador que Chiqui fuera la única dispuesta en la última gala a contar la verdad de lo que está pasando en Playa Uva. La concursante resulta poco simpática para buena parte de la audiencia, precisamente por hacer aquello que tantas veces reclamamos. Es decir, es sincera, lo cual a veces censuramos por considerar que está siendo metemierda. La delgada línea entre sincero o marrullero. Desconozco si el objetivo final de Chiqui es mal intencionado, pero sí sé que es una delicia verla hablar con claridad mientras los demás siguen en silencio.
Supongo que la omertá mantenida por la mayoría de concursantes, solo quebrada por Chiqui y Carolina, es producto del miedo. Ambas se salen de esa línea de formas distintas. Carolina se suelta en confesiones, cuando sus compañeros no pueden escucharla y vive en tensión las galas temiendo que algunas de sus cosas sean conocidas por el resto. Sin embargo, Chiqui no teme nada y habla siempre igual de claro.
Diría que Chiqui es una especie protegida en el micromundo del reality patrio. Ella concursa a calzón quitado. ¿Qué narices? Con las bragas en la mano, o virtualmente puestas en su cabeza, como un guerrero al grito de “¡Banzai!” (nada que ver con los trapitos que ‘adornan’ la cabeza de Yong en cada gala). Así la visualizo, al menos. Y, aunque se equivoca muchas veces, al tiempo que en otras se deja llevar por la conveniencia de la mayoría, lo cierto es que me parece una pequeña joya, la esencia en frasco pequeño de un formato como este.
Por eso, aunque no sea necesario, ni siquiera conveniente para el juego, Chiqui le confiesa a Nacho que le nominará, y lo hace el mismo lunes por la mañana. Se juega su propia nominación por parte de este compañero, pero ella no repara en ello. Lo hace porque no quiere bajar la cabeza nunca, por eso no calla cuando los demás permanecen en silencio.
Gracias a Chiqui sabemos que hubo pacto contra Carolina por parte de los habitantes de Playa Uva, entre los que se incluye ella misma. También nos ha confirmado que se criticó a Carolina por el polémico plátano. Y el lunes estuvo inmensa opinando que Diego estaba siendo poco considerado con Amador. Aunque sé que esto no va a ser muy popular, me levanto y aplaudo a esta guerrera murciana.
Por cierto, no puedo soportar esa manía de asociar a la gente mayor con la bondad y a la infancia con la maldad. No solo no lo soporto sino que tampoco alcanzo a entenderlo. Dice Diego, sobre Amador: “Este hombre, que tiene 60 años, parece un niño de 10 años malmetiendo con el grupo”. Claro, porque resulta que los niños de tan poca edad se supone que van siempre malmetiendo, mientras cerca de la jubilación somos todos unos benditos solo ocupados de hacer el bien. ¡Vamos anda! ¿De qué rama se habrá caído este muchacho?
Preguntas desde el palafito
¿Soy yo o alguien más siente un escalofrío cuando Tony llama a Oriana “mivi”? No puedo evitar imaginarme que se extienda esa costumbre y termine siendo tan popular como el “cari” o el “gordi”. En Cayos Cochinos tenemos de todo ahora mismo. Ya sabemos que Carolina es más bien de “cari”, Abraham muy de “gordi” y Tony de “mivi”. No puedo con mivi.
Otra de Tony: ¿Lo de “puñalada trasera” en lugar de “puñalada trapera” es un lapsus linguae o tiene una segunda intención? Lo digo porque atrás estaría Nacho si le apuñala como a él le gustaría. Aunque esta coña igual no es muy correcta, por lo cual casi mejor desaparezco hasta otro día.