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Llegando al Palafito

telecinco.es 19/03/2009 09:54

Antes de llegar al Palafito ya hay que ir avisando de que estaremos en este blog hablando del hambre, las penas y calamidades que pasarán los nuevos valientes que ayer nos presentaron oficialmente y que ya están en ese archipiélago de Honduras conocido en toda España como Cayos Cochinos. Bueno, en la patria que cierto ministro confundió con El Salvador ("¡Viva Honduras!") también la conocen así, más que nada porque ese es su nombre. Aunque algunos concursantes asociarán el nombre a la cochinada que les debió hacer la productora al acordarse de ellos para pasar una temporadita haciendo sus necesidades entre matorrales, sin champú ni Coca-Cola. Yo la verdad es que no lo aguantaría, sobre todo por esto último, que ya puestos puede servir hasta para lavarse el pelo.

No vi la rueda de prensa porque estoy llegando al Palafito, como ya digo. Pero supongo que desvelaron los catorce nombres de concursantes, la casi media docena de presentadores (exagero) y los sofisticados medios de que dispondrán este año. A este programa lo que le falta es un canal veinticuatro horas, que tanto nos alucina a los que somos seguidores de realities. No hubiera estado mal poder ver a algún listillo guardando cerillas para hacer fuego y luego decir que prendió un palo al friccionarlo contra otro.

O mucho mejor, ver como cierta belleza consiguió el milagro de engordar mientras todos sus compañeros se iban quedando como el espíritu de una golosina (nada que ver con uno de los concursantes de esta edición) gracias a la comida que le proporcionaban ilegalmente unos avispados nativos, a saber a cambio de que favores. Puede que algunas sean habladurías del tipo Ricky Martin y el perro gourmet (en versión isleña y sacrificada), pero otras ya os digo yo que no. Claro que, en 'Gran Hermano' a veces nos hemos terminado quedando sin saber quien se comió la nocilla, o si sobrevivió la gallina a la que Sabrina practicó un bizarro boca a boca. Y eso que el reality de realities sí que tiene canal veinticuatro horas.

Ahora que hablo de la gallina y la supervivencia, me interesa resaltar una curiosa enmienda que los señores de la Real Academia han planteado a la definición de 'superviviente' en su diccionario. Originalmente dice así: "Que sobrevive"; lo cual parece más bien escaso y casi ocioso. Ya sabemos que un superviviente sobrevive, solo faltaba que hubieran puesto "que súper vive", aunque esto ya es más bien lenguaje para pijos, que alguno hay este año por la isla. "Súper vivir" debe ser como vivir súper-mega-bien. O sea ¿no?

El caso es que la propia Real Academia propone para la vigésima tercera edición del DRAE esta otra definición: "Que conserva la vida después de un suceso en el que otros la han perdido". Aunque yo soy más 'wikiman' que otra cosa, nunca dejo de mirar el DRAE, que es como la biblia del lenguaje castellano. Y, haciendo caso a nuestros académicos, habríamos de convenir que de esta aventura (esto tiene tanto de aventura como Gran Hermano de experimento sociológico) algunos no van a salir con vida. Si lee esto Cuca Vinuesa (le apeo desde hoy el García) se va de allí en el primer vuelo. En bussines class, claro.

Morir, lo que se dice morir, se van a morir de hambre. Y poco más. Eso si no pillan a un nativo de aquellos con buen corazón. La barracuda debería ser declarada especie protegida, que para el caso daría lo mismo. Yo creo que la tienen amaestrada, o bien es un 'cyborg-pez'. Si a esto añadimos una sensación térmica casi constante de unos 48 grados centígrados, tenemos dibujado el desolador panorama de este programa. Espero que los sufridos concursantes de esta vez se hayan leído la letra pequeña de sus contratos, al menos lo escrito con números, y así habrán evitado entrar en el éxtasis incrédulo del que aún no ha debido salir Leo Segarra, después de comprobar lo poco que se había movido su cuenta bancaria.

Las galas se desarrollarán en un poblado de pescadores garífunas que, según descubro en la Wikipedia, es una etnia centroamericana compuesta por garinagus. Así dicho parece como aquello de los 'guanaminos', o los 'gamusinos' que cazaba mi padre en vacaciones, hasta que mi madre descubrió que era un invento sin llegar nunca a saber a qué se dedicaba su marido en esas horas perdidas. Allí estarán los nombres que ya habrá podido leer todo el mundo en estas mismas páginas, una curiosa mezcla en la que hay casi de todo. Pijos, jinetes (y jinetes pijos, lo cual ya es redundancia), deportistas, macizas, actores, cantantes y hasta una tertuliana fanática de Escrivá de Balaguer.

Lo cierto es que este grupo de concursantes es interesante aunque no tan famoso. Cuando hace meses se comentó que esta edición sería híbrida, mitad de concursantes famosos y la otra mitad desconocidos, probablemente se referían a esto, porque yo a la mitad no les conocía de nada. O casi de nada.

Mirándoles con atención, creo que el tal Álvaro Escassi (a este le apeo el Muñoz) tiene muchas papeletas para salir el primero. Es tan pijo que ni tiene morbo verle pasar hambre. Mucho mejor verle perder, algo a lo que debe estar tan poco acostumbrado como a lo otro. En el extremo contrario veo a Iván 'corazón contento', el gay que toda mujer desea tener como amigo. El triunfito (lo que odio el término y sin embargo estaba deseando utilizarlo) es tan enjuto que como adelgace más tendrá que pasar dos veces para ser captado por las cámaras. Yo creo que se meterá pronto a mucha gente en el bolsillo.

De los demás, Juan 'el golosina' dará que hablar. Y no me quiero perder la lucha entre esas otras golosinas neumáticas encabezadas por la 'miss' Orsidi y la 'Playmate' Wilma, premio al mejor trasero hace un par o tres de años. Sin perder de vista a la Blume o la mala malísima Begoña Alonso, que en unos días hará que centrifuguemos el recuerdo que guarda nuestra memoria de Ángela Chaning. La Alonso hará que veamos a la viejecita de 'Falcon Crest' como una adorable e inofensiva dama. Aquí me la estoy jugando, aunque nadie me dijo que no pudiera hacerlo.

De momento, los no citados van de comparsas, aunque a saber como afrontan el tema. Seguro que más de uno nos dará alguna sorpresa. Por no hablar de Matías, el 'mata-tías' monstruo del jacuzzi de la cuarta edición de Gran Hermano, al que veo ahora con más michelines y menos pelo, aunque aún no sabemos si conservando la plenitud de sus facultades. Si así fuera no hay rival que pueda con el 'Tone', y aquí no tendrá a mano una botella de whisky para echar nada por la borda, como ya hiciera.

Mañana empezaremos a ver. Y si logro llegar al Palafito, desde allí os iré contando. Nos lo vamos a pasar bien. Creo.