De Cayo Bolaños y de Cayo Timón partieron sendos concursantes para asistir a la consulta de un médico. Wilma es la damnificada en la isla de las chicas e Iván en la de los chicos. Lo de ella parece que se limita a una afección intestinal, pero el ex-triunfito tiene un cuadro complejo en el que se mezclan padecimientos de tipo físico y otros meramente psicológicos.
Iván quiere irse de Cayo Bolaños, más concretamente para volver a España. Nada le gustaría oír más que un "volvemos para casa", a lo Chacón anunciando el repliegue de las tropas españolas en Kosovo. A Iván se le hace cuesta arriba la idea de permanecer dos o tres semanas más allí, a pesar de que afirma estar dispuesto a facilitar con su nominación la expulsión de un Juanito al que veo mucho más fuerte psicológicamente. Ver a este concursante cabizbajo y como ausente mientras la mayor parte de sus compañeros construyen una balsa o fabrican una caña de pescar, provoca en este cronista un sincero sentimiento de compasión.
La extremada delgadez del cantante especializado en musicales le hace más vulnerable que los demás ante las condiciones extremas que ya se empiezan a vivir. La escasez en la comida y los rigores del clima caribeño comienzan a hacer mella en todos los concursantes. Mañanas soleadas y tardes de lluvias torrenciales, ese es el menú meteorológico de cada día. En cuanto al menú gastronómico, de momento se han de conformar con algunos pocos peces crudos, pequeñas especies en el caso de las chicas. Esta situación les va minando físicamente, pero mucho más importante me parece el desgaste psicológico, para el que no todos están preparados.
Iván dice que la motivación que le ha llevado a esta experiencia (supongo que grabar el disco que su participación en un reality de cantantes no le dio) queda ahora en un segundo plano. Lo más importante es su salud, física y mental. Ya nos contarán los médicos el estado de los dos concursantes que han pasado ya por sus manos, lo que parece muy complicado de curar por estos es el hundimiento psicológico en que aparenta estar sumido este concursante.
A pesar de todo, muy inocente me parece si confía en que pidiendo ser nominado conseguirá ese apresurado viaje de regreso. Primero tienen que hacerle caso sus compañeros, y además ese deseo debe conciliarse con el del público votante, entre los cuales alguno habrá que prefiera ver sufrir a Iván, razón suficiente para votar a quien quiera que sea el otro concursante nominado. El abandono cuenta con el handicap de las presumibles sanciones económicas, y solo es planteable contando con el aval de un médico.
El resto del grupo de los chicos mantiene, de momento, el buen tono tanto físico como mental. La balsa hecha con bambú (que estuvieron a punto de perder al soltarse del amarre a una roca poco confiable realizado por Santi Abad) les está siendo útil para las labores de la pesca. Aunque en ocasiones más vale tener suerte, e Iván pescó la pieza de mayor tamaño, hasta el momento, tirando el hilo de la forma más rudimentaria. Finalmente, decidieron probar con la caña realizada con fragmentos de ramas, y aún está por ver si les ayuda a mantener la despensa llena de comida.
Menos suerte tuvieron las chicas con la balsa de bambú que intentaron construir. Los troncos no estaban suficientemente bien trabados y, si bien flotaba, no fue capaz de soportar el peso (divino) de Daniela y Mayte a un tiempo. Más suerte tuvieron con los improvisados aparejos de la pesca. Convirtieron la camiseta de una de las chicas en una red, trampa en la que fueron cayendo pequeños peces. Esto les garantizó una pieza para cada una, pero de dimensiones tan pequeñas que apenas les debió servir para saciar su apetito.
En la construcción de la balsa y en las labores de pesca han tenido menos suerte las chicas, lo contrario que a la hora de levantar la cabaña que les sirve para resguardarse del sol por el día, del frío por la noche, e incluso de la lluvia cuando esta llega. Les ayudó considerablemente que les dieran once esterillas el primer día, como parte del kit de supervivencia que no debieron arrojar al mar mientras remaban hasta Cayo Timón. El caso es que la cabaña de las chicas cumple mucho mejor su función que la de los chicos, en la que Santi no pudo evitar que le empapara la lluvia, de la que apenas una manta podía protegerle.
En cuanto a las alianzas entre concursantes ya se empieza a ver por donde pueden ir los tiros entre los chicos. Es pronto todavía, pero parece claro que Matías y Escassi se entienden bien. Ambos tienen madera de líder, si bien el argentino lo disimula de maravilla. Los dos están inmejorablemente preparados para soportar las duras condiciones, el jinete por su formación deportiva y el surfero precisamente por serlo. Matías está en el que podríamos denominar como su hábitat natural. Se desenvuelve inmejorablemente en el agua, ya sea en el de un jacuzzi o a mar abierto. Estos dos son, de momento, los gallitos que cuidan el gallinero, y me temo que les costará dejar de serlo algún día, aunque está claro que su alianza es circunstancial y momentánea.
Otra pareja destaca en el lado de los débiles. Juanito e Iván se dan apoyo mutuo y también mucho cariño, algo necesario para ambos en estos momentos. Sería una pena que no fueran capaces de aguantar el tirón y seguir viviendo esta experiencia. La audiencia les necesita, son el contrapunto de tanta supuesta perfección.