De héroes, besos y reencuentros
“Este es mi momento… y quiero vivirlo”, decía Rosa Benito en la gala final de Supervivientes el 28 de julio de 2011. Han pasado más de mil días (1.019, exactamente) y Rosa tendrá hoy de nuevo su momento. El docudrama cercano a la ficción en que ella convirtió este reality hace más de tres años vuelve a aparecer en Honduras, amigos. No la hizo notable haber sido ganadora de este concurso, sino que lo fue precisamente por ser notable. Su condición de mujer famosa, la notoriedad, popularidad o renombre alcanzado por sus diarias apariciones televisivas fue determinante para alzarse con el triunfo de la última edición. Como decía desde este mismo humilde palafito entonces: “La notoriedad le ha llevado a la gloria en un ejercicio autorreferente en el que el notable se hace notar y da la nota”.
Por eso es muy posible que este año no gane este concurso Abraham, esa especie de héroe doméstico capaz de colgarse de unos troncos y aguantar una hora por garantizar comida para el grupo. Y que llevando menos de quince minutos es capaz de decir a viva voz: “Tranquilos que hoy vais a comer todos pollo como que yo me llamo Abraham García, chicos. No os preocupéis, de aquí no me sacan a mí ni con pala. Esta semana no vais a pasar hambre”. Al cabo de una hora todos supieron que era cierto lo dicho.
La recompensa de ese juego fue para todos por igual, cincuenta gramos de pasta (por 5 minutos), un plátano (por 10), dos tomates (por 15), dos patatas y una cebolla (por 20), 150 gramos de harina (por 25), 300 gramos de café (por 30). Y con que uno de ellos aguantase una hora colgado dispondrían de tres pollos asados con patatas, de los que dieron buena cuenta un rato más tarde en su isla. La actuación de un buen superviviente, como Abraham, les garantizó el premio, una vez que todos los demás habían caído.
Es el mismo superviviente que aguantó dos minutos y medio bajo el agua en la prueba de apnea. No son los más de tres minutos de Escassi, otro gran superviviente al que una lesión evitó tener opciones para el triunfo, pero muy lejos de los veinticinco segundos de Rosa Benito en la final que la hizo ganadora. Sería su momento, la audiencia así lo quiso y eso es inapelable, pero un momento escaso de gloria y carente de esa épica del superviviente que merece tal nombre. Basta recordar que en la edición que Escassi superaba con creces los tres minutos, otros cuatro concursantes aguantaban algo más de cincuenta segundos, el doble que Rosa. Además, en aquel caso lo hacían bajo el agua del mar y a más profundidad, dificultades añadidas ambas.
Sucede que Abraham no tiene una historia que vender. No ha dado ni dará un momentazo televisivo como el que se espera esta noche. Sería absurdo negar que estaré, como muchos otros, pegado al televisor esperando ese momento en que Rosa vuelva a los Cayos Cochinos y pueda revivir la experiencia de lo allí pasado. Y, más impactante todavía, ese instante del reencuentro con Amador. Si en ese momento Rosa le dice a Amador: “Vamos, tonto, vente para casa” revientan los audímetros. Yo ya he avisado, no todos los días se tiene la clave para que esto pase.
En realidad, Rosa le devuelve la visita a Amador, aunque en situaciones bien distintas. Tal vez entonces la pareja vivía una crisis sin saberlo, pero ahora es que están separados de facto y al borde del divorcio. Lo que pensemos los demás está de más (como dice Mecano en una canción), pero somos muchos los que apostamos por una reconciliación con oropeles de portada de revista, Sálvame Deluxe y todo lo habido y por haber. No será hoy, para tranquilidad del dueño de los audímetros, porque toda la seguridad que se puede mostrar sobre otras cosas se vuelve incertidumbre ante cómo será ese reencuentro.
En eso estriba el interés de lo que está a punto de suceder. ¿Cumplirá sus previsiones Amador cuando decía el jueves pasado que si tuviera delante a Rosa intentaría besarla, achucharla y meterle mano? Porque aquí el amigo no para de cebar una visita de la que no tiene ni la noticia más remota. Estoy seguro de que ni en sus mejores sueños se lo ha podido llegar a imaginar. Pero ahí anda el hombre, poniendo tensión al momento, como el mejor de los guionistas de ficción.
La buena de Chiqui, en opinión de este humilde cronista no muy justamente tratada por la opinión de la mayoría, le preguntó a Amador si cambiaría algo por volver con Rosa, y este respondió: “Por supuesto, creo que hay cosas que a ella no le han gustado y las cambiaría de sopetón”. Igual me estoy tragando esto y tiene tanto de docudrama que cuando Rosa se quejaba porque hacía mucho que no iba al cine ni quedaba a tomar café. Pero yo veo a un hombre enamorado y arrepentido. Un hombre con ganas, lo cual es mucho decir tratándose de alguien que ya no cumple los sesenta. Si llegamos con ganas a los sesenta todo va bien.
Tan interesante como ver las caras de los dos protagonistas esta noche será no perder de vista la reacción de todos los demás. Unos serán más expresivos que otros, de eso no hay duda. Solo tengo clara la reacción de la gran Raquel Sánchez Silva, que brincará de emoción, y lo digo literalmente. En los demás es posible que haya una mezcla de sorpresa, alegría (por poder vivir en primera fila el momento) y decepción. Digo decepción porque las gestas de Abraham no tendrán ni de lejos el protagonismo de ese momento. Habiendo llegado hasta ahí, tiene que inquietar ver como el redoble se escucha ante el culebrón de los Mohedano y no por lo que ellos han estado haciendo allí.
Así son las cosas, y así las estamos contando, como diría aquel. A Nacho Montes se le puede agriar el ánimo, ahora que está mucho más soportable, crecido ante las sucesivas nominaciones superadas. Y Katia tendrá que conformarse con los juegos nocturnos de adolescentes, probando las mieles de Safo con besos como el de Rebeca, provocando que los ojos le hicieran chiribitas (por decir algo) tras casi dos meses siendo robinsones rodeados de cámaras. El beso fue en el cuello, con chupetón y pequeño mordisco. O sea, como es debido (mi pensamiento dice insistentemente: “evitar hacer bromas con lo de duro de pelar”, como si hubiera de escribirlo mil veces). No era la Isla de Lesbos sino Cayo Paloma, pero lo parecía un poco. Hay alguien a quien le seguirá dando igual todo, como siempre ha sido. Me refiero a Yong, que fue capaz de comer más pollo que nadie, y eso que un día antes tuvo un festín de comida china por su cumpleaños.
La expulsión de esta noche tiene la importancia de estar en la recta final y, salga quien salga, será una auténtica faena para ese desafortunado concursante. Incluso para Rebeca y Amador, que llegaron unas semanas más tarde, pero han sido tan buenos o malos supervivientes como los demás. La otra pareja de nominados está formada por Yong y Nacho, ambos con amplia experiencia en estas lides. Superaron las anteriores con holgura, lo cual les debe dar cierta tranquilidad, aunque no estaría yo tan tranquilo.
A ver, ¿quién va a preferir votar por Amador ahora que se reencuentra con Rosa? Tras ese momento lo mejor es que siga allí para ir contándonos sus impresiones. Mucho mejor que volviendo a Chipiona o dando tumbos de plató en plató. En cuanto a Rebeca, si consideramos su escaso protagonismo en las semanas previas a descubrir sus dotes para el beso con mordisco podemos pensar que está en desventaja. Pero tampoco ha mostrado un lado criticón y maledicente, como ha hecho Nacho durante semanas.
No puedo imaginar lo que pasará, aunque sospecho que la cosa está precisamente entre Rebeca y Nacho. La mecánica de esta edición hace que muchas veces sea tan importante la segunda decisión de la audiencia, que tiene lugar durante el desarrollo de la gala, que la primera. Pase lo que pase en esta, solo deseo que la audiencia deje en el palafito a Rafa y Carolina. Los dos son geniales, juntos y por separado. Y tengamos una cosa en cuenta, estos no han pillado ni pollo, ni tomates, ni el resto de viandas. No tienen recompensas ni las esperan. Viven sobre unas tablas encima del mar, con poco y menos. Lo dijo Leo Margets al ser expulsada: en el palafito está la auténtica supervivencia.
Quiero terminar hoy con dos recomendaciones. Hay que escuchar a Raquel Sánchez Silva los viernes en Morning Glory, el programa de radio de esta casa. Pero si no puedes hacerlo siempre tendrás sus intervenciones hablando de lo que pasa en ese rincón de Honduras en la portada de la web de Supervivientes. Imprescindible, en dos palabras.
Y lo otro ya lo recordé hace un par de lunes, la app de mitele ON, con la que seguir las galas y el resto de emisiones de este programa con más información, pero sobre todo pudiendo participar de decisiones importantes para el grupo. La última semana han estado viviendo en Cayo Paloma con menos arroz y sin una olla por decisión nuestra, aunque Abraham les garantizó los tres pollos asados, lo cual compensa todas las sanciones posibles.
Preguntas desde el palafito
¿Cuál será el mensaje que debe transmitir al grupo Rosa Benito de parte de Mediaset? ¿Tal vez la fecha de la final?
¿Qué habrá sido de Borja? ¿Tampoco irá al plató esta semana el marido de Chiqui? ¿Sigue para adelante y para atrás o lo está dejando? Porque de lo de ir a Honduras ni hablamos, ¿no?
¿Se habrán quedado los señores de Yong sin ir a Cayos Cochinos por culpa de Rosa Benito? Igual el pasaporte que les llevó de China a Madrid ya no les vale para viajar al sur de América. Calla, que pensándolo bien, temo que era una coña de Jorge Javier lo de que venían desde allí. Igual son como el pequeño de los Yong, que se inventa el chino (es broma).
¿Seguirá Tony llevando muletas esta noche? Aún digo más ¿se le habrán quitado las ganas de usarlas contra el muchacho de las fotos de la revista que besaba a esa chica de la que ahora no quiere saber nada?
El tema anterior da para una doce de preguntas, por lo menos. Aunque ya no cabe ni preguntar si Oriana seguirá llevando el gloss en la mano cuando coincida en plató con Tony. No hay duda de que sí.