No se había visto nada igual desde Hannón 'el Navegante', ese cartaginés del siglo VI a. C. que confundió gorilas (quizá eran chimpancés, hay quien dice que pigmeos) con "mujeres peludas"; o quizá desde Cavelier de La Salle, explorador francés célebre por sus incursiones a través de América del Norte en el siglo XVI. El mismísimo Marco Polo estaría orgulloso de ellos, y Julio Verne aceptaría encantado el encargo de narrar mejor que este humilde observador la gesta de los supervivientes surcando los mares desde Cayo Paloma hasta Cayo Bolaños. Y en una balsa de mierda, todo hay que decirlo.
Lo anterior es una exaltación acorde con la narración visual del último resumen, en el que aparte de miles de letreros pasando por debajo de las imágenes también nos mostraron la travesía en cuestión. El único naufragio fue el provocado por la meteorología, que imposibilitó la salida el primer día. Se lo comentó Mario Picazo, nadie mejor que un meteorólogo para hacerlo. Es lo que tiene mandar hasta Cayos Cochinos a alguien como él, una autoridad a la hora de prever el mejor momento para surcar los mares en una balsa de sospechosa estabilidad.
Los agoreros que preveían el hundimiento se vieron ayer sorprendidos por una navegación sin incidentes de gravedad, llegando a su destino sanos y salvos todos los concursantes, sus enseres y hasta el fuego. Ah, ¿qué yo mismo era uno de los agoreros? Qué va, en realidad le estaba poniendo emoción al tema, aunque a veces parece realmente difícil darle emoción a una historia como esta, mucho más cercana a la tensión dramática del guiñol de la bruja que a la de una película de Hitchcock.
La vieja excusa del certificado médico fue usada en esta ocasión para dejar a dos marineros en tierra, como el libro de poemas de Alberti. La salud de Juanito no recomendaba un sobre esfuerzo como ese, aunque también pudo influir en la decisión que no sepa nadar. Conste que no pongo en duda las decisiones del programa, sabido es que yo soy muy de Supervivientes, pero no creo que le fuera mal a la maltrecha balsa librarse del peso pesado del Golosina, y de rebote también del de Daniela.
Daniela estaba en 'esos días' (o más bien pre-días) y evitando la medicación preparada por el equipo médico habitual para las mujeres en momentos así. También a ella le recomendaron no hacer la travesía en la balsa, aunque insisto en cierta convicción sobre la necesidad de aligerar un poco la carga del navío. Además, si Juanito se habría de evitar esa parte de la aventura, igual no parecía justo hacer lo contrario con la otra nominada de esta semana. Los dos nominados, por tanto, pusieron rumbo a Cayos Bolaños en una de esas motoras que tanto trabajan de un lado a otro las noches de gala de los jueves. Naturalmente llegaron antes que el resto de esforzados concursantes, los cuales encontraron un mar menos rizada que los días anteriores pero muy lejos de la calma que imagino habrían deseado.
El despliegue técnico no fue pequeño, con planos televisivos de gran espectacularidad como los proporcionados por los helicópteros sobrevolando la travesía. Supongo que estos cumplían una doble función, de un lado registrar la gesta naviera y de otro la vigilancia ante un posible naufragio. No niego que quedaron muy bien esas imágenes desde los cielos, donde la balsa parecía un taponcito (y no digo los supervivientes). Algunos pasaron parte del trayecto en el agua, no sé si por aligerar o temerosos de terminar con el pebetero encastrado en la cabeza. El caso es que cuando estaban llegando les esperaba en la orilla de esa minúscula playa una animosa Daniela, interrumpiendo las labores de construcción de la también minúscula cabaña. A ello le estuvo ayudando un Juanito que escarba de maravilla, según nos descubrió su compañera.
Ahora voy a hacer un flashback para contar lo que pasó antes de la partida. Esto en el cine queda muy bien y responde a criterios narrativos casi siempre justificados. En mi caso es que simplemente se me había olvidado contar un par de cosillas. A saber: lo de los remos, y la misión del cayuco, la cual tenía casualmente en esta ocasión una buena recompensa en forma de comida, posiblemente para poder afrontar con fuerza de aguerridos marineros lo que les esperaba al día siguiente. Voy de atrás para adelante, como los cangrejos de la sopa alucinógena de sor Cuca de todos los santos.
Tenían que rescatar del fondo marino los remos (diría que eran ocho) con los que ayudarse en la navegación. No estaban muy profundos, según se pudo ver, aunque algunos como Zúñiga necesitaron de ayuda para conseguirlo. Podría asegurar que habló Gálvez de sanciones en caso de que interviniera más de un concursante a la vez en el rescate de un remo, aunque me puedo equivocar, en tal caso ya me rectificarán en los comentarios. Lo digo no por la atleta ,sino porque cuando era Cuca quien lo intentaba se pudo ver a Matías a su lado buceando para desatar el remo.
Propongo como sanción que las chicas deban devolver sus bañadores y bikinis, si alguien se apunta a la idea no olvide firmar un poco más abajo. A Cuca el bañador le vale para cualquier cosa menos para nadar, porque según propia confesión lo hace medio desnuda porque se le baja todo. Aunque a quien parecen valerle sus decimonónicos bañadores es a Daniela, que lleva con frecuencia uno de color amarillo con el cual a quien se le baja todo es a la audiencia masculina heterosexual.
Lo del cayuco tuvo final feliz en esta ocasión. La caja elegida por Zúñiga y Matías contenía esta vez latas de ensaladas, magro de cerdo, cocido madrileño, atún blanco y otros productos. En lugar de racionar la comida se dieron un atracón, como suelen. La picaresca que se agudiza en situaciones como la vivida por los concursantes les llevó a mirar por entre las rendijas de las tablas de madera con las que están hechas las cajas para poder llegar a divisar que se llevaban una con latas de conserva, mientras en la otra había unos dulces. El que la caja con alimentos fuera más pequeña y la de los dulces más grande era también una pista, en este caso se debe aplicar la psicología inversa e imaginar que la organización (de la que tanto se habla) da por supuesta la elección de la caja de mayor tamaño, y por eso mismo se debe elegir la pequeña.
Sobre el resto de acción, o no acción, destacar que Cuca siempre vela a los enfermos, lo cual me parece muy tierno. En este caso no se separó durante la comida de una Daniela con pinchazos en el vientre y otros dolores premenstruales, como conté antes. Por su lado, la insinuación sexual es una constante en el Golosina, en esta ocasión hablando de idiomas. Le dice el sevillano a Santi que si su público al que tanto ama y tanto le quiere (es coña rollo folklorica) le dice que se quede él es capaz de estar allí hasta el final del concurso, e incluso hasta después, dado que luego viene la versión italiana y parla italiano molto bene. Santi le recuerda que luego viene la versión israelí, y allí se hace un poco lío diciendo que también se le da bien el griego. De ahí a bromear sobre su habilidad con el francés no queda nada, así que también lo dijo. Por mí perfecto, salvo que en Israel y en Grecia se hablan idiomas distintos, pero aceptamos barco (como animal acuático).
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