El equilibrio femenino
Los supervivientes son despertados en medio de la noche. Una visita inesperada irrumpe en la isla para llevarse a todos menos los tres nominados de esta semana. Efectivamente, era Eva González saliendo del cobijo de su palmera y tocaba prueba de líder.
Con las legañas a cuestas les llevaron al escenario de las pruebas, especialmente atractivo en esta ocasión por combinar la noche y el fuego. Noche caribeña iluminada por las antorchas de la prueba. Debían de sujetar una antorcha en cada mano y al escuchar la señal subirse a una barra de equilibrios sobre el agua. Ya está, no requiere la prueba mayor explicación. Simplemente debían aguantar lo máximo posible el equilibrio sobre esa barra. Parece sencillo pero la realidad nos va a demostrar lo contrario. ¡Menuda prueba, amigos!
Ignoro la razón, pero Deborah se tapó la cara con las manos cuando Eva les explica la mecánica de la prueba. No supe interpretar el gesto pero en un principio parecía lamentarse de tener que aguantar sobre una barra de equilibrios. Curiosa reacción la de esta concursante, que cogió las antorchas y se subió a la barra como los demás. Ella y Sonia parecían sujetar el fuego mejor que los demás al mantenerlo suficientemente separado del cuerpo. Parri fue el primero que se tambaleaba pero antes de él abandonarían otros concursantes. Empezando por María José, que se rinde sistemáticamente en cada prueba de liderazgo.
Imagino que la filosofía de María José es contraria a la que tuvieron otros, como fue el caso de Rafa, y concentra todos sus esfuerzos en el día día a día en lugar de reservar fuerzas durante la semana para estar en forma el día de la prueba que les puede hacer inmunes (y les da el poder de sentar entre los nominados a quien elijan). Mariajo renuncia a competir en las pruebas y se desfonda trabajando de forma compulsiva, lo cual le merece la descalificación por parte de algunos compañeros. Cuando ha estado nominada resulta que se estaba mostrando hiperactiva por esa razón, y ahora que no lo está dice Perdi que debe ser por la cercanía de la final.
Lo cierto es que todos la están viendo algo cambiada esta semana, más nerviosa y activa que de costumbre. Algo de razón deben tener aunque desconfío de la intuición de Perdiguero y sus interpretaciones siempre negativas sobre María José. No obstante, se está granjeando más enemistades que nunca, tanto entre quienes llevan más tiempo a su lado como con las dos nuevas incorporaciones, las cuales eran uña y carne con la bilbaína hace tan solo una semana. Trapote y Parri puede que sean quienes hasta ahora se mantienen más fieles, la primera porque su generosidad parece pasar todo por alto a sus compañeros, y el otro quizá porque aún no ha sido capaz de despertar y ver con claridad los defectos de María José.
Deborah y Malena desconfían de ella, para lo que algo han influido Perdi y sus rebuscadas interpretaciones maliciosas sobre todo lo que hace esta concursante. Él ha sido el encargado de meter en la cabeza de Debi la absurda idea de que María José no considera justo que ganase este concurso. No la he escuchado nunca decir tal cosa, aunque bien es cierto que ha mostrado su desagrado cuando alguien hace previsiones sobre quien puede o no ganar. En parte la entiendo, ya que por poder todos están en idénticas condiciones de hacerlo. Aunque también está cada uno en su derecho de decir quien le parece con más posibilidades o incluso quien cree merecedor de llegar a la final.
Salvo que se demuestre lo contrario, creo que la desconfianza de Deborah hacia María José esta inducida en buena medida, aunque es cierto que en alguna ocasión hemos escuchado a esta última hablar de Román y Miguel como sus favoritos para el triunfo, quienes ella cree que más lo merecen. Pero es una simple opinión, por otra parte irrelevante dado que ambos abandonaron el concurso por motivos bien distintos. Ahora bien, no creo que piense de Deborah lo temido por esta. Cualquiera merece ganar este concurso, y eso es algo que desde allí se ha de tener aún más claro.
Con Malena el pique vino a cuenta de un balde de agua salada. Resulta que María José le pidió agua para cocer el arroz y esta trajo agua de mar. Para el arroz vienen utilizando agua dulce con un par de cacitos de salada. Al usar todo el agua salada no había quien se lo comiera, por mucho que intentaron colarlo utilizando un saco, después de haber cambiado el agua por dulce. No había nada que hacer, pues el almidón del arroz había absorbido ya la sal.
De nuevo Perdi malmete al decir que no sabe si María José habrá hecho adrede el pedirle a Malena agua salada para luego poder echar las culpas sobre esta concursante. Muy rebuscado parece el proceso mental del ciclista, y con demasiadas ganas de echarle los perros a su compañera, desenmascarando su mala intención. No se da cuenta que utilizar argumentos tan difíciles de creer (por ser simplemente disparatados) es un modo muy sencillo de poner a buena parte de la audiencia del lado de su agraviada. Es una simple reacción en busca de la 'justicia realitera'.
Algo de efectividad tiene la estrategia de Perdi tendiente a enmerdar todo lo posible a María José, principalmente ante sus más fieles. Con Deborah lo ha conseguido, aunque no hasta el punto de que se plantee su nominación el próximo jueves. Malena sí es posible que se plantee esa nominación, especialmente si el expulsado es Guillermo. Aún así, lo cierto es que a María José la aguantan mucho mejor nada más conocerla o habiendo llevado mucho tiempo a su lado. En el primero de los casos porque aún no han descubierto lo inaguantable que es, y en el segundo porque ya se han acostumbrado a ella y consiguen casi dejar de escucharla.
La prueba de líder continúa y ahora es Perdi quien no aguanta más el equilibrio. No sé si le ha vencido esto o la falta de sueño, hasta el punto de que descartadas sus posibilidades de ganar se tiende en el suelo y casi continúa el sueño del que le habían sacado un rato antes. Tras esta eliminación, Parri no tarda nada en dejar de poner a prueba su sentido del equilibrio. Solo quedan en el juego dos chicas: Deborah y Sonia.
Sonia y Deborah están en sitios contiguos pero no se miran. Ambas permanecen impasibles, como si estuviesen acostumbradas a mantener el equilibrio con dos pesadas antorchas en sus manos. Mantienen la verticalidad de forma impecable, sin apenas moverse un ápice. El tiempo pasa y el cronómetro marca ya los primeros cuarenta minutos. Tiempo suficiente para descartar a la concursante de mayor edad y a los dos varones. Esto es una prueba para dos chicas con un par... de antorchas en las manos.
Sonia empieza a sudar visiblemente. El calor de las antorchas comienza a notarse, aunque no parece influir en nada a nuestras dos heroínas de la noche. Un pide delante de otro y los brazos levemente separados de su torso. El cuerpo erguido y la mirada perdida en un punto infinito. Apenas se tambalean, casi no parece ni que respiren. Tic, tac, el reloj sigue avanzando. Tic, tac, como quien no quiere la cosa hemos llegado a la primera hora de resistencia en equilibrio. Tic, tac, menudo valor le echan estas dos concursantes.
Superada esa primera hora la organización decide cambiar ligeramente las reglas. A partir de ese momento deben aguantar con los brazos separados, lo que en el colegio era el castigo de permanecer con los brazos en cruz. Tic, tac, el tiempo sigue pasando. Tic, tac, esto no parece que vaya a acabar nunca. Tic, tac, ambas quieren ser líderes y están luchando por ello en toda ley.
Todo apuntaba a que la prueba se prolongaría agónicamente durante horas, como ese partido de tenis reciente que se jugó durante más de diez horas repartidas en tres jornadas diferentes. El juez de silla en ese caso, y Eva González en el que nos ocupa, deberían haber reprendido a los contendientes apelando a su humanidad. Que los cámaras y resto del equipo humano tienen una vida, por el amor de dios. Evidentemente es broma, las dos concursantes mostraron su arrojo de forma emocionante.
Y entonces abandona Sonia. Tic, tac, esto se ha terminado ya. Deborah revalida su condición de líder. No sé exactamente cuánto tiempo han estado aguantando pero más de una hora. A partir de ahí todo me parece un logro. Impresionante ver a esas dos concursantes, inmóviles como dos estatuas, manteniendo el rictus serio y una total entereza. Es posible que el equilibrio femenino esté más desarrollado que el masculino. Aunque también es verdad que a constancia no hay quien les gane.
Creo que el abandono de Sonia fue por puro desgaste psicológico. En algún momento su mente hizo ¡clic! y se auto convenció de que no merecía la pena seguir, o bien que no iba a ganar. Deborah fue más fuerte y aguantó hasta el final. Tengo el convencimiento de que lo hubiera hecho aún doblando el tiempo. Eso sí, al día siguiente debía estar baldada. Siento ponerme tan pesado pero insisto en que me pareció emocionante esta prueba.
Debo rectificar algo dicho el pasado viernes, cuando supuse que la prueba de 'no comer' hamburguesa era la única que iba a poder ganar Debi. Minusvaloré sus capacidades y bien que lo siento. Muy equivocado estaba, realmente. Triste y lamentablemente equivocado, lo cual ha podido demostrar esta hija de un chino que apenas se ha hecho notar en el concurso, aunque estuvo ahí desde siempre. Quien fue mejor amiga de Nerea, la que supo entender a María José y admitió su forma de ser no tan fácil, la misma que hacía la "cucharita" con Román para dormir e hizo buenas migas con Mireia o Trapote. La líder por segunda semana consecutiva, en definitiva.
Y el Cadejo habló de nuevo. En este caso sortearon quien iría y les tocó a Trapote y Parri. Este último se quedó en el palafito al otro lado del manglar, asegurándose de ir cuidando de la comida que le van dando en la medida que sus compañeros van visitándole. Cada visita puede estar un máximo de diez minutos, durante los cuales comer algo de lo que va engordando la caja que Parri podrá llevar al grupo cuando acabe el reto. Además, pueden aprovechar las visitas para llevarle equipamiento a Parri, desde una lámpara hasta un chubasquero, pasando por agua o isotónico en sendas botellas.
Mal Parri por agotar los diez minutos con María José o Deborah, apremiando al resto para que vuelvan lo más pronto posible para facilitar una nueva visita, que no puede partir hasta que el anterior haya vuelto de regreso. Mal también por intentar presentarse como imprescindible para hacer ese otro reto semanal que es construir la nueva cabaña. Si tanta falta pensaba que hacía para completar esa labor debía haber dejado a Trapote en el palafito. También mal para algunos de sus compañeros, más interesados en comer que en hacer algo de compañía a ese solitario habitante del palafito. Y especialmente mal para Guillermo, que ni siquiera recordó que debía llevarle la botella con agua. Veremos como sigue esta nueva y particular aventura.
Termino con ese ejercicio de imaginación futurista aplicado en este caso a Deborah y su posible imagen dentro de veinte años.