Concursantes estrella y estrellados
Lo de hoy más que una edición ‘express’ desde el palafito es una adenda, un apéndice o hasta un estrambote. Podía llamarlo apósito, pero me temo que no tiene mucha pretensión curativa. Tampoco es una ñapa, que eso no se me da nada bien. La protagonista será Bibiana Fernández. Lo sé, lo sé: hace semanas que fue expulsada por la audiencia. Sucede que un cruce de mensajes entre ella y Jorge Javier Vázquez nos ha tenido entretenidos esta semana.
No se trata de mensajes de ‘wasap’ ni correos electrónicos. Los famosos televisivos a veces son muy considerados con la audiencia y socializan sus conversaciones, utilizando para ello el propio medio. Digo que son generosos porque gracias a ello nos podemos enterar de lo que se dicen. ¿Y si va de Bibiana y Jorge qué hace Nacho Montes en la imagen de portada? se preguntará el lector. No es porque ande obsesionado con este concursante, sino que me venía bien y he decidido utilizarle un poco. Seré breve, como dicen los conferenciantes coñazo.
A ver, hay concursantes de reality que se hacen odiosos por su exceso de protagonismo, su mal humor, sus respuestas destempladas, su personalismo, su desprecio a los demás y muchas otras razones. Durante semanas uno tiene la sensación de estar soportando más de lo debido a ese tipo de concursante, y desea que sea expulsado a la mayor brevedad. Es una cuestión casi de prevención sanitaria. Nada de rollo solidario, solo se trata de preservar la salud mental de uno mismo.
Según va pasando el tiempo puede suceder que ese concursante, la bestia negra del espectador (y, aún más, del espectador comentarista), empieza a ser apreciado por eso tan manido de que “da mucho juego”. Confieso que detesto la expresión, pero es un clásico tan incuestionable como la barracuda en este programa. Supongo que como espectadores estamos agradeciendo lo entretenido que nos ha tenido y la cantidad de comentarios generados. El muñeco de pimpampum al final obtiene su recompensa.
Aquí es donde se justifica la presencia de Nacho en un comentario que, por una vez, no gira en torno a él. En su caso, aparte del fenómeno que intento describir, se da el caso de que cada vez sonríe más y protesta menos. Ha debido pensar que por ese camino no llegaría a la final, y ahora se muestra más conciliador e incluso busca a veces un enemigo común con el resto de sus compañeros, que es precisamente Katia Aveiro. Todo un conjunto de cosas que hacen a este concursante menos antipático ahora, lo cual se junta con esa recompensa antes mencionada y le hace aparecer como serio candidato a finalista, por lo menos. Y todo esto sin taparnos la nariz ni nada.
Sin embargo, hay otro tipo de concursante que pasa por esta experiencia sin despertar odios ni pasiones, no merecedor de censuras ni recompensas. Son aquellos cuyo proyecto es tan solo estar y ver pasar el tiempo. La razón por la que toman esa postura puede ir desde la falta de iniciativa, la ausencia de confianza en sí mismos, o hasta la convicción de que no necesitan mover un dedo para contar con el favor del público. Este último caso podría ser el de Bibiana Fernández. Ella debió pensar que lo tenía todo hecho. Si la audiencia siempre estuvo de su lado y el programa la contrata como el principal activo de esta edición, con un caché muy superior al del resto de concursantes, será por algo. Partiendo de esa idea, esforzarse ¿para qué?
Esto hace que Bibiana se convierta en una piedra más del paisaje. Bien es verdad que se trata de una piedra nada molesta, útil en contadas ocasiones para sujetar algo o cosas así. Pero estática, inamovible, quieta, pasmada. Y, como roca que es, rígida e inflexible. También prescindible, lo cual viene a ser lo peor para un concursante de reality, juego de exclusión competitiva donde los haya. Bibiana no solamente se negó a competir, casi se negó a todo. Con estar tenía suficiente, y en algunos momentos ni siquiera eso, llegando a amenazar con un plante. De ahí salió la huelga de hambre más corta y falsa de la historia.
No se trata ahora de revisar la ignota historia de Bibiana en el programa. Precisamente por eso: es desconocida. No ha hecho historia, lo cual tampoco es malo, aunque sí algo decepcionante, especialmente para quienes confiaron en que sería uno de los puntales del programa. Que uno tenga un caché superior y se convierta en el principal reclamo tiene sus pros y sus contras. Por un lado parte con la ventaja de contar con el favor del público en mayor medida que muchos de sus compañeros (por no decir todos). Por el otro, si la cosa funciona peor de lo esperado, tiene una cuota parte de responsabilidad mayor que los demás, como es lógico.
Pero este recuerdo, y el repaso de cosas bastantes obvias, viene a cuento de la conversación, cámara de por medio, antes comentada. Bibiana y Jorge se lanzan sus mensajes con la audiencia de testigo. Diversión asegurada. La cosa comenzó con la respuesta de Jorge Javier a algunos comentarios de Bibiana, donde afirma que sus amigos le hacen vivir una realidad que no se corresponde con lo sucedido. Para subrayar la idea recuerda el recibimiento que tuvo en plató durante una gala. Siendo la quinta expulsada parecía que hubiera ganado el concurso. Y afirma que quienes hacen el programa no han quedado contentos con el papel desempeñado por Bibiana. Aquí va el vídeo:
Como era de esperar, Bibiana respondió en su programa hablando de la falta de imparcialidad del presentador, vieja monserga que a este humilde cronista le suena de algo. Además, hace un comentario algo más hiriente, cuando dando paso a un vídeo afirma, referido a Jorge: “Ya quisiera él tener mis amigos”. Veamos:
Y el penúltimo episodio de esta guerra mediática (en mi opinión tan desigual, porque coincido con Jorge en que Bibiana ni ha hecho la necesaria reflexión sobre su paso por el programa ni probablemente la vaya a hacer) tuvo lugar ayer mismo. No puedo estar más de acuerdo con Jorge Javier cuando dice que Bibiana ha sido un fiasco de concursante. Fin de la cita. Y el vídeo:
Tal vez deba terminar esto de hoy con un clásico "continuará..."