Son irreconciliables. Visto lo visto creo que debemos descartar una mejora en las relaciones entre Rafa y María José. Ninguno de los dos pone de su parte, muy al contrario ambos parecen empeñados en sacarle punta a todo lo que hace el otro, con una actitud bastante infantil ante la que los demás permanecen más o menos impasibles. Ayer criticaba esa pasividad, pero he de decir que en parte la entiendo.
¿Es conveniente meterse entre dos personas que discuten por cosas tan peregrinas tales como si se dobla o no un pareo ya seco en la cuerda de tender? Sería capaz de darle la razón a cualquiera de los dos porque en parte la tienen. Es cierto que mejor hubiera sido que Rafa avisase a la dueña del pareo de que ya estaba seco y lo iba a retirar de la cuerda, tanto como que la solución adoptada por este concursante parece igualmente válida. La clave de la cuestión está en que no hubiera pasado nada si esto mismo lo hace cualquier otro, en cuyo caso lo habrían hablado con normalidad y sin provocar una nueva brecha en la relación.
Trapote intentó poner un poco de cordura diciéndole a María José que Rafa había acertado en el fondo pero no en las formas, pero tampoco sirvió de nada. No se tragan mutuamente y la única solución viable es la baja de uno de ellos en el concurso. Hasta entonces nos siguen entreteniendo con sus inútiles disputas, algo que seguramente agradecerán los responsables del programa por tener cada día más argumentos para montar los resúmenes.
La defensa de Rafa apoyada en que es más protagonista que los demás me parece endeble hasta decir basta. Entre otras cosas porque se empeña en hacer a María José tan protagonista o más que él. Una de sus críticas más recurrentes es sobre la supuesta campaña que hace su enemiga declarada cuando está nominada. Según su teoría, esa es la razón por la cual esta semana se ha empleado más a fondo en el cuidado del fuego.
No lo considero cierto porque en la medida que hemos ido viendo la realidad parcial mostrada por los resúmenes, María José siempre se ha ocupado más que nadie de esa labor, quizá junto a Javi 'Devo'. En todo caso, su insistencia en esta idea se convierte igualmente en campaña, esta vez contra la víctima de sus críticas. Campaña contra campaña, una de ellas anularía la otra, en caso de ser cierto lo que dice el 'nano'. Y aún así, parece más honesto hacer campaña por uno mismo cuando está en peligro la permanencia en el concurso que eso tan feo de cargar contra el nominado que uno desea ver fuera de la isla.
Una de las principales acusaciones que se le hacen a María José es sobre su egoísmo, y coincide con lo más criticado también en Trapote. Ahora parece que esta se apropió de un polar perteneciente a Carla, cuando ella tiene otro polar y habiendo quien no tiene ninguno, como sería el caso de Debi. Me da la impresión de que a Mireia le pica que Trapote tenga una prenda de Carla y lo enmascara con la supuesta justicia a lo Robin Hood (fantástica la película de Ridley Scott), pretendiendo quitarle el polar a la rica poseedora de dos prendas iguales para dárselo a la pobre que no tiene ninguno.
Y es que Carla le dejó en herencia todas sus pertenencias a Mireia, salvo el polar que previamente le había prestado a Trapote, y se terminó quedando a indicación de la catalana. No he visto a Rafa criticarla por haberse apropiado de toda la ropa de una expulsada, de igual manera que hizo al acusar falsamente a María José de quedarse con todo lo de Parada.
Aquí las afinidades cuentan más que los hechos, eso está claro. En todo caso, parece feo eso de que el expulsado se lleve sus pertenencias (aún no sabemos si lo hizo Víctor o solo fue un malicioso comentario en la isla) tanto como que decida quien debe heredarlas.
A pesar de lo dicho, creo que ciertamente María José y Trapote son algo egoístas, lo cual forma parte de su carácter igual que Rafa es vago y temoso, Román tramposillo, Parri algo pusilánime o Guillermo lunático. Así simplificando mucho, como es evidente. No pretendo ofender a nadie, solo expreso de forma lacónica y sucinta (por tanto, precaria) lo que me inspiran.
El cadejo habló de nuevo. Ese animal legendario, representado en la isla en forma de totem, es un perro mítico que, según se dice, se le aparece a quienes deambulan a altas horas de la noche y al cual se le atribuyen poderes misteriosos. Así dicho parece que hablamos de un taxi en cualquier gran ciudad española: se te aparece por la noche y su conductor hace magia cuando al llevarte por el peor camino posible logra cobrarte más de lo debido. Es broma. Conste que mi abuelo era taxista.
La leyenda habla de un cadejo blanco y otro negro, malo el primero y bueno el otro. Excuso decir que el cadejo de la isla es de madera más negra que el ébano. Pero también es cierto que gracias a este perro hemos visto los mejores momentos en esta edición de Supervivientes, por lo cual podemos ponerle en un lugar privilegiado en la historia de este programa, ese retablo donde ya tenemos al palafito o la barracuda, por ejemplo.
De nuevo recomiendo ver el resumen de ayer, emitido en el mal momento posterior a la derrota de 'la roja'. Lo peor de este mundial son las vuvuzelas y lo mejor es Paco González, con quien duele la derrota mucho menos. El caso es que el momento en que apareció la inspectora para avisar de que se había acabado el tiempo es realmente hilarante. Pero no alteraré el orden narrativo.
Debían ir cuatro voluntarios hacia el pequeño palafito al otro lado del manglar, donde siempre van cuando hay una misión encargada por el tótem-perro. Fueron los cuatro que hasta ahora no habían hecho ese tortuoso trayecto, concretamente Parri, Perdi, Mireia y Guillermo. Iban con la sensación de no estar acertando, el propio texto de la nota les conminaba a elegir bien. Y, en efecto, en este caso la recompensa sería para quienes se habían quedado.
Nada menos que una enorme lasaña a repartir entre cinco personas: María José, Trapote, Deborah, Román y Rafa. Y siete minutos para terminársela, en los cuales los cuatro expedicionarios podían decidir si volvían con celeridad a ver si cuando llegaban quedaba algo. Estos decidieron no correr, conscientes de lo imposible de hacer la dura caminata en tan poco tiempo, mientras que sus compañeros se llenaban el buche de lasaña.
Rafa recomendaba comer levantando la cabeza, como hacen los patos. No querían dejar nada y de los siete minutos habían invertido unos pocos en avisarle, ya que había entrado al mar a pescar. Mientras Román iba a avisarle los demás esperaban pacientes, con Trapote empezando a hacer la partición para ir adelantando tiempo.
Y llegó el momento estelar. El tiempo terminó y se les acercó la mencionada inspectora. Entonces vemos a Román y Trapote huir despavoridos. Nadie les iba a quitar la comida de las manos, tan claro lo tenían que si debían correr para evitarlo correrían, y así lo hicieron. Se guardaron comida en los bolsillos y siguieron tragando aún con la cámara delante. Trapote enseñaba incluso la comida en la boca, mostrando que de allí ya no se la podían quitar, como se puede ver en la imagen de aquí arriba.
Estuvieron inconmensurables, y por una vez aplaudo a Román por no respetar las reglas puestas. Sí, señor, con un par. Esta película podía haberse llamado 'Coge la comida y corre', o bien 'Inspectora: agárrame si puedes'. Repito que es una de las mejores escenas de la pequeña historia de este programa, y en esta edición ya llevamos unas cuantas de estas.
Lástima que Deborah y Rafa lo estropearan después. La una criticando que Trapote le aconsejase que se comiese todo lo posible, o incluso se lo guardarse en un bolsillo, cuando claramente se lo estaba diciendo por su bien. Esta concursante parece más bien de poco comer, lo cual ha comentado ella misma. Incluso dijo el jueves pasado que no come nunca embutido. Por eso no le entraba la lasaña (en realidad no les entraba a ninguno), aunque debería entender la buena intención de ciertos comentarios.
Lo de Rafa es más de lo mismo. Se debe pensar que no vemos las imágenes, razón por la cual nos puede contar cualquier milonga y le vamos a creer. Ni María José se apresuró para coger mayor ración que el resto ni ella y Trapote hubieran pasado de avisarle para comer la lasaña.
Empezando porque Trapote la había dividido en cinco porciones (si es verdad que en sentido longitudinal, quizá lo menos lógico) y cuando él llega vuelve a hacer cinco cortes (transversales, en este caso) en lugar de uno por la mitad, por lo cual tienen la lasaña dividida en veinticinco partes. Pero todos pudimos ver como María José era de las últimas en coger su parte. O sea, falso.
Sobre lo de esperarle, es evidente que no hubieran comido en su ausencia. Todos esperaron hasta que Román le avisó y se encontraron a la mesa los cinco. También falso, por tanto. Igualmente lo de que María José tiró parte de su porción sin dejar a nadie meterle mano, ya que no solo lo ofreció sino que Rafa, entre otros, cogieron parte. No sé si es así de cortito o sus comentarios son directamente malintencionados.
Y lo de la cadena trófica, también conocida como cadena alimentaria. Los hechos son que Rafa vuelve de pescar con cinco o seis buenas piezas y confesando que se ha ido por la patilla tres o cuatro veces. O sea, la lasaña había durado poco en su estómago, por lo visto. La interpretación de este cronista parte del análisis de esa cadena establecida entre consumidores primarios y terciarios en Wild Cay.
Lo expresaré con un gráfico, tal como hacen los profesores en el colegio:
Y así se cierra la cadena alimentaria. En realidad no deja de ser una singular reproducción del ecosistema vegetal, productor u organismo autótrofo, o sea, que 'fabrica su propio alimento'. Dicho en román paladino, que se pueden llegar a comer la mierda de Rafa. Ni más ni menos.
Termino con una María José de dentro de unos años, y esperando ver si esta noche se queda Malena o Sonia. A favor de la primera su afirmación sobre lo poco que le gusta el trato de Rafa a María José. A favor la segunda que simpatice con Trapote, lo cual puede ser un acicate para esta concursante. En contra de los dos la contaminación que puede suponer para estos cayos caribeños la sobredosis de silicona y botox que se nos viene encima.