Víctimas o culpables
No sé si serán víctimas o culpables, pero el caso es que hay dos concursantes cuestionados de forma no demasiado justa. Me refiero a Román y Trapote, el primero por hacer perder la prueba dejando sin recompensa (una tarta) a su equipo de anónimos y la segunda por dejar sin pescado para cenar al grupo en su conjunto.
Lo cuento para quien no haya visto el fenomenal resumen de ayer, que para eso estamos. Hubo prueba de recompensa, en la cual tenían que dividirse en dos equipos. El que ganara tendría la calórica recompensa, un aporte de azúcar (o sea, energía) impagable para quienes apenas están comiendo. Parada no jugaba al tener, al menos hasta el momento, el papel de invitado. Además, al ser impares debían dejar sin jugar y, por tanto, sin recompensa, a un superviviente. La forma de elegirlo era que Parada nombrase al capitán de cada equipo y estos dos fueran eligiendo a quienes lo compondrían hasta que quedase uno sin ser elegido por nadie.
Parada elige como capitanes a Rafa y Víctor. Se equivoca al designar un famoso y un anónimo, puesto que con ello consigue que se formen dos equipos formados por famosos y anónimos. El propio Parada señaló al terminar que no le había gustado esa separación dado que hace ya días que concursan todos juntos sin que hayan adoptado una conciencia unitaria de grupo, pero él mismo lo había provocado con su elección de capitanes. Como bien le contestaron, bastaba con que hubiera elegido dos capitanes famosos, o anónimos, para que los equipos fueran obligatoriamente mixtos.
Trapote fue quien se quedó sin ser elegida, lo cual asumió con la humildad que acostumbra. Según les planteó Eva González, Parada solamente comería si así lo decidían los ganadores. Llegado el momento, estos dejaron comer al invitado que quizá hoy deje de serlo, e incluso Mireia llegó a preguntar si también podían dejar comer a Trapote, pero antes de que nadie contestara ya había pasado el minuto que tenían para comer la tarta.
¿Por qué ganaron los famosos? En realidad perdieron los anónimos, o mejor dicho, les hizo perder la decisión del programa comunicada por Eva. En síntesis, la prueba consistía en que uno de cada equipo sostuviera dos platillos en los que sus cuatro compañeros de equipo debían tirar cocos desde cierta distancia. Ganaría quien más cocos tuviera en sus platillos al término del tiempo de la prueba. Óscar y Román eran quienes hacían de esa especie de cenachero que en lugar de sostener los platillos colgando de sus brazos lo sujetaban en sus hombros con una caña, y en los cuales no había pescado sino cocos.
Posiblemente el equipo de anónimos iba mejor, con más cocos en los platillos de esa balanza estoicamente sujetada por Román. A diferencia de Óscar, que daba muestras de flaqueza a pesar de decirle a sus compañeros "soy torero, chicos", el bombero sostenía imperturbable el peso aunque también lanzaba su grito de ánimo igualmente de inspiración taurina: "Estoy como un toro". Pero a pocos segundos del final Eva le comunica a Román que debe vaciar sus platillos porque estaba apoyando uno de ellos en la tabla sobre la que estaban apoyando los pies tanto él como Óscar.
Como se puede ver en la imagen que encabeza este escrito, el platillo derecho de Román está muy próximo a ese travesaño sobre el que se encuentra el concursante. Es imposible determinar si realmente llega a apoyar o simplemente está a punto de hacerlo. En todo caso, si realmente lo apoyó fue durante un brevísimo espacio de tiempo, lo cual hace que se me antoje algo injusta la decisión de hacerle vaciar los platillos y empezar de nuevo, especialmente cuando esto se produce en un momento en que ya no hay tiempo para volver a llenarlos.
Hay un precedente de sanción a Román durante una prueba, concretamente la que elegía candidatos al liderazgo la semana pasada, finalmente revocada en la misma gala. Entonces sospeché que no querían ver a Carla salvarse de poder ser elegida por la audiencia para dejar el concurso, pues la sanción la dejaba en la quinta posición empezando por la peor. También habría dado opción a Rafa para ser líder, puesto que era el cuarto por arriba y solamente participarían en la competición final los tres primeros. Revocar la sanción a Román tenía consecuencias claras y contundentes, además de restituir en parte su honor. El problema es que ahora sería mucho más complicado reparar el daño causado a todo su equipo por perder la prueba.
Si la organización determinó que estaba apoyando el platillo así sería, pero en cualquier caso me parece excesivamente riguroso. No es lo mismo apoyarlo durante un tiempo prolongado que de forma fugaz. Tengo la convicción de que en este caso Román no jugó sucio y si apoyó el platillo fue inadvertidamente. El error le costó a su equipo quedarse sin recompensa, aparte de esa especie de tortura que supone ver a los del otro equipo comer una apetecible tarta delante de sus narices.
¿Fue Román víctima o culpable? El excesivo rigor en la decisión del programa le hace estar más cerca del papel de víctima, según yo lo veo. Es algo opinable, evidentemente. Por cierto, me intriga que el grupo acertara al imaginar que la mitad de supervivientes se quedarían sin recompensa, razón por la cual decidieron no comer las caracolas para hacerlo a la vuelta y dejárselas a quienes no hubieran comido en la prueba. ¿Tanta imaginación tienen? ¿O acaso hay algún tipo de filtración por la cual tenían cierta convicción de que esto iba a suceder? Me temo que nos quedaremos sin resolver esta duda.
Óscar se ha convertido en la gran esperanza blanca para el grupo en cuanto a tener comida. Este concursante consiguió tener éxito en la pesca, sacando dos peces de tamaño medio. Es poco para doce personas pero supone una esperanza de que pescar es posible. Una lástima que en la prueba de recompensa no les dieran algunos anzuelos más, e incluso algo de sedal, aparte de las gafas de buceo que les proporcionaron. Si ya es difícil pescar en Wild Cay aún lo hace más complicado no disponer de los medios necesarios. Pero ya está claro que hay pesca, ahora hace falta seguir intentándolo hasta dar con el sitio perfecto.
No vale quejarse, como hace Óscar, de que otros cojan el anzuelo. Precisamente eso es lo que deben hacer, intentar pescar todos en turnos durante todo el día, por lo menos de sol a sol. ¿Qué es eso de hablar del anzuelo como una propiedad? "Mira que he pedido que no me lo cojan", dice Óscar. ¿Cómo dice? Solo se me ocurre que el torero está cayendo en lo mismo que otros en ediciones anteriores, aunque sin éxito demostrado. Me refiero a hacerse dueños de las labores de la pesca, capitalizando esa labor en la isla. Siguen sin darse cuenta que eso no garantiza nada, y salvo Nilo Manrique no suele ganar el más pescador.
Lo cierto es que el grupo comenzará a adorar a Óscar si comen gracias a él. Tienen esa opción o ponerse ellos a pescar, intentando emular a quien está consiguiendo los primeros resultados en la pesca desde que fueron cambiados de isla. Lástima que aún no hayan podido probar estos resultados porque el pescado no fue mantenido en las condiciones óptimas para que durase el tiempo necesario hasta su consumo. Cuando ya se les estaba haciendo la boca agua pensando en volver a comer algo de pescado, por poco que fuera, descubrieron que se había podrido.
De nuevo una culpable, o quizá la víctima de un error de conjunto achacado casi en exclusiva a ella. Trapote fue quien limpió la pesca, con el curioso procedimiento de usar la tapa de una lata de conserva para tal fin. Según su propio relato, después dejó los dos peces en el recipiente y fue Mireia quien se encargaría de taparlo. Esta había respondido un rato antes de que Trapote diera todo tipo de explicaciones a la pregunta de quien había limpiado el pescado, sin decir que ella misma había participado de algún modo en el proceso.
El caso es que Trapote se llevó las culpas por no haber puesto agua para conservar mínimamente la pesca. El agua hace que no se pudra el pescado, aguantando al menos unas horas. Está claro que Trapote cometió el error de no completar su labor de limpieza dejando el recipiente con agua, pero tampoco Mireia hizo bien al tapar este sin asegurarse de que la tenía. Y, si me apuran, diría que en el resto del grupo nadie tuvo la precaución de comprobar esto, preocupándose por asegurarse la cena.
No es un tema baladí, teniendo en cuenta lo caninos que están tras tantos días sin comer en condiciones. Por tanto, no me parece nada extravagante la idea de que alguien hubiera mirado la pesca para comprobar que estaba todo en orden, con agua, tapada y a salvo de cualquier desastre. Pero no fue así y un error en cadena, provocado inicialmente por Trapote, les dejó sin cena.
Como en el caso anterior veo a Trapote más víctima que culpable. Siendo evidente que su error tuvo consecuencias fatales para el grupo, las culpas recayeron injustamente sobre ella de forma exclusiva. Aunque también he de aclarar que todos estuvieron comprensivos con ella, especialmente el pescador Óscar. Otro en su lugar habría montado en cólera (el caballo favorito de muchos, entre otros de un vociferante Rafa que está a la que salta, ya sea porque no encuentra su bañador o bien cuando alguien se atreve a discutir una decisión del grupo, como fue lo de no comer las caracolas hasta después de la prueba).
Aparte de cerrar con las imágenes de nuestros dos protagonistas (víctimas o culpables) de hoy, puedo adelantar que a buen seguro van a plantear en la gala de esta noche que Parada se quede ocupando la plaza dejada por el abandono de Miguel. Supongo que el programa ha pensado en esta posibilidad, mucho mejor que la incorporación de un reserva en estos momentos. La duda es si Parada aceptará el reto y se quedará o preferirá volver a Madrid. Es de suponer que en el primero de los casos perderá su condición de invitado para meterse en la piel de concursante. Esta noche, Jesús Vázquez nos hará salir de esta y otras dudas, especialmente si será Víctor o Trapote (como dice nuestra encuesta) quien resulte expulsado por la audiencia esta semana.