El repaso pretendido en el debate final de Supervivientes, con presencia de los catorce concursantes, aparte de los tres colaboradores habituales, merecía algo mejor. Me refiero a un tono más calmado, a un mejor perder por parte de algunos y a una mayor generosidad con el espectador a la hora de abordar los asuntos más polémicos suscitados en los más de ochenta días de concurso.
El concurso ya ha acabado, pero cuando grababan ese debate (el pasado viernes) parecían no haberse enterado. Quizá fuera por eso que Matías Fernández, el 'Tone', se empecinó en tirar por la borda ese perfil de tipo encantador labrado durante tantos días en aquellas lejanas islas hondureñas, volviendo a mostrar resentimiento e insistiendo en el ataque a Santi Abad.
Quiso Matías poner a Santi en un aprieto sobre su alimentación durante la semana que estuvo fuera de concurso, dado que Álvaro Escassi le había chivado que durante el vuelo de regreso a España, que habían compartido ellos dos junto con Daniela Blume, el ex jugador de basket había comido alguna chocolatina de esas que venden o dan en los aviones. ¡Yo acuso!, pareció querer decir Matías, en ese tono dolido al tiempo que exaltado tan sorprendente, ya visto el pasado jueves en la última gala.
Matías perdió su ocasión de que guardásemos el recuerdo de ese buen concursante, abanderado del buen rollo, atento y despreocupado con todos. Ahora no podré evitar recordar el espíritu del derrotado que mostró minutos antes de ser comunicado el nombre de la ganadora, simplemente porque Escassi, de nuevo su amigo, se lo había chivado al oído. Las palabras de este, según algún testigo presencial, fueron: "Parece que gana Maite, en una encuesta de una página de Internet de la propia telecinco lleva mucha ventaja. Y esa encuesta no falla. Estate preparado". No tuvo tiempo de decir más porque otros le arrebataron a un Matías hundido a partir de ese momento.
Respondiendo el cuestionario al que le sometió el presentador se notó como si todo le diera igual. No era ese mismo 'Tone' positivo y vivaz que creímos conocer en las islas. Poco después explotaba contra Santi, hacia quien parece proyectar todo su odio de perdedor. Me atrae la estética del perdedor, pero no en casos como este. El argentino se sintió ganador y convencidamente proclamaba que todo el pescado estaba vendido. Por utilizar otra frase hecha, vendió la piel del oso antes de cazarla, y quizá por eso se vistió para el debate con esa misma estética del naufrágo, mientras las otras dos finalistas y el resto de participantes iban arreglados para la ocasión. Le vi como un pulpo (no volador) en un garaje.
Si Matías perdió su ocasión de hacer guardar un grato recuerdo a la audiencia, en lugar de mostrar esa cara mezquina y resentida, casi todos los demás nos hurtaron el poder saber algún detalle sobre hechos relevantes ocurridos durante esta experiencia. Diría que siguieron burlándose de la audiencia, ahora que ya apareció el rótulo de game over. Solo Maite Zúñiga, demostrando que es la digna ganadora de este concurso, contó que todas las chicas llevaban cerillas introducidas en tampones, a su vez dentro de sus propios cuerpos. Santi completó la información diciendo que las cerillas eran del hotel y Cuca García de Vinuesa que el fuego no se hizo con las mismas porque tras el chapuzón que les hicieron darse al tirarse del helicóptero quedaron inservibles.
Los demás callaron este y todos los demás detalles. Escassi llegó a negar que el primer fuego lo hicieran ilegalmente. Siempre con dobles palabras, además de la presunción orgullosa de estar tomando el pelo a la organización del programa. Menudo orgullo de pacotilla, ese que consigue ocultar la realidad a los espectadores, aquellos que han mantenido todo esto con su apoyo fiel, nada fácil en esta ocasión porque nos pusieron muchas piedras en los zapatos, terminando por relegarnos a la segunda división de la 7, canal fantástico e imprescindible.
No sé si los grandes expertos en la pesca de esta edición pensaron en la oportunidad del refrán que dice: "A río revuelto, ganancia de pescadores", pero sí tuvimos en el tenso debate final la prueba de que la mejor manera de salvar el propio culo es, para algunos, poner el ventilador contra la mierda y extenderla a su alrededor. Una hierática Ivonne Orsini, más 'reina de belleza' que nunca, dijo: "Robé millones de veces". Vale, lo tomo como una expresión simplemente. Pero después llegaron a hablar de al menos cincuenta robos. Eso sí, bien que se ocuparon de culpar a Daniela por haber comido de lo robado en una ocasión, una tan solo.
Santi se desvinculó por completo del asunto, negando haber comido de lo robado. La cohartada de que la ganadora también comió, según propia confesión la noche del juego de la sinceridad, es una muestra más de mezquindad. Una cosa es que ocasionalmente compartieran parte de lo robado y otra que Ivonne entró muchas veces a robar, razón por la cual solamente perdió tres o cuatro kilos. La tramposa quiso convencernos de que su pecado era compartido por todos, cuando según supimos ayer la mayoría de las veces no compartieron lo robado. La frase pía de Escassi, recogida en su memoria gracias a las enseñanzas de un cura en su infancia, es una pamplina. No es igual robar poco que mucho, como no lo es beneficiarse ocasionalmente de ello que atiborrarse a comida ilegalmente.
Y no lo es sencillamente porque quien eso hizo jugo con ventaja, una ventaja mucho mayor y más desproporcionada que las de otros. Cuanta más desproporción mayor es la injusticia. Aquí no se trata de purgar pecados sino de comprobar quien hizo más trampas y se benefició más de ellas. Es como el atleta que se dopa con anabolizantes y de ese modo gana todas las pruebas y se cuelga más y más medallas. Solo que a la puertorriqueña nunca le llegaron las medallas, y de haberlas tenido a mano igual se las habría comido.
Cuando quedaba poco para cerrar el debate todos parecieron querer suavizar el tono. Coincidieron en que repetirían la experiencia todos menos Iván Santos. Y llegamos a ver a Yolanda Jiménez diciendo que las diferencias entre unos y otros eran por nimiedades, justo lo defendido por Cuca un rato antes mientras se medio choteaban de ella (lo cual es toda una tentación, lo sé, pero esta muy feo hacerlo). Que yo sepa, ese chico que salió primero y que sigo sin saber de donde salió ni porque fue elegido, no ha retirado aún sus insultos hacia Santi, a quien llamó insoportable entre otras cosas. No te digo trigo por no llamarte Rodrigo, que diría Chiquito de la Calzada (no se me ocurre otra cosa para no decir una barbaridad impertinente sobre ese fugaz concursante).
Y así terminó todo. Sé que pasaron más cosas que me dejo, pero en algún sitio hay que cortar. Animo a quienes quieran presenciar un par de horas de sobresaliente mal rollo que busquen en la programación de la 7 querida porque creo que lo repiten mañana martes. Para poner un punto final frívolo, decir que Maite estaba muy guapa aunque el calor del plató la provocó una molesta y anti estética sudoración. Y que Ivonne parecía haberse tragado el palo de la escoba, lo cual a nadie sorprendería tras ver sus tragaderas.
Ah, por último, que alguien avise a Matías de que terminó el concurso. Y le devolvemos desde aquí el saludo a Daniel Domenjó, a quien espero seguir viendo, en El Topo o donde sea. Los agradecimientos de este cronista ya fueron expresados el pasado viernes, por lo cual solo diré que nos vemos (leemos) cualquier día por aquí. Besos y abrazos, palafiteros queridos.
Actualización: Me hago eco de algo apuntado en el primer comentario de hoy. Matías, en el facebook de su novia Pepa Mora Tel, parece que acusa a Supervivientes de tongo. Este es el párrafo:
Hablar de mal perder es decir poco. Qué poco valiente fue de decir esto en el plató, el pasado jueves o el viernes en la grabación del debate.