Polémicas de baja intensidad
El episodio de los mangos sigue teniendo sus ecos en la isla y a estas alturas sabemos alguna cosa más al respecto. La falta de actividad hace que cualquier cosa pueda alterar la paz del grupo. Una vez removida la tranquilidad se hace complicado dejar un tema sin rematar todos los flecos, y en pequeños grupos se van comentando estos. Es algo que suele pasar de esta forma.
En este momento concentran sus esfuerzos en construir una cabaña, respondiendo al reto planteado por el programa el pasado jueves. Aparte de esto y proporcionar el sustento a su alimentación poco más han de hacer salvo comentar la jugada de los mangos de Guillermo y Perdi o quejarse de lo mandona e hiperactiva que es 'la señora'. Todo ello con una baja intensidad, eso sí. ¡Qué digo baja! Más bien bajísima intensidad. Tras la salida obligada de Román todos están convencidos de que deben dosificar los esfuerzos, y ni para criticar al vecino desgastan más de lo debido.
Por eso comentan el feo gesto de Guillermo con desgana y casi se ríen de la complicidad y la mentira de Perdi. Deseando que la audiencia ponga a cada uno en su lugar, pasan como de puntillas por encima de cosas que seguramente hubieran sido casus belli hace unos cincuenta días o por ahí. Ahora las guerras se libran de otro modo, y el 'happy flower' del que hablaba Trapote el jueves pasado es casi producto del cansancio. O al menos esa es la película que yo me hago.
En mi película, Guillermo y Perdiguero han adoptado nuevos roles tras la salida de Rafa Mora, quien hacia el papel del villano hasta ese momento. Perdi ha pasado de ser su gregario al actual papelón de correveidile que desempeña con Guille. Y este ha pasado de un papel secundario (de soporte, dicen los anglosajones) al protagonismo que le han dado sus cuatro mangos. En realidad, la clave no ha estado en los mangos sino en su chulería a la hora de plantear a sus compañeros la decisión de no compartirlos, así como el secreto que ha mantenido con Perdi, muy pronto puesto al descubierto como una mentira.
Aprovecho que siguen hablando de esto y comento dos gestos que pasé por alto ayer. Guillermo comienza diciendo: "Me voy a comer mis mangos, si no os importa", y cuando es preguntado si está pidiendo permiso se crece y aclara que no pregunta sino afirma. Si se los iba a comer sí o sí no sé por qué la hipocresía y el formalismo absurdo del "si no os importa". Por su parte, Perdi no lo duda un instante y se levanta para ir a comentar la jugada con Perdi, justo en el momento que el grupo comenta el feo gesto de este. Todos se dan cuenta de que un Judas les acaba de traicionar, por lo cual han perdido la ocasión de comentárselo personalmente antes de que lleguen a sus odios las críticas.
Intentando ver el lado positivo de todo esto, ya saben que no deben confiar en Perdi a la hora de comentar algo que pueda afectar a un ausente, porque según le convenga puede ausentarse de improviso para ir directamente a chivarse de lo comentado. Lo dicho, el ciclista ha ido de gregario a correveidile, lo cual es ir de Guatemala (país casi vecino, por cierto) a Guatapeor. Pero no esto lo único por lo que no habrán de volver a confiar en este concursante.
En el momento que el grupo expresa a Guillermo sus reservas ante su planteamiento con los mangos, a sabiendas de que Perdi ya le ha trasladado su malestar, ninguno de los dos implicados aclara que de los cuatro mangos uno lo compartió con el correveidile. Es más, el propio Perdi dice expresamente: "A mí me ofreció compartir uno conmigo y le dije que no", o algo así. Transcribir a Perdi es una tortura que no le deseo a mi mayor enemigo, lo cual pude comprobar fehacientemente ayer mismo.
No solamente evitaron contar que Guillermo había decidido compartir mangos solamente con Perdi, sino que este mintió directamente, y no fue esa la única vez. Algo más tarde, Trapote le pregunta directamente si no se había comido él uno de los mangos del triunfito y este le contesta que no, según relato posterior de ella. Perdi negó casi tres veces al mango, o sea, además de Judas hizo un poco de Simón Pedro. Lo suyo son los dramas bíblicos, por lo que se ve.
Guillermo es partidario de compartir 'ma non troppo', según ha quedado claro. Ahora bien, hablando con Trapote asistimos a un ejercicio de cinismo sin igual ya que entonces parece completamente partidario de compartir. Todo lo que aquí pueda conseguir de comida lo quiere compartir. No así lo que trajo de otros lugares no tan lejanos, como la selva donde estuvo la semana pasada. No sé si la reacción de Trapote es tan comprensiva por lo unidos que estuvieron esa semana o simplemente porque de cara al concurso no le interesa enemistarse con ninguno de sus compañeros.
Que entienda la postura de Trapote ante el juego no quiere decir que me parezca la mejor opción posible. Mostrarse comprensiva con Guillermo y luego criticarle delante de otros compañeros no es una actitud que sea generalmente bien vista por la audiencia. Una de las cosas que no se suelen perdonar en un reality es el doble juego. Ya sé que primero le afea la conducta y le recuerda que ella ya le había advertido en la selva de lo inoportuno que sería no compartir los mangos, pero aún así contrasta con lo comentado a espaldas de Guillermo.
Aunque ahora mismo, como decía al principio de este escrito, casi todos prefieren desahogarse con alguien afín antes de enfrentarse a nadie. Es la guerra de baja intensidad de la que hablo, un recurso más de la supervivencia. Deborah, por ejemplo, aprovecha un paseo con Trapote hacia el 'centro de belleza' de la isla para quejarse de María José. Eso sí, entre medias aclara que la adora, lo cual parece eximir a la hora de hacer cualquier tipo de crítica. Tu di de alguien que lo adoras y así podrás ponerle verde luego, siempre tendrás ocasión de recordar más tarde lo que comenzaste diciendo.
Por cierto, la noche es un momento inigualable para hacer todo tipo de confidencias, y particularmente me encantan esas imágenes con infrarrojos (o lo que sea) en las que todos aparecen con la tez verde. Contaba el Superviviente 19 hace casi tres semanas que por la noche pasan muchas cosas, quizá porque los concursantes "son menos conscientes del cámara (al que verán como una sombra negra que se mueve a su alrededor), hablan con mayor tranquilidad". Algunas muestras de esas conversaciones nocturnas tenemos siempre en los resúmenes, en el de ayer especialmente, aunque he de reconocer que envidio a Paul por tener el privilegio de verlas en bruto cada día.
Cuando hablo del 'centro de belleza' me refiero a la delicadeza de Deborah y Trapote a la hora de apartarse un poco para hacerse mutuamente una limpieza de cutis. Más profesional la Trapo utilizando papel higiénico en los dedos, aunque bien mirado llama la atención que en ese entorno saquen ganas para dedicarse a tal cosa.
No sé si será por la solidaridad que otorgan los tratamientos de belleza en una isla desierta, pero el caso es que Deborah ha tardado muy poco en arrepentirse de haber nominado a Trapote el jueves pasado. Ya dije que había tirado su nominación de líder a la basura, y no creo que tenga otra ocasión de serlo. Ahora ella y María José dicen desear que Perdi no sea el próximo líder para poderlo nominar.
Según mi teoría el bajón de Deborah en las horas posteriores a la última gala tiene dos orígenes. Principalmente la salida obligada de Román, dolorosa para todos. Pero también ese arrepentimiento que fue capaz de verbalizar finalmente. No es fácil escuchar a un concursante una confesión de parte como esta, lo cual honra a Debi.
Ya que menciono de nuevo a Román, no quiero dejar pasar la ocasión de aclarar mi opinión sobre las razones de su obligada baja en el concurso. Hemos escuchado y leído hablar de la masa corporal, el peso perdido y un sinfín de razones o sinrazones más para explicar el descontento por la decisión médica tomada. Me gustaría dar mi opinión partiendo del respeto a todas las que habéis estado expresando desde el jueves.
El domingo supimos que Rafa perdió 16 kilos en la isla. Evidentemente, son muchos kilos, a pesar de lo cual su aspecto era inmejorable en el momento de su expulsión. No son lo mismo los kilos para unos que para otros, de igual manera que ningún especialista serio puede dar crédito a baremos tabulados con un fin orientativo y sin tratar el caso concreto mediante los necesarios análisis. Aún así, particularmente creo que no se trata tanto de analizar el estado de Román en el momento de ser obligado a abandonar como su preocupante progresión.
Independientemente de los síntomas apenas mencionados y el detalle de su cuadro médico, que lógicamente no conozco por tener que respetarse la confidencialidad del mismo, lo que intento es poner hincapié en la idea de la progresión como un posible detonante de la decisión médica que terminó con la presencia de Román en el concurso. Puede que en el momento de su salida aún conservase una masa corporal aceptable, e incluso un peso no preocupante. Ahora bien, ¿qué hubiera pasado si Román siguiese en el concurso?
Imagino que los médicos no quisieron arriesgarse a comprobarlo, fundamentalmente ante la posibilidad de un desenlace dramático y no deseado por nadie. Si Román perdía cada día un determinado peso, la previsión bien podría ser que en apenas unos días su situación pudiera calificarse de preocupante, tanto como para tener que ser evacuado directamente a un hospital, en el cual no entraría por su propio pie precisamente.
Me alucina que se utilice como crítica el argumento de que el jueves no estaba en un hospital sino sentado en un sillón de la terraza de un hotel en Corn Cay. ¿Acaso hubieran preferido que necesitase ser ingresado en un hospital? ¿No es más cierto que hubieran puesto el grito en el cielo si los médicos hubieran dejado que se deteriorase aún más la salud de Román? Afortunadamente el jueves estaba consciente y sentado en el porche del hotel y no en una cama de hospital y sin conocimiento. Para evitar ese desenlace fue obligado a dejar el concurso.
Y cierro con unas capturas de Trapote en bikini. Como he dicho en otras ocasiones, porque sí.