Maite ha sido nuestros ojos y nuestros oídos en la isla, como he venido diciendo desde hace algún tiempo. Al menos así lo he sentido y siempre con todo mi respeto a sensibilidades contrarias, como aquellas que consideran a esta concursante una chismosa de morro retorcido. Mi percepción es bien distinta, más bien pienso que ella me ha conectado con la realidad de Cayos Cochinos mejor que nada ni nadie, especialmente en estos días finales.
Ahora mismo hay concursantes que parecen haber decidido prescindir casi por completo de la comunicación oral. Verles sentados en el suelo, con una piedra en la mano aplastando almendras, sin abrir la boca salvo para comer, compone una estampa similar a la de los simios de un parque zoológico.
Monitos que solamente se comunican con gestos, o ni eso. En medio de ese panorama, una concursante que intenta romper las barreras verbales e interpersonales. Descartada la posibilidad de derribar barreras ambientales, en un entorno cada vez más hostil (clima y moscas, factores indisolublemente unidos y al cual más molesto), solo les queda la palabra. Pues bien, Maite Zúñiga parece la única dispuesta a usarla.
Puede parecer nimio, pero que haya una concursante que se resista a la renuncia general a la comunicación es algo importante en mi opinión. No es algo nuevo, por otra parte. Esta concursante ha ido leyendo el concurso desde sus comienzos, y lo ha hecho con bastante precisión. No solamente eso, sino que además nos lo ha leído en voz alta, cara a las cámaras. Soy consciente de que esto mismo es para unos virtud y pecado para otros, pero de una forma u otra todos se lo agradecemos.
Ahora mismo, por ejemplo, asistimos a la insistente repetición de los mismos argumentos en defensa propia de Ivonne, la "reina de belleza" que se quitó la corona para llenarse las manos de mugre, según dice ella misma. Mientras tanto, Yolanda sigue haciendo hagiografía de sí misma como concursante, y Matías aplica ese resorte probado y exitoso que puede llevarle a ganar este concurso, consistente en ponerle humor al absurdo de un drama inexistente ("el grupo está fatal, el grupo ya no es grupo", se encarga de señalar).
Sin embargo, Maite sigue contándonos su visión de la realidad, ofreciéndonos una visión diversa y con múltiples facetas. Si ayer comparaba a Matías con un orfebre, hoy no puedo evitar decir que esta concursante es una talladora de piedras preciosas, capaz de convertir la mugre de las manos de Ivonne en un diamante, algo que consigue con una sola herramienta: su palabra.
La ex atleta ha debido luchar contra un enemigo de múltiples cabezas, que son sus propios compañeros y rivales de concurso. Esa hidra fue a por su cabeza desde la segunda semana, cuando las chicas decidieron nominarla para terminar dejando en la estacada a Daniela, cambiando de enemigo común. Luego vino el vacío que le han hecho algunos durante casi todo el tiempo, hasta el punto que solo hace tres días que Matías decidía compartir las almendras del grupo con ella, unas almendras reservadas hasta entonces a Yolanda, Ivonne y él mismo. El aislamiento no es un argumento inventado ni un recurso gratuito, sino una realidad palpable y constatable.
Sin ir más lejos, esta semana hemos tenido una nueva muestra de hasta que punto se usan armas un tanto impúdicas contra Maite. Ivonne y Yolanda coinciden en sendas confesiones a cámara diciendo que su compañera debe ser quien salga esta semana porque es ella quien quiere irse. Un poco antes la habíamos visto llorando al acordarse de su familia, especialmente sus hijas. Menos mal que luego aclaró que el hecho de estar deseando reencontrarse con su gente no significa que no desee estar en la final. Es muy mezquino pensar que después de haber llegado hasta ahí puede haber alguien que quiera algo diferente. Otra cosa es desear que termine esta aventura para volver a la vida normal, y quien no lo diga simplemente se lo está callando.
¿No ha hecho nada mal Zúñiga? Pues claro que sí. Ayer mismo hablaba de su torpeza en las pruebas, más acentuada en las últimas semanas, y a pesar de la cual ha superado con mejor nota que algunos otros. Como bien apuntaba ayer Gavina, superó los juegos de las llaves en el barro, quedó en buen lugar en la del rayo láser o fue finalista en la del fuego. La suerte y una manifiesta superioridad demostrada por Escassi (y en ocasiones por Matías) quisieron que aún así no consiguiera nunca el collar de líder. Algo parecido se puede decir de las pruebas de recompensa, destacando en la de la apnea por ser una de las tres que superó el tiempo propuesto. Y no olvidemos que ella completó el reto su semana de aislamiento en Cabeza de León, cosa que no pueden decir todos.
El martes tuvieron misión garífuna, sin cayuco en esta ocasión. Sortearon quien debía hacerla y fue Ivonne la elegida, aunque quizá debió ser Matías. Lo digo porque consistía en ir a pie o nado hasta otra playa cercana (me pierdo más que ellos con ese plano cutre que llevan tres meses manejando) y una vez allí recibir el resto de indicaciones, consistentes en la pesca de cuatro peces a cambio de volver con las presas, el kit de pesca y una caja con ocho rosquillas rellenas (o sea, donuts). Digo lo de Matías porque tanto él como Maite han demostrado mayor destreza en la pesca e igual habrían vuelto con las manos llenas, algo distinto a lo que pasó con la 'chamaquita' puertorriqueña.
Y un apunte final sobre el momento terremoto que pudimos ver en el último resumen. El nuevo (y enésimo) traslado, en medio de la madrugada como el anterior y también con destino a Playa Uva, no les fue comunicado por Mario Picazo, el hombre más hidratado de España y parte de Honduras, sino por una voz casi de ultratumba que les llegó a través de un altavoz. Se supone que antes de eso fueron avisados por los cámaras, porque despertar en medio de la noche con una voz amplificada debe ser para asustarse más que con el temblor de las tierras. Parece que era Zúñiga la única despierta cuando tembló el suelo, aunque en el momento que relato habían despegado todos las pestañas.
Pues bien, la voz que hubieron de escuchar parecía idéntica a la de Carlos Jesús ("en el nombre de Yavéh, fiuuu, fiuuu"). ¡Qué susto! por lo más sagrado. Ya la otra vez parecía todo un poco de película de misterio, especialmente cuando les avisaron de que les llevaban a la terraza de... ¡la fundación! Cómo suena a sectario. Pero una cosa es eso, que los espectadores desconocemos, y otra esa voz misteriosa, como proveniente de Raticulín, o tal vez de Andercherán. No ganamos para sustos.