Número diez de Europa
Para empezar hoy propongo un juego de agudeza visual. Fíjese el lector en la imagen de la derecha y diga antes de treinta segundos los nombres de los chicos supervivientes que no están levantando ese pesado tronco para alimentar la hoguera.
Quien haya dicho Javi, Rafa y Perdiguero puede estar satisfecho de su vista y hasta de su intuición, porque la perspectiva no deja ver a alguno de ellos (de delante hacia atrás están Víctor, Miguel, Parri, Román, Guillermo y Óscar). Soy consciente de que es un hecho concreto y, por tanto, no representativo. Los ausentes puede que estuvieran haciendo otra cosa vital para el grupo. Descartado cuidar el fuego, porque la secuencia termina en el mismo, diría que tampoco están pescando, más que nada porque no he visto a ninguno de los tres muy afanados con la pesca ningún día. Ciertamente, Rafa pescó ayer por primera vez, lo cual es todo un logro.
La imagen muestra un reflejo de la realidad. Una realidad en la cual algunos concursantes trabajan más que el resto. O mejor dicho, alguno no da palo al agua. No es casualidad que los tres ausentes de la imagen sean los que son. Especialmente a Rafa y a Perdi se les va la fuerza por la boca, siendo más amigos de criticar a los demás que de arrimar el hombro (para Bea "hincar el codo"). Javi, al menos, parece bastante ocupado del fuego, elemento fundamental en la supervivencia propuesta. Pero Rafa y su gregario ni eso.
Lo alucinante es que el ex 'tronista' no pare de cuestionar el trabajo ajeno, recibiendo con gran negatividad cualquier propuesta. Víctor propone hacer una red con los forros de los polares o con los sacos, con el fin de capturar algunos de los miles de peces que hay cerca de la orilla, según él. Rafa sacude su cabeza de izquierda a derecha y le dice que no quiere quitarle la ilusión pero "la supervivencia aquí es complicada". ¿Y que tal intentarlo? ¿Por qué esa posición tan negativa? Y eso que Víctor quedó el número diez de Europa en un campeonato de pesca, como se ha encargado de repetir machaconamente el mismísimo Rafa.
Mucho cachondeo con lo de número diez de Europa pero luego no le da crédito cuando propone un sistema de pesca nada revolucionario. La pesca de arrastre está inventada hace mucho tiempo y funciona en todo el mundo, pero a Rafa no le parece buena idea. Quizá debió pensar que si lo llevaban a cabo iba a tener que trabajar él. ¿Trabajar? ¡No, por favor! Él no ha ido allí a eso. Es más, tengo la convicción de que su plan se lo impide. Más que convicción es la constatación de lo afirmado por este concursante en alguna confesión a cámara. Rafa no quiere trabajar para el colectivo para así guardar fuerzas de cara al juego de inmunidad.
Si repasamos las cosas dichas a cámara por Rafa desde el comienzo del concurso veremos que ha ido dando suficientes pistas sobre su plan. A su juicio, es escaso el premio de las pruebas de recompensa, por lo cual ya dijo que no se esforzaría en adelante. En el resumen de ayer también aclaró que debe dosificar esfuerzos porque el concurso el muy largo y ya tendrá tiempo de ponerse a hacer cosas. Supongo que está pensando en el momento en que haya menos competencia en la isla y necesite de su propio esfuerzo para poder comer. Sus compañeros son para él fundamentalmente mano de obra gratuita.
Descartado esforzarse en el trabajo para el colectivo y en las pruebas de recompensa, solamente queda la prueba de inmunidad. En esa sí que pretende esforzarse Rafa. No olvidemos que lleva aparejada suficiente recompensa, nada menos que la inmunidad y, en su caso, la posibilidad de elección del segundo nominado de la semana. Recordemos esta prerrogativa de los nombrados líderes otros años, tras haber ganado la prueba de inmunidad. Si hasta ahora no ha sido así en esta edición es, muy posiblemente, por el juego de los dos grupos mantenido hasta el pasado jueves. Ya no hay grupos y veo probable que esta semana el líder no solamente sea inmune a las nominaciones sino que decida el segundo nombre a poner en la palestra. Insisto en que así fue en las pasadas ediciones.
Lo comentado justificaría que Rafa piense en reservar sus fuerzas para la prueba de recompensa. No sé si al resto de sus compañeros les parecerá bien el plan, pero mucho me temo que no. Todos se están dando cuenta ya de quien trabaja para el grupo y quien no. Rafa, igual que su gregario Perdi, no forman parte de quienes aportan su trabajo para el bien general. A pesar de lo cual no se cortan en criticar y ridiculizar a los demás.
Víctor es uno de los destinatarios recientes de las invectivas de Rafa. "Tiene que ser un máquina pescando, ¿no? ¿Ser el número diez de Europa es importante o qué?", le pregunta a Perdi. La broma es repetida una y otra vez, a espaldas del interesado y delante del mismo. Santa paciencia la del enfermero. En lugar de tanta burla, Rafa debería estar contento del cambio experimentado en la isla en lo referente a la comida.
El panorama nada tiene que ver con el vivido las dos primeras semanas. Tras la llegada de los anónimos, han pasado de un estado crítico por falta de alimentos a preparar dos ollas de comida para el almuerzo y la cena. Han llegado a pescar cerca de quince pescaditos en una mañana. Prácticamente uno por persona, lo cual unido a la sopa 'a la Cuca' (la llamaré así en adelante) y esos purés de papaya y pescado que prepara María José les tienen mejor alimentados que nunca antes. Vaya humillación tener que esperar la llegada de los anónimos para empezar a comer algo decente.
Los famosos sabían que la organización no les dejaría morir de inanición, lo cual les llevó a la situación en la que estaban. Ni pescaban ni se preocupaban de procurarse comida de ninguna forma. Sus nuevos compañeros buscan lapas (para el cebo) y caracolas (para la cazuela), además de capturar muchos más pescados en un día que los logrados anteriormente en dos semanas. No era cierto lo dicho por Rafa sobre la falta de recursos. Basta con esforzarse en buscarlos y los recursos aparecen como por arte de magia.
No es Víctor quien más está pescando, ya que Miguel se ha revelado como el experto en esas lides. Y eso sin ser el número diez de nada. El canario sabe lo que los demás deberían haber consultado antes de embarcarse en una aventura como esta. En el mar, la vida está debajo de las piedras. Ahí es donde deben mirar para encontrar alimento. No miren, por tanto, en tal sitio si buscan a Carla. Esta superviviente es el equivalente femenino al dúo Rafa-Perdi, solo que ella haría pareja con Mireia, mucho más trabajadora que los otros tres. Carla es hoy por hoy un tronco en la isla, un ser inerte que tiene menos movilidad y menos vida que una lapa.
Román se está dando cuenta con bastante clarividencia del panorama. "Creo que aquí no colabora todo el mundo por igual. Creo que hay gente que igual intenta escaquearse más, o no escaquearse sino guardar fuerzas. Ese grupo, el de los famosos, es distinto al nuestro, que nosotros sí que colaborábamos todos parecido. Aquí las tareas están un poco diferenciadas y hay gente que se quiere escaquear más que otros", dice el bombero. ¡Cuanta razón tiene! Especialmente en lo de guardar fuerzas, que se corresponde con lo comentado unos párrafos más arriba. Mireia también es consciente, aunque elige mal al comentárselo precisamente a Carla. Dice la catalana: "Hay alguno que no hace nada, que sólo da órdenes y yo creo que eso a la larga puede cansar". También acertado. Más razón que un santo (santa, en su caso).
Sin embargo, Bea y María José casi se pelean por cocinar. Ambas saben que lo de la cocina bien puede ser una garantía para quedarse en el concurso, a pesar de estar nominadas las dos. ¿Quién va a querer nominar al compañero que le está llenando el buche? María José ya no puede ganarse a la muchachada masculina dándoles jabón. Le queda, por tanto, el recurso de la cocina. La mayoría no quieren que se encargue de esta tarea Bea porque no lo hace bien y, sobre todo, porque come mientras cocina. La legionaria sigue granjeándose enemigos. Diría, sin la más mínima duda, que ahora mismo ninguno de sus compañeros desea la expulsión de María José y sí la suya.
El último episodio en el que vemos a una Bea mal intencionada y elucubradora ha sido la acusación a Óscar de tomar doble ración de papaya. Ahí se vuelve a ver que no tiene escrúpulos en acusar de algo que simplemente procede de su imaginación, perjudicando a quien sea y sin tener arrestos para restituir luego el honor mancillado. Ella todo lo arregla con un abrazo y una disculpa más falsos que Judas. Le cuenta a Mireia, Carla y Deborah que Óscar a la hora del postre había puesto el cazo para luego esconderlo y volver a poner la mano. Según ella, Rafa había hecho lo mismo. Fue Mireia quien tuvo el acierto de avisar al matador de toros de lo que se decía de él.
Óscar se lo cuenta después a Rafa y comienza así: "¿Has visto lo que ha dicho la sinvergüenza esta? La desgraciada esta, que es una sinvergüenza". Igual que censuraba ayer a Rafa por llamar "retrasada" a Trapote me parecen mal estos insultos. Aunque no voy a negar que entiendo a Óscar. "Es rastrera y mala persona", añade Guillermo. Muy fuerte tiene que ser para que el ex triunfito hable así. Y es que es muy fuerte ver a 'la legionaria' tras explicarle Óscar que en la vida haría algo así, diciendo "por eso me extrañaba que haya sido el malentendido de esa manera" y dándole un abrazo. ¿Malentendido? No admitiría abrazos así jamás.
"Como siempre reculando", dice Óscar. Sus rectificaciones son del tipo "no dije que pusiera el cazo sino que me pareció". Grandísima mentira. Igual que la del supuesto pacto. "Me mosqueé mucho con otra cosa y... lo siento mucho", dice Bea. Y luego va a sus compañeras a burlarse de Óscar. No repetiré las graves descalificaciones que la dedican sus compañeros, pero sí afirmo que es falsa y cobarde. Por tanto, hoy por hoy deseo que se quede María José.