Como si de un combate de boxeo se tratara, Jorge Javier levantó la mano de Abraham mientras pronunciaba su nombre. Había ganador de Supervivientes 2014. Atrás quedaban casi dos meses y medio de dura supervivencia en los Cayos Cochinos hondureños. Algo menos de 70 días de dieta ligera basada en arroz y lentejas, junto a esa sopa alucinógena regada de caracolas y con algo de pescado. Tiempo para disfrutar de un paisaje de belleza incomparable, pero soportando las inclemencias del tiempo. Alejados del mundanal ruido, sin instrumentos apenas para garantizar la supervivencia, aparte de un machete oxidado, una lona quemada o unas viejas cacerolas. Y el fuego, eso sí. El fuego alrededor del que se organiza una sociedad, por muy pequeña e itinerante que sea.
Independientemente de las razones de la audiencia votante para hacer ganador a Abraham García, su triunfo representa un premio a la honestidad, integridad e independencia de criterio. También al trabajo, el esfuerzo personal y la confianza en lograr sobrevivir por medios propios. Este ganador llegó a la final con una mente poderosa, capaz de derribar todas las barreras a su paso. Siempre actúo con naturalidad y sospecho que pocas veces varió su actitud por tener la conciencia de estar haciendo televisión. Su estrategia fue mantener la integridad y coherencia de sus actos, sin importarle si eso le iba a granjear amistades o antipatías, tanto dentro como fuera de esas islas.
No fue nunca nominado por sus compañeros, lo cual tiene la importancia que tiene. Y a la hora de enfrentarse al juicio popular, hubo tantos dedos hacia arriba para él como para su competidor, un Rafa que vivió las condiciones más extremas y a punto estuvo de ganar una votación igualada durante la hora y media que duró el programa de la refinalísima. Es imposible ganar este programa sin recibir el placet de la audiencia votante, y solamente en la final el voto significa una auténtica aprobación. Todas las votaciones anteriores son para decidir un expulsado, sin significar eso que la audiencia esté validando o aplaudiendo la marcha del concurso de los nominados salvados de la expulsión.
En definitiva, el triunfo de Abraham es también un batacazo para ese Nacho Montes que cometió el error de despreciar al enemigo basándose en argumentos improvisados ad hoc, cuya veracidad es más que discutible. “Es más importante salvarte cada semana que ser líder, quedar inmune y que no te puedan nominar tus compañeros. Abraham me nomina cada semana, pero quien decide es la audiencia”, decía Montes, confiado en que la audiencia le estaba salvando realmente. Tan presuntuoso llega a ser su error como para afirmar ayer mismo que nunca se ha enfrentado directamente con Abraham, por lo cual este no puede decir que le ha ganado. ¿Perdona?
Abraham ha ganado a Nacho de todas las maneras posibles. Lo hizo consiguiendo no ser nominado por sus compañeros, la mayoría de las veces gracias a la inmunidad que le proporcionaba el collar de líder. Así es este juego, hay que saber aprovechar todas las oportunidades. Pero, sobre todo, Abraham ha ganado a Montes llegando a la final y llevándose los 200.000 euros de premio. ¿Acaso no es es eso suficiente? Parecido hubiera sido que ganase Rafa, su verdugo al comienzo de la gala del lunes. En todo caso, Abraham ganó anoche a Rafa, el cual había ganado a Nacho el día anterior. Pocas maneras habrá de ganar de forma más directa a un rival. Esta es particularmente humillante, porque Montes ni siquiera llegó a alcanzar la gloria de medirse con su rival en la última batalla.
Si Abraham hubiera pensado en la conveniencia de sus actitudes en la isla tal vez hubiera evitado nominar semana tras semana a Nacho Montes, utilizando el privilegio que le otorgaba su liderazgo. Igualmente, tal vez hubiera evitado enfrentarse a ese compañero al principio de una gala, diciendo abiertamente lo que pensaba de él. Es posible que eso haya contribuido más a su triunfo que ganar una prueba tras otra.
Son distintas formas de entender este concurso. Nacho fue a hacer televisión, creando de la nada supuestos roces sexuales con algunos concursantes, convirtiendo en una labor fundamental para el grupo un trabajo que Katia definió como “levantar la tapa de la cacerola, cerrar la tapa de la cacerola”. Se le fue la fuerza por la boca, en despreciar, insultar y menospreciar a casi todos sus compañeros. No vale escudarse en lo deslenguado que es, porque el problema no es ese. Podía haber sido deslenguado evitando dañar la imagen de los demás.
No es descartable que parte de la audiencia se decantase anoche por Abraham para ver rabiar a sus enemigos. Nacho se acercó a Rafa durante la última semana en la isla, y anoche defendió a este finalista, afirmando que prefería su triunfo. Está claro que esto no puede responder a otra cosa que al deseo irrefrenable de dejar a Abraham sin el premio. Es humano evitar la humillación final, pero no pudo ser.
Lo curioso es que Nacho puso en la isla a Rafa contra las cuerdas, sometiéndole a una situación límite al mencionarle a su hija, mismo hecho que le había sacado de sus casillas días antes durante la gala. Nacho y Katia se reían de él y su exclamación “grande Lomana”, aunque no olvidemos que también ridiculizaron a Abraham por intentar pescar, y conseguirlo. Sí, eso hizo quien luego sería gran amiga y confidente, la cantante Katia Aveiro.
Rafa tuvo anoche la sorpresa que echamos de menos en la gala del lunes. Su madre le esperaba en una sala y al verlo aparecer lloraba mientras exclamaba “mi hijo”. Poco después prometía alimentarle bien para que recuperase algunos kilos perdidos. Es lo que cabe esperar de cualquier madre. A sus 92 años, la señora de Lomana no solamente tiene un aspecto envidiable sino que proporcionó uno de los titulares de la noche. La auténtica bomba de la final vino cuando, preguntada por su famosa hija, respondió: “De Carmen procuro no hablar”. No hay más que decir.
El resto de la gala redefinitiva (finalísima de verdad de la muerte) discurrió entre poner de nuevo en un brete a Chiqui para verla llorar por enésima vez e intentar lo mismo con Katia, sin éxito en este caso. “¿Qué puedo hacer para que llores?”, le preguntó Jorge Javier, y ella tendió la trampa de decir que dejarla abrazar a Abraham. Lo abrazó, pero sin llanto alguno, que tampoco era necesario. Luego vino su actuación sobrecogedora, en versión musa del universo gay y candidata a la próxima edición de Eurovisión. Si no la presenta la televisión portuguesa debería hacerlo la española. ¡Katia for Eurovision Contest!
Eso sí, eché de menos en la actuación de Katia ese baile sensual que nos mostró en la isla, contoneándose delante de Diego o ensayando antes. La vi mucho más modosita, mirando todo el rato al suelo, como oteando el terreno por si caía desmayada de la impresión al estar actuando en Telecinco y en prime time. Le perdonamos que hiciera un cutre playback porque eso era solo un ensayo de lo que le espera a Europa cuando vaya a petar su festival de la canción. “Latina de cuerpo y alma yo soooooy…”
Hablando de Eurovisión, inenarrable me pareció la cara de Abraham cuando les ponían imágenes de la actualidad durante estos dos meses largos que ellos ejercían de náufragos en el caribe. Especialmente cuando apareció Conchita, cantante con toda la barba, a la que Katia se encargará de desterrar al olvido el año próximo. Luego les preguntaron la noticia que más les había impactado, pero ellos estaban a otra cosa. Lo del Atlético de Madrid campeón de liga, dijo Rafa, tras haberle visto alegrarse del triunfo del Real Madrid en la Champions. Abraham festejó la bajada del paro, tras lo cual Jorge Javier quiso saber si deseaban conocer los porcentajes, y Rafa preguntó: “¿del paro?”. La risión, amigos.
Los porcentajes (para la expulsión, claro) estaban casi tan igualados al final que al principio del programa. Es de esos casos que cualquiera pudiera haber ganado, pero la suerte estuvo anoche del lado de Abraham. Luego vino lo de Rosa Benito apareciendo con el cheque y el momento cumbre de proclamar el ganador, con el que he comenzado esta narración.
Hubiera asegurado que no estaría la ganadora de la anterior edición, tras el desplante al programa y a su audiencia en la gala posterior a su regreso de Honduras. Me alegro de que recapacitase, aunque fuera a cambio de dejar a la mayoría de concursantes en su casa, especialmente a Antonio Tejado. Con su presencia intentó ayudar a Abraham a la hora de elegir entre uno de los coches que le ofrecían para completar el premio. Supongo que en ese momento recordó las indicaciones que le hizo Amador hace tres años: “Escoge el más alto de gama”. Y amén.
Preguntas desde el palafito
¿Veremos esta noche las imágenes de Abraham quitándose el bañador-braga celebrando su triunfo? Importante analizar la escena observando las miradas de los presentes. Jorge Javier emocionado sin perder ripio, mirando justamente hacia ahí mismo. Rosa sin hacer ascos, aunque más fría y distante, no aparta la mirada. Álvaro más discreto, somete a su cuello a un esforzado giro para evitar ver en primer plano el gusanito del ganador. Y Raquel se da la vuelta boquiabierta mientras mira hacia Rosa, que a su vez no puede parar de mirar, y… fin de la escena. Había salido ya el copyright y nos dejaron con la duda de lo que pasó después.
¿A qué se refiere la pregunta realizada a Abraham sobre si el grupo de Isla Bonita realizó un pacto contra el programa? ¿Estamos hablando de un plante? ¿Por qué no se ha hablado antes de esto? Menos mal que esta noche hay debate con Álvaro de la Lama, y el lunes próximo una gala final con todos los concursantes de esta edición. Promete ser interesante y espero que nos haga salir de estas y otras dudas. Aquí estaremos para contarlo.