Éxito, éxito, éxito
María José ganó por una mínima diferencia la edición de Supervivientes que terminó anoche. Apenas cuatro décimas separaron a esta concursante y a Deborah del empate. El 50,4 frente al 49,6 sería un resultado calificado por los expertos en demoscopia como empate técnico.
Una vez descartado Parri, Jesús Vázquez preguntó a las dos concursantes si habían participado de esta aventura "por éxito o por dinero", dentro de un cuestionario planteado por separado a cada una y sin que pudieran escuchar las respuestas de la otra. Dadas las dudas de Deborah ante esta pregunta, igual que ante todas las demás, el presentador vino a definir éxito como fama, aunque nada más lejos de la realidad. De las tres definiciones que da el DRAE a esta palabra dos de ellas llevan el término negocio. A saber: "Resultado feliz de un negocio, actuación, etc." y "Fin o terminación de un negocio o asunto". Mientras la otra dice así: "Buena aceptación que tiene alguien o algo". Por tanto, nada de fama.
Ambas han terminado de forma feliz su actuación en este negocio pues lograron llegar hasta el último día. Y también las dos consiguieron una buena aceptación entre la audiencia votante. Como digo, casi tuvieron idéntica aceptación. Ahora bien, Deborah respondió que ella había ido por dinero y, si acaso, por vivir la experiencia pero no por conseguir éxito. María José todo lo contrario, dado que su respuesta fue "éxito, éxito, éxito". Este negocio ha terminado bien para la bilbaína, y el premio de 200 mil euros ha convertido en algo muy rentable su frenético trabajo en el caribe nicaragüense.
El triunfo de María José ha sido el del trabajo, el esfuerzo y la constancia. Su increíble fortaleza física me sorprendió casi tanto como su firmeza psicológica. Ella ha sido una fenomenal concursante cuyo triunfo está más que merecido. Nunca le negaré el reconocimiento y la felicitación a un ganador, pero mucho menos a alguien como esta aguerrida vasca a quien vi flaquear muy pocas veces. Ni un pero, por tanto, a su triunfo, por mucho que haya sido por la mínima y al no haber cuenta atrás para el cierre de las líneas del "televoto" (pocas veces se había utilizado en nuestro país esta expresión, tan común en Italia) se pueda poner en duda si fueron cerradas cuando tocaba o cuando los dígitos marcaban pírrica la diferencia hacia el lado deseado. Con todo, nada le debe importar algo que no dependía de ella.
Todo lo que sí estuvo de su mano fue gestionado con resolución y eficacia. El fuego se mantuvo gracias a ella durante interminables jornadas, algunas de ellas con lluvias torrenciales durante toda la tarde noche. Su entrega a la hora de ocuparse del fuego y la comida debió dar mucha tranquilidad al grupo. Pero no fue eso lo único que supo gestionar. María José fue la mejor vocera de sí misma. De nada vale el esfuerzo si no hay una buena campaña de promoción. Ella también se encargó de esto y con el mismo acierto que tuvo en todo lo demás. Pocos concursantes han sabido venderse tanto y tan bien.
Aunque anoche María José ganó gracias a la campaña inversa conseguida por algunos que fueron sus compañeros en la isla. Si había alguna duda sobre si debía ganar Deborah o ella esta fue despejada en el momento que hablaron Rafa o 'la legionaria', concursantes detestados por casi todos, que fueron expulsados con el voto aplastante de una mayoría en su contra. Al comenzar el programa, Jesús preguntó a catorce de los concursantes por sus preferencias ante el triunfo. No estaban los tres finalistas, candidatos a dicho triunfo, ni tampoco Trapote y Malena, las dos concursantes que pueden atesorar haber aguantado hasta el último día. Tampoco Óscar, puesto que apareció más tarde porque venía de torear.
Con Parri estaban solamente Román, Consuelo y Perdi, si bien estos dos últimos compartían favorito con María José (en el caso de la periodista) y Deborah (en el del ciclista). Del lado de la ganadora se posicionaron Miriam, Miguel, Víctor y Javier. Y el triunfo de Deborah era preferido por Nerea, Carla, Mireia, Sonia, Guillermo (compartido con Parri), 'la legionaria' y Rafa. Está claro que los famosos (es un decir) se decantaron claramente por Deborah. Perdi lo resumía con su poco diplomático estilo, impropio de un político: "Mientras no gane la señora bruja mentirosa...".
Pues bien, de las voces que apoyaban a Debi y se esforzaron por conseguir apartar del triunfo a María José, estoy por asegurar que las de Rafa y Bea tuvieron el efecto contrario. Después de sí misma, estos dos concursantes fueron la mejor campaña a favor de la ganadora. Es un lujo tener como detractores a personajes tan poco gratos para la mayoría. La mala educación y pésimas formas tuvieron su máximo exponente anoche cuando los dos se reían en la cara de Trapote.
Es intolerable y muy triste que se permita a un personaje como Rafa Mora hacer un corte de mangas a una concursante que ha salido de la isla escasamente tres días antes, después de llevar ochenta en esta dura aventura.
De igual forma que no puedo comprender como se puede someter a semejante humillación pública a quien merecía, cuando menos, el trato respetuoso y amable que tuvieron los finalistas. Primero porque es un ser humano, y después porque su mérito es semejante al de ellos. Estoy por decir que mayor, dado que de cara al programa (al espectáculo y al negocio, me refiero) ha sido mucho más importante que Parri y Debi juntos.
Trapote no pudo apenas hablar para defenderse. Es inhumano someter a alguien a una situación como esa. Pero sobre todo es muy injusto. Su momento quedó secuestrado por los más detestados de la clase, aquellos cuyo protagonismo ha cobrado un inusitado y absurdo protagonismo en las galas de Supervivientes. Menudo contrasentido que haya tenido semejantes oportunidades aquel a quien el 87 por ciento de la audiencia había expresado su deseo de dejar de ver de una maldita vez. Sentí vergüenza ajena e impotencia ante una injusticia así.
Mejor suerte corrió Malena, cuyo paso por el programa de la gran final fue algo más cómodo. Las entrevistas a las dos concursantes que estuvieron tantos días como los tres finalistas, darían paso a las de estos, después de que un guacamayo hiciera una atropellada predicción que resultó ser justo la contraria a la que los votos revelaron algo más tarde. El guacamayo al que bautizaron con el nombre del Productor Ejecutivo de Telecinco en este programa (y otros, como Gran Hermano), Paco Fernández, se fue a por el trozo de manzana delante de Parri, el tercer clasificado. Nada que ver con el inefable Paul, el pulpo alemán del mundial.
No nos dijeron nada nuevo las entrevistas a los finalistas. Ya sabíamos que Parri intentaría parecer menos dependiente de María José, que Deborah nos parecería menos independiente y María José no dejaría de pintarse como la más honesta y trabajadora. Me gustó más el frenético arranque del programa. Esos vídeos resumen fantásticamente realizados y con tanto ritmo que la primera media hora se pasó como un suspiro.
A Parri le faltó la elegancia de un caballero al ratificarse en algo tan feo dicho por él en la isla como que Sonia y Malena en la realidad no son tan guapas como en la tele. Esto le retrata muy bien como el cotilla chismoso que resultó ser. De no haber sido por cogerse a las faldas de María José desde el principio habría salido mucho antes. La protección de su mamá postiza le ayudó tanto como aprender de su habilidad para saberse vender.
Es increíble que un personaje como Parri haya terminado este concurso no ya como finalista, que también, sino con la imagen ampliamente extendida de haber sido un pescador gracias al cual se ha alimentado el grupo. Hasta la octava semana este concursante no había cogido una caña de pescar ni se había interesado por como hacerlo. En las cuatro semanas restantes se forjó una fama inaudita. Y este contrariado cronista pregunta: ¿Qué diablos estuvo haciendo las ocho primeras semanas?
Lo de venderse a uno mismo funciona cuando hay una base para hacerlo. En caso contrario solo puede servir para quedar como un impostor. Otra cosa es el extraño concepto con el que entró al concurso el gallego de origen ceutí. Según él, esto era una lucha contra uno mismo, contra el resto de concursantes y contra la audiencia. Lo lleva claro. Con tantos frentes abiertos no hay quien gane nada. Más le hubiera valido saber que debía superarse a sí mismo, ser honesto con sus compañeros y enamorar (o cuando menos convencer) a la audiencia.
Deborah siguió siendo tibia hasta el final. Cierto que coincido más con sus respuestas al cuestionario antes mencionado que con las de la ganadora. Pero su forma de responderlas, las dudas evidenciadas ante cada frase, el temor paralizante a decir algo impertinente, hacen que casi me gustarse más María José.
La tasadora de joyas fue precisa y segura, al menos. No dubitativa e insegura. Olvidando que casi empataron, el perfil de ganadora está claro que lo tenía mucho más María José. No solo porque su protagonismo fuera mucho mayor durante buena parte del concurso sino porque se trata de alguien libre que, aún a riesgo de equivocarse, no duda en decir lo que siente y piensa.
A pesar de lo dicho lamento que no ganase Deborah. Simplemente porque ella es de otra pasta, incapaz de venderse con facilidad. Ni la he visto capaz de auto promocionarse ni perjudicó nunca a un compañero. Sus opiniones fueron siempre mesuradas y su paso por el concurso absolutamente independiente. Su triunfo o fracaso dependía solamente de ella, aunque en este caso le perjudicase el envenenado apoyo de algunos compañeros en la última hora. Los mismos que tanto beneficiaron a María José.
Y es que debo confesar que anoche hubo un rato que desee el triunfo de la ganadora. Para darle en la boca a los Rafa Mora y compañía, para que algunos se den cuenta de quien tiene el favor de la audiencia y quien no, para ver si esto surte efecto y perdemos definitivamente de vista a ciertos advenedizos espantadores de audiencia a quienes se está dando demasiado bombo.
Por tanto, una vez supimos que no ganaría el pequeño cretino que parasitó en María José durante meses, me valía el triunfo de cualquiera de las dos finalistas. Como dicen de cierto ministro de Adolfo Suárez, gallego por más señas, al final de la gala podría haber preguntado si "han ganado los nuestros o los nuestros". Anoche María José y Deborah eran mis dos apuestas. Así ganaba seguro.
En el cuestionario final, Deborah declaraba no haberse sido sentido traicionada ni utilizada, todo lo contrario que María José. Según aquella, el mayor defecto de su oponente es el egoísmo y su mayor virtud que cuando ha hecho las cosas es porque le ha salido. Supongo que no valoró que madrugara para coincidir con el primer turno de cámaras. Para Mariajo, por su parte, el mayor defecto de Debi es dejarse manipular y su virtud que es muy tierna.
Algunas de sus otras respuestas fueron las que enumero a continuación, poniendo siempre primero la respuesta de Deborah y luego la de María José.
Tu mayor virtud: Que he sido como soy / La honestidad y la sinceridad. Podría decirte más.
Tu mayor defecto: Que soy muy cabezota / Querer controlar un poco todo.
El más estratega del grupo: María José / Trapote.
El más vago: Carla / Más de uno
El más trabajador: María José / Ella misma, además de Óscar y Javi de entre los famosos y todos los anónimos menos Nerea y Debi.
El más sucio: Perdi / Nadie.
El más diplomático: Miguel / Guillermo.
El más tramposo: Román / Nadie.
El más honesto: Román / Parri.
El más mandón: María José / Ella misma.
El más borde: Ninguno / Varios.
El más divertido: Trapote / Debi, Sonia y Malena.
El más egoísta: María José / Rafa.
Solo leyendo lo relativo a los defectos y virtudes propias está todo dicho. Bueno, nunca está todo dicho, aunque por mi parte casi.
Pongo el punto final agradeciendo a todos nuestros amigos la fidelidad y el entusiasmo a la hora de llevar al rojo vivo los comentarios de este espacio durante la temporada que hoy se cierra. Ellos (vosotros) han (habéis) conseguido que lleguemos a una media de casi 900 comentarios por anotación, frente a los 260 de la temporada anterior.
Aunque aún mayor ha sido el incremento del tráfico generado por este blog, que se ha multiplicado por cinco durante esta edición (según mis datos). Por todo ello, gracias sinceras y emocionadas. Si en algo me he equivocado (seguro que en mucho) pido disculpas a todos. Ha sido un auténtico placer.