Los problemas de salud diezman la ya capitidisminuida población de Cayos Cochinos. Contaba desde este palafito inexistente, hace ya dos meses exactamente, que en la vígesima tercera edición de su diccionario la Real Academia propone enmendar la definición de 'superviviente' dejándola así: “Que conserva la vida después de un suceso en el que otros la han perdido”. Hombre, pues va a ser que es mucho más precisa que ese simple "que sobrevive" de la edición actual. Aparte de adecuarse mucho más a lo que está sucediendo en este programa, donde al final tendrán que declarar desierto el premio o dárselo a quien, efectivamente, sobreviva cuando el resto hayan abandonado camino del hospital.
Lo que debí advertir aquel día, antes del inicio de esta edición de Supervivientes, es de la prolongada duración de la misma. Siguiendo el esquema de las tres ediciones anteriores, también en este canal, debería quedar una semana de concurso, en lugar de tres. De los setenta días hemos pasado a más de ochenta, lo cual puede estar rebasando algunos límites.
El caso es que Santi está ya en la clínica, reposando, durmiendo en un colchón y con una dieta blanda consistente en arroz y un poco de carne. Las palabras del médico son cualquier cosa menos tranquilizadoras. Los análisis han salido muy bien, pero en la exploración realizada en Playa Uva tanto como en la resonancia posterior han detectado algo que requiere una nueva resonancia. Vaya palo. No parece precisamente hipocondríaco el interesado, porque si no ya habría sido devorado por el miedo.
Pero no solamente Santi parece víctima de una intoxicación, o similar, puesto que los demás están en semejante estado. Matías volvió de su misión en la selva, donde solamente ha logrado uno de los brazaletes que debía encontrar, y lo hizo a pie. ¡Menuda sorpresa! Si resulta que desde la selva se llega andando por las rocas de la costa hasta la playa. Allí le esperaban las tres chicas, que estaban bien a gusto sin tener a los 'king-kones' cerca. Zúñiga llegó a proponer que se quedara cada uno de ellos en una isla y les dejasen a ellas tranquilas allí. Supongo que será para comerse el salami entero, que poco les falta. Si se descuida Matías ni lo huele. No sé si morirían de inanición, o de empacho de salami, porque hasta la llegada del argentino no pescaron en condiciones, como llevan haciendo en las últimas semanas.
Tras la llegada del argentino le dieron buena cuenta a los alimentos que se ganaron la semana pasada, de igual forma que habían hecho dos días antes junto a Santi. Después de tanto tiempo sin cometer exceso alguno en lo referente a la alimentación, lo menos recomendable parece ser mezclar sin orden ni concierto el salami con las galletas y el chocolate. Mucho menos si dejan el embutido para postre del dulce. Eso no le puede sentar bien a nadie.
No me gustó nada esa Zúñiga reconvertida en Santi, o sea, protestona y pendiente de como cocinan los demás. Si Matías ha propuesto hacer la comida y los demás han aceptado que así sea, no veo la necesidad de estar encima de él, diciéndole si las lapas están crudas o no. Si les pone las lapas crudas dos días seguidos ya le impedirán que la siga preparando más días. Pero eso es una cosa y otra bien distinta ejercer de censor sobre el trabajo del otro. Es un vicio que tenemos, aquí mientras trabaja uno muchas veces hay otros cuatro que miran. Y si alguien no lo cree, puede ir a cualquier obra donde se pueda ver el trabajo de una cuadrilla de obreros. Tremendo, oiga.
No sé si por empatía, pero el grupo al completo estaba a media tarde del domingo a la sombra de la cabaña, tumbados y con la mano a la altura de la barriga. Eso cuando no estaban en otro lugar, evacuando la misma. Algo no funcionaba bien. Más tarde apareció el médico, que además de tranquilizarles con respecto a Santi les daba algunas malas noticias. La principal es que les retiraba la comida. A bote pronto, sus palabras parecen invitar a la hilaridad general, cuando les dice que están comiendo demasiado y deben dosificar. ¿Demasiado? ¡Si se han quedado en los huesos! Pero no le falta razón al galeno.
Todo el grupo ha pasado tiempo comiendo muy poco, o bien porque la pesca no era fácil o a consecuencia de la desidia general. Esto ha pasado desde el principio, pero en las últimas semanas se han topado con un lugar donde la pesca es mucho más sencilla, llegando a apresar decenas de peces en un mismo día. Si a esto le añadimos que en algunas galas, como la pasada, les han facilitado variedad de comida en cantidades limitadas pero mucho mayores de las que tuvieron nunca, el contraste es importante. Han pasado de no comer casi nada, salvo algo de pescado (crudo durante las primeras semanas) y almendras, a tener pesca en abundancia junto a otros alimentos. Para pasar racionalmente de apenas comer a hacerlo en cantidades normales hay que intentar ir de forma gradual, incrementando poco a poco las dosis para evitar el rechazo del sistema digestivo.
Esto fue, más o menos, lo que les explicó el doctor, además de advertirles que les retiraba la comida. Es de suponer que se lo devolverán en breve, cuando los cuerpos estén más en condiciones. De momento, les proporcionarán arroz hervido y limonada. Cuatros litros, por lo menos, de líquido y tres raciones de arroz al día será su dieta por el momento. Esto es lo que podríamos llamar un auténtico hospital de campaña.
Preocupante es que Santi sea duda. No está claro que vaya a poder continuar, lo cual tiene visos de desastre para este programa, al que se le empezaron a ir los concursantes pidiendo ser nominados y expulsados por la audiencia, y pueden terminar quedándose en cuadro por baja o lesión. Preocupante que todos estén pasando por más o menos lo mismo a un tiempo. Más que de empatía podríamos hablar de intoxicación, aunque esto son palabras mayores mientras no haya pruebas.
Dice Michael Friedman que: "El nombre científico de un animal que no corre ni lucha contra sus enemigos es almuerzo". El enemigo de este grupo de concursantes ha sido precisamente el hambre, y cuando más esfuerzo han puesto en evitar ser devorados de forma tan cruel resulta que ahora han pecado por exceso. Si durante las primeras semanas les acusé de conformismo, ahora puedo decir que sí han terminado luchando contra ese implacable enemigo que es el hambre, por mucho que les haya traído una buena cagalera.
Aunque también puede ser que el secreto de la sopa se lo trajera Cuca consigo, y el sucedáneo que ahora preparan sea más que alucinógeno directamente venenoso.