Destronado el rey pescador

telecinco.es 11/06/2010 09:46

Fue pescador y pecador. Pescó 107 piezas, según su propio recuento, y tal vez pecó solo de un defecto. La audiencia le ha mandado para casa en la primera oportunidad al haber sido descubierto. Parada no dijo ninguna tontería si es cierto que pronosticó una posible victoria de Óscar. Si acaso vendió pronto la piel de un oso que no está nunca bien cazado hasta el día de la final. O sea, valoró poco la libertad con la que vota la gente. Pero no le faltaba razón al considerarle un candidato aventajado.

Este concurso lo han ganado dos toreros. Bien es cierto que durante las temporadas que era emitido por otro canal, pero si contamos solamente aquellas con concursantes famosos estamos hablando de dos de ocho ediciones ganadas por toreros. Se puede decir que Óscar Higares es el primer torero que no gana Supervivientes, aparte de ser probablemente el mejor matador de toros de los tres. La segunda característica que le hacía ser visto como un serio candidato al triunfo es precisamente la que le ha descabalgado de esta aventura: la pesca.

Los que pescan tienen más posibilidades que los demás de aguantar en este concurso, aunque la misma estadística nos indica que eso no garantiza el triunfo. Desde Nilo Manrique no ha ganado un pescador nato y, de hecho, tampoco podemos considerar como tal a Óscar. Él mismo lo reconocía anoche: "No soy pescador, he ido aprendiendo aquí". Está claro que este concursante fue con una idea clara sobre la importancia de la pesca, no solamente de cara a la supervivencia sino también para el concurso. ¿Por qué ha sido expulsado entonces?

La audiencia ha destronado al rey pescador al haber descubierto el engaño del que habló Rafa, posiblemente mucho antes de que este lo sospechara. Óscar volvió a faltar a la verdad anoche cuando afirmaba que siempre había dado facilidades para que pescaran los demás. Todos le hemos escuchado hablar del anzuelo y la caña como "mi caña" y "mi anzuelo". Incluso durante el día que pasó junto a otros tres concursantes en Buttonwood Cay se refirió así a unos instrumentos de pesca propiedad del grupo en su conjunto. También le hemos oído despotricar porque le hubieran cogido la caña tras comprobar que el anzuelo estaba desgastado.

El testimonio más definitivo de la escasa o nula disposición a compartir sus progresos en la pesca y que otros colaborasen en la labor, disponiendo de varios turnos de pesca (por fin se han dado cuenta de la importancia de los turnos), la tuvimos con Parada. Este invitado le pidió a Óscar entrar con él al mar y que le enseñase a pescar. Su principal objetivo era aprender más que alimentar al grupo, dado su fugaz (y polémico) paso por la isla. La respuesta fue que no entrase a su lado porque le espantaba los peces. La cara de Parada era un poema tras la poco diplomática respuesta del torero.

Por tanto, no es verdad que diera facilidades para que otros probasen a pescar. Durante muchos días solamente tuvieron un anzuelo, lo cual incorporaba un factor de riesgo ante la posibilidad de perderlo y quedarse sin posibilidad de pescar. Naturalmente, a esto se añadía la falta de predisposición de muchos que ahora están encantados con salir a pescar pero antes andaban mucho más preocupados por descansar y reservar fuerzas. La maratón de Rafa ya parece haber terminado y ahora va más del rollo 'jara y sedal'.

Tampoco fue fiel a la verdad Víctor, anterior expulsado, cuando afirmó sin sonrojo alguno que "no nos ha faltado nunca la pesca". ¿Cómo? Todos hemos sido testigos de semanas en que apenas han comido nada, aparte de lapas, caracolas o un coco. Hasta les hemos visto comer coco podrido y la caca de los erizos. ¡Por el amor de Dios! ¿Cómo puede decir tal cosa?

Óscar ha fracasado en sus dos intentos, según mi modesta opinión. El primero fue el de monopolizar la pesca en su beneficio. Su motivación está clara al comprobar que ha contado los peces por él capturados, siendo capaz de hacer recuento de piezas después de pasado más de un mes (107, como dije antes). Y el segundo el de ser amable con todos y tener siempre (o casi) a punto una buena palabra, mostrándose comprensivo en todo momento. Para mí tengo que era una pose, teoría abonada por sus propias palabras poco después de ser expulsado: "Creo que he sido un caballero en todo momento y me he mostrado... pues como soy, generoso". ¡Toma ya! Y no tiene abuela el torero. En un momento se había calificado de caballero y generoso.

Desconfío de quien se echa flores a sí mismo, especialmente en un momento que no toca. Óscar perdió ayer, la audiencia votante lo había querido fuera de la isla y algunos de sus compañeros le habían reprochado un poco antes su actitud en el tema de la pesca. Era momento, si acaso, para reflexionar sobre aquello que haya hecho mal y admitir su derrota, no para pintarse de caballero generoso.

Cuando el programa vive un momento dulce, probablemente el mejor que vaya a pasar y uno de los más entretenidos e interesantes de los últimos años, perder el tiempo comentando artificiales enfrentamientos, como el de Parada y Miguel, me parece bastante prescindible. Intentaré, por tanto, sintetizar al máximo el relato de esto que nos había sido presentado como uno de los platos fuertes de la noche, pero se quedó en tan solo un entremés, también es cierto que con ciertos tintes de vodevil.

Ese momento de la gala tuvo también algo de drama sobre el que voy a evitar pronunciarme. Me refiero al encontronazo entre Jesús Vázquez y José Manuel Parada cuando este último aludió a la especial sensibilidad que aquel debía tener ante acusaciones como la que le habían hecho (de forma más o menos velada) de haberse comportado con Miguel poco menos que como un acosador. La también velada referencia a un asunto pasado en la historia del presentador no fue bien aceptada por este. Creo que ninguno de los dos tuvo su mejor noche y, como dije antes, evitaré pronunciarme sobre este particular que afecta a dos buenos profesionales que estoy seguro serán capaces de aclarar y resolver sus diferencias.

Pero aquí el enfrentamiento esperado no era con el presentador sino con el "chico canario", singular forma utilizada por Parada para referirse a Miguel y que tan mal sentó a algunos en plató. Bien le podía haber llamado tete, nano, tío o chorbito, formas coloquiales manejadas también anoche. Miguel es ese concursante que abandonó para asistir a la boda de su hermana y luego ha pedido volver tras la ceremonia, sin ni siquiera pasar por el convite. Este se cree que esto es como el ejército y pueden disfrutar de permisos.

Entre medias se le ocurrió acusar a Parada de ser el responsable de su abandono, lo cual me sigue pareciendo igual de irrisorio que la primera vez. No sé quién cree que es el periodista para dar por buena una barbaridad como esa de que la organización tenía pactado con Óscar que ganaría el concurso. Aparte de que anoche mismo se vio hasta que punto esto es falso pues resultó el expulsado de esta semana, no sé si tiene más delito inventarse algo así o creérselo.

No estoy dando por buena la versión de Miguel, cuya animadversión hacia Parada la demostró desde el primer día. Pero aún en el caso de ser cierto, y dado que el mismo interesado ha reconocido que no paró de soltar bolas durante sus nueve días de visita en la isla, allá quien se crea algo tan absurdo. Aún es peor si creemos que abandonó porque Parada había hablado de los supuestos malos resultados de audiencia cosechados por el programa. A mí me sugiere la imagen de las ratas que abandonan el barco antes que ningún otro ser vivo.

El resto del interés de la gala estuvo en las nominaciones, resultado de las cuales volvimos a tener en la palestra solamente chicas. Aún así parece increíble que sigan en el juego cuatro chicas entre los nueve concursantes, concretamente dos famosas y dos anónimas. El jueves próximo habrá una menos, al haber quedado nominadas María José, Mireia y Trapote.

Datos a destacar en esta sexta ronda de nominaciones, por ejemplo que cuatro concursantes votaron exactamente igual. La combinación de María José y Mireia (de nuevo debían dar dos nombres) fue repetida por los tres supervivientes del pacto de los barbudos (Óscar aparecía ayer afeitado de nuevo, quizá renegando de tal pacto) y también por Trapote. Román y Deborah, por su parte, coincidieron también al nominar a Mireia y Trapote. Como se ve, Mireia sigue teniendo el apoyo de sus compañeros para ayudarla a salir, pero no así el de la audiencia votante. María José añadió el nombre de Rafa al de Mireia, dando por supuesto que se nominarían mutuamente, como así fue.

Nominadas Mireia y María José, con siete y cinco votos respectivamente, solo quedaba que el nuevo líder decidiera el tercer nombre. Digo nuevo líder a pesar de que fue el mismo que las dos semanas anteriores. Parri es el gran tapado de esta edición, un matemático cuatro chichas que da la sorpresa en las pruebas de liderazgo. Aparte de ser inmune una semana más, tuvo esta vez otra ocasión de poner en la palestra a un peso pesado, respondiendo al deseo de la audiencia. Ocasión desperdiciada esta vez.

Tras el acojone de la semana pasada por haber nominado a Óscar, Parri optó anoche por la opción fácil de nominar a Trapote con la excusa de que no quiere seguir en el concurso, la misma utilizada por quienes la habían nominado antes, incluyendo Mireia. Pues bien, en el momento de nominar había sido clara y contundente. Trapote no quiere marcharse, ha cambiado el chip. Por fin tuvo llamada del exterior (su madre al teléfono, dándole ánimos y transmitiéndole el cariño de su novio) y mostró disposición para aguantar lo que haga falta.

Descartada Trapote, nominada inútil al demostrarse semana tras semana que cuenta con el apoyo de la audiencia, la cosa está posiblemente entre Mireia y María José. No sé si pesará más la lástima ante la que quiere marcharse desde hace semanas o la poca simpatía que despierta la otra nominada.

Por cierto, confirmamos que a pesar de no ser "muy de embutido" Román se comió la recompensa con gusto. Tampoco le hubiera hecho ascos Óscar, a pesar de no tener pan para acompañar. Los demás también disfrutaron la recompensa que tanto les había costado conseguir.

La avaricia estuvo a punto de malograr la primera parte de la prueba al plantearse arrastrar tres cajas sin poder apenas moverlas. Menos mal que desengancharon una de ellas y llegaron a la meta en tiempo consiguiendo tres minutos para la segunda parte de la prueba. En esta llenaron unas botellas con agua de mar transportada en la boca. La recompensa era entonces de ellos. Si otras veces se puede decir que por la boca muere el pez, en este caso fue lo que les hizo conseguir comida, uno de los bienes más preciados en esta experiencia.

Y dejo una instantánea de la situación que se vive en este momento en el concurso, con los concursantes aún en juego y sombreados aquellos ya expulsados. Llevamos más de treinta y cinco días en juego, seis semanas que probablemente sean la mitad del tiempo total. Al menos en cuanto a número de expulsados sí podemos decir que estamos en el paso del ecuador: quedan nueve de los dieciocho concursantes que comenzaron el concurso.