Cuando vuelvo a recordar mi gran aventura, me doy cuenta de lo especial y bella que era. Me da rabia que en esos momentos no me diese cuenta, desearía poder hablar con aquella niña de 14 años que comenzó una historia y que no sabía en qué iba a acabar todo, abrazarla y darle fuerzas… Pero si eso pudiera ser no hubiera existido historia y no sería la persona que soy hoy en día. Por eso es bueno tener experiencias, tanto malas como buenas, ya que gracias a ellas nos formamos como personas y vamos adquiriendo personalidad.
Un día me desperté con una felicidad increíble. Me acuerdo que había soñado con la película que en ese entonces me hacía despejarme la mente (era una nueva versión de Peter Pan en la que los protagonistas eran actores de mi edad). Me acuerdo que soñé que Peter venía a recogerme y me llevaba muy lejos, a un lugar lejano donde podía ser yo misma. Era joven, pero sabía exactamente que no existía, aunque lo relacionaba todo con mis sueños: El país de nunca jamás lo relacionaba con Granada, el lugar donde podía comenzar a ser feliz; los niños perdidos con amigos de verdad; Peter Pan el chico de mis sueños y Wendy la mujer que siempre quise ser. Recuerdo que esa mañana me miré en el espejo, que me costaba mucho en esos momentos porque no me sentía retratada, pero ese día vi algo diferente. Comencé a fijarme en pequeñas cosas, me toqué el pelo y note cómo me creció, me miré a los ojos tras el espejo y descubrí que tenía un color de ojos preciosos y una mirada llena de sueños. En esos momentos en los que me sentía un error comprendí que era una persona y que tenía derecho a ser feliz. Me costó aceptarme tal y como era en esos momentos, pero me di cuenta que tenía que hacerlo para seguir adelante y te animo a que hagas lo mismo: Mírate delante del espejo y en vez de sacarte defectos, date cuenta de lo que tienes y te sorprenderás de las cosas tan bonitas que tienes.
Desde la carta que le envié a ese chico la situación cada vez era menos llevadera. Cada día que pasaba me costaba más levantarme de mi cama. Recuerdo que me volví tan insegura que tartamudeaba al hablar y me fui volviendo un poco agresiva debido al machaque psicológico. Mi niñez se iba alejando y me iba convirtiendo en una adolescente… Muchas amigas con las que me juntaba decidieron alejarse de mí, ya que según ellas, si iban conmigo no podrían ligar con chicos. Por esto conocí a unos chicos con los que entablé una bonita amistad ya que sufrían un poco de marginación y me sentí identificada con ellos. La gente se metía con ellos por ser diferentes, pero sinceramente a mí me parecían realmente geniales, me lo pasaba en grande jugando a la videoconsola, leyendo libros… Parecíamos un poco ratones de biblioteca, pero me alegro haber estado así en esa faceta de mi vida porque creo que con esa edad tenía que estar haciendo ese tipo de cosas y crecí, sin darme cuenta, de una forma muy sana.
Desde aquí les doy las gracias a Curro y Adrián por hacerme feliz en esos momento de mi vida y ayudarme cuando verdaderamente me hacía falta.
Un día camino de mi casa, no me acuerdo de donde venía, me crucé con un chico. Recuerdo que estaba preparada para que se metiera conmigo como de costumbre, pero en vez de eso cruzó por mi lado y se me quedó mirando. Yo seguí caminando, me quedé un poco atontada porque nadie me había mirado de esa manera jamás y, bajando la cuesta que hay para llegar a mi casa, escuché un silbido por detrás de mí. Al girarme le vi a él haciéndome gestos como para que fuera donde estaba, un poco asustada, porque no me fiaba de nadie, me dirigí hacia donde estaba y me preguntó cómo me llamaba. Me quedé atónita, a este chico lo había visto miles de veces por la calle y claro que sabía quién era. Confundida y muy nerviosa le pregunté que si se estaba cachondeando de mí. Me dijo que no y me pidió mi correo electrónico. Estaba a la defensiva y creía que quería mi e-mail para cachondearse, pero al final me dijo que lo quería porque me conocía de vista. Al ver la amabilidad en sus ojos acepté dárselo. Esa misma noche cuando me puse a ver una película en mi ordenador, recuerdo que me envió mensaje por el Messenger.
Comencé a hablar con él. No me acuerdo mucho de la conversación que tuvimos, pero sí de que me sentía con mucho miedo por si quería engañarme o burlarse de mí. Estaba tan a la defensiva que me esperaba de todos cualquier cosa, pero se mostró en todo momento muy amable, hasta que poco a poco fui confiando en él. Recuerdo que hablaba con él todas las noches antes de dormir. En esos momentos era una niña y estaba empezando a vivir. No entendía de maldad, este chico tenía 18 años y sabía mucho más que yo. Encontré apoyo en una persona, en una persona que desconocía, en una persona que me hacía sentir como yo era y me ilusioné. Era tal la falta de cariño y las ganas de vivir tan enormes que tenía que me deje llevar. Estuvimos hablando un mes más o menos por ordenador hasta que un sábado por la noche, ya un poco tarde para una niña de 14 años, después de ver mi película favorita, me envió un mensaje como todas las noches. Pero esta vez era diferente, me propuso quedar con él…¡esa misma noche!.
Se me puso la piel de gallina, sabía que clase de invitación era. ¡Dios mío la primera vez que iba a estar con un chico a solas!!! Había un problema: era muy tarde….mis padres no me iban a dejar salir y además tenía un miedo terrible a que me hicieran algo porque la situación en mi pueblo no estaba para hacer ese tipo de cosas pero era una inconsciente y tenía ganas de salir, de experimentar, de encontrarme con Peter Pan!!! Es difícil detener los sentimientos de una adolescente. Me sentía como un caballo salvaje encerrado en su establo deseando correr por el campo y vivir de una vez. En esos momentos no entendía ni cómo funcionaba eso de quedar con un chico, ni me pinté, ni me arreglé ni nada simplemente dejé que CAROLINA se liberara de una vez por todas, sin prejuicios y siendo yo misma.
Quedé con él en un parque solitario que hay subiendo una cuestecita que hay cerca de mi casa. Llegar hasta ese lugar me costó muchísimo. Cuántos sentimientos pudieron manifestarse en esos momentos por mi mente: Miedo a lo desconocido, miedo a quedar con un chico, miedo a no estar a la altura, miedo por escapar de casa, miedo por sentirme engañada….pero era tal los sentimientos y los sueños que me pasaban por la mente que no pude detenerme. Cuando me reuní frente a él me bloqueé, a medida que pasó el tiempo me iba sintiendo cada vez más a gusto, hablamos muy poco. Había muchos nervios por mi parte y por la suya también, hasta que salió mi monotema “Mi transexualidad” en todo ese mes que habíamos estado hablando. Di por hecho que sabía mi situación, pero por lo visto no. Fue un momento muy duro para mí ya que me sentía engañada y me sentía mal por haberlo hecho con él. Se lo confesé como pude. El pobre chico no daba crédito a lo que le estaba contando, estuvimos debatiendo un rato sobre el tema la cuestión. No se lo creía. Finalmente lo terminó aceptando. No recuerdo el momento ni lo que dijimos, pero él me miro a los ojos, yo le mire a él, los cerré y me dejar llevar. Es muy difícil describir un sentimiento tan precioso como el que sentí en esos momentos. Me sentía viva. Mi respiración iba a mil por hora…y sobre todo por unos segundos pude olvidar todas mis desgracias y me sentí por primera vez aceptada. No hubo nada más que contar por si queréis más detalles jajaja. Al llegar a mi casa me sentí aliviada porque no me pilló nadie. Mis padres seguían acostados y me dirigí a mi habitación para dormir. Siempre leía un libro antes de dormir, pero en esos instantes mi vida era tan apasionante, me encontraba tan feliz, que lo único que podía hacer era recordar ese maravilloso instante en la que un ser me hizo sentir como me sentía verdaderamente.
A la mañana siguiente recibí un mensaje a mi móvil recibiendo amenazas y diciéndome que no quería saber más nada de mí. El dolor y la confusión que pude sentir en ese momento no lo sabe nadie mas que yo. En esa edad que no se es capaz de razonar, ni de comprender ciertas cosas. Hizo que me bloqueara y que me encerrara más en mí misma. Lo peor de todo no era que no podía comentarlo con nadie ya que si mis padres se enteraban podría haberme llevado un buen castigo por irme de casa a esas horas, así que me lo guarde para mí y lo lloré en silencio.
Aunque mi momento de película de amor hubiera resultado ser una falsa, me mortificaba mucho el hecho de pensar que el primer beso hubiera sido una mentira al haberla sentido con tanta intensidad, pero bueno la vida es así. De los errores se aprende, pero este tipo de sucesos no me impidieron seguir soñando y seguir creyendo en el amor.
Principes y princesas desde aquí os aconsejo que luchéis por lo que queréis, a veces tienes sueños y no lo realizas por cobardía o porque crees que es una locura. Te recomiendo que lo hagas y en caso de que aunque te salga mal aprenderás de ellos y te llevarás una vivencia para siempre.
Os dejo con la melodía “Fairy dance” de la banda sonora de Peter Pan: la gran aventura. Os sorprenderá.
UN BESAZO MIS PRINCIPITOS.