"Llegué a negarme como persona"
La mayoría de la veces cuando echamos la vista atrás, cuando recordamos algún momento, lo solemos proyectar en nuestro cerebro como si nos viéramos en una fotografía o una película. Pero cuando yo cierro los ojos e intento recordar los días en los que estuve en el hospital lo recuerdo como si estuviera observando la imagen en primera persona como si lo viera con mis propios ojos. Fueron 15 días muy lentos.
Era una habitación maravillosa, muy amplia, las paredes estaban pintadas de amarillo que le daban aire fresco y le quitaba un poco el ambiente a hospital. Destacaba una gran ventana que daba a un balconcito desde donde se podía observar el mar. Pero sobretodo, lo más importante, es que no tuve que compartir habitación con otro paciente ya que la recuperación es muy dolorosa.
Aunque disponía de las mejores condiciones en las que se puede estar, me agobiaba tener que estar encerrada entre esas cuatro paredes, demasiada ansiedad recorría mi cuerpo en esos instantes, era como un caballo desbocado. Tenía 17 añitos y psicológicamente no me encontraba preparada para estar postrada en una cama, pero he de decir que aprendí a controlar mis impulsos aunque en muchas ocasiones la depresión podía conmigo. Me sentía un poco dolida y cabreada, me preguntaba: " ¿Y por qué me ha tocado esto a mí?". Mis amigas no sabían siquiera a qué clase de operación me estaba sometiendo, ni sabían dónde estaba, simplemente desaparecí… Esas pequeñas cosas, que aunque a lo mejor no parecen importantes, te minan por dentro. Te ocultas y al hacerlo te niegas como persona, así que, aunque hubiera vuelto a nacer, mi corazón seguía sufriendo aunque mi cerebro crecía y se hacía más fuerte…
Todo esto lo transmitía en forma de lágrimas, no me sentía lo suficientemente capaz y no era el momento de hablar de estas cosas con nadie con el dolor que tenía en esos momentos. El dolor no disminuía, los primeros cuatro días fueron realmente duros, la sensación era similar a como si te quemaran con un mechero, era una sensación muy desagradable, a partir del quinto día empecé a notar como el dolor comenzó a cesar lentamente, de vez en cuando me daban ataques de ansiedad y mi mami me daba masajes en la cabecita, si no hubiera sido por ella hubiera sido todo mucho más complicado. El decimotercer día el doctor me quito la sonda y los drenajes y me comentó que podía levantarme al día siguiente y que ya podría orinar con normalidad, pero que era como una niña pequeña, ahora tenía que aprender a hacerlo, fue muy divertido ese momento, lo puse todo perdido… ja,ja,ja. Al decimoquinto día me dieron el alta y me pude ir a casa allí tendría que seguir con la recuperación, pero al menos ¡estaba en mi casa!.
En teoría la recuperación duraría un mes para que pudieran cicatrizar heridas etc, pero en mi caso tuvo que pasar un año para no tener molestia de ningún tipo. Se podría decir que mi proceso de transición acaba aquí, pero yo creo que el proceso nunca termina y es que estamos en continua evolución, las experiencias y nuestras decisiones nos hacen cambiar según lo que nos depara la vida.
He podido colaborar con Iván Gardesa en el videoclip de la canción “Perdóname por olvidarte”, ha sido una experiencia preciosa, ¡os invito a verlo!, por cierto la torta que le doy es de verdad…Ja,ja,ja.
Un beso muy grande chic@s