Las tropas españolas ya se han desplegado en la República Centroafricana donde reina el desorden y se asumen, por tanto, algunos riesgos. Hace cinco días en la hasta ahora tranquila Yibuti tres militares del Ejército del Aire resultaron heridos en un atentado. El conflicto afgano sufre uno de los momentos más sangrientos desde la invasión de EEUU, y el norte de Malí se ha vuelto inestable con la ofensiva tuareg.
España asume cada vez una mayor presencia en las misiones internacionales, especialmente en el continente africano, y la última muestra de ello es el reciente envío de 50 soldados del Mando de Operaciones Especiales (MOE) y 25 guardias civiles a República Centroafricana, un país desgarrado por la violencia étnica y religiosa. Allí, entre otras cosas, harán labores de vigilancia y tratarán de restaurar la seguridad en dos barrios de la capital, Bangui, donde a pesar de la relativa apariencia de seguridad (en comparación con otras zonas del país) se vive en un estado de violencia generalizada.
En el cuerno de África la situación se está complicando. Yibuti es un oasis de tranquilidad y estabilidad en comparación con los países que lo rodean: Eritrea, Somalia… Punto de atraque de los buques que participan en las operaciones contra la piratería en el Índico, es también la base permanente del Destacamento Orión del Ejército del Aire, el avión que fotografía y vigila desde el aire los campamentos y barcos piratas de toda esa costa africana para la Operación Atalanta. Tres de los soldados del destacamento resultaron heridos el pasado día 24 en un atentado terrorista reivindicado por la organización Al Shabaab, ligada a Al Qaeda, el primer atentado que perpetra en este país.
El atentado lo llevaron a cabo un hombre y una mujer que lanzaron granadas contra un restaurante y se inmolaron después con sus chalecos explosivos. El local es uno de los restaurantes que se concentran en uno de los distritos del centro de la ciudad. Una zona de bajo riesgo calificada como accesible para los occidentales (pero siempre acompañados) en el manual de zona de operaciones que el propio Estado Mayor publica en su página web. Los fines de semana estos restaurantes y los pubs de alrededor se llenan con los miembros de las dotaciones de los barcos que recalan en puerto y con los soldados de permiso de las bases permanentes que tienen franceses y norteamericanos. Los franceses eran el objetivo. En su reivindicación los terroristas justifican el golpe “contra los cruzados franceses por su complicidad en la masacre y persecución de nuestros hermanos musulmanes en la República Centroafricana y por su papel activo en el entrenamiento y equipamiento de las tropas apóstatas yibutianas en Somalia”. Pero en estos restaurantes nunca hay sólo franceses. Desde ahora, esos restaurantes y pubs frecuentados también por los soldados y marineros españoles se van a convertir en zona de alto riesgo.
También hay preocupación en Afganistán, aunque mucha menos que antes de la retirada de la provincia de Bagdhis. Entonces, nuestras tropas combatían casi a diario. Patrullaban por zonas de altísimo riesgo y los encontronazos con insurgentes eran el pan de cada día. Desde que la presencia española se ha reducido al contingente que permanece en Herat el riesgo es mucho menor pero no inexistente y se teme por el futuro. El país vive tras elecciones un período de inestabilidad y violencia muy alto. La provincia de Herat, de las más tranquilas, ha vivido en los últimos días dos episodios preocupantes, aunque no han afectado directamente a las tropas españolas. La pasada semana un grupo de hombres armados miembros de Lashkar-e-Taiba, un grupo que pide la anexión de Cachemira a Pakistán, asaltó el consulado indio sin que se produjeran víctimas. El 28 de mayo dos miembros del cuerpo diplomático estadounidense resultaron heridos tras un ataque insurgente al convoy que los trasladaba al aeropuerto de Herat. Fueron tratados en el hospital que los españoles tienen en el propio aeropuerto.
En Malí, de momento, no hay motivos para temer que el renacido conflicto entre los rebeldes tuareg y las tropas gubernamentales en el norte del país afecte a la seguridad de las tropas españolas, que están destinadas en Bamako y Koulikoró, en el sur, pero no deja de ser un nuevo factor de inestabilidad que debía estar ya en vías de superación tras las elecciones en el país. En Líbano no ha aumentado el riesgo pero el propio ministro Pedro Morenés también ha alertado de que siempre hay posibilidad de bajas debido a los enfrentamientos fronterizos y a posibles atentados.