Por José Vallés (ENVIADO ESPECIAL A MALÍ)
Ni saben leer un mapa topográfico, ni usan radios militares. Ni siquiera saben cuántos soldados forman parte de un ejército, el de Malí, roto por las rencillas entre facciones. El general Lecointre, jefe de la misión EUTM que forma y asesora a las Fuerzas Armadas de este país, pedirá a la UE prorrogar la misión en la que España es, desde este mes, el segundo país contribuyente.
El Ejército de Malí está actualmente en una fase de total descomposición a todos los niveles, tanto en la base operativa (hombres, formación, material, cuarteles...) como en su estructura organizativa (Estado Mayor, legislación, organización...). La misión de la EUTM abarca ambos aspectos porque si en Koulikoro, a 60 kilómetros al norte de la capital Bamako, se trata de dar formación, cohesión, disciplina y espíritu de batallón a los militares que van a formar el refundado ejército de Malí, en Bamako se trabaja mano a mano con los nuevos responsables de las Fuerzas Armadas para organizar un ejército merecedor de tal nombre con una estructura moderna adaptada del sistema francés.
Vayamos a casos concretos. En Koulikoro pudimos ver a los soldados malienses leer un mapa topográfico como quien coge un libro al revés. Al principio de la instrucción es un trozo de papel indescifrable para ellos. Después de las 10 u 11 semanas que dura el entrenamiento se espera que sean capaces de moverse con él sobre el terreno. Otro ejemplo. Hasta ahora en combate transmitían las órdenes por teléfono móvil, una costumbre que conduce al desastre porque sólo se enteran el que da la orden y el que la recibe. Las clases de Transmisiones les sirven para concienciarles de que deben usar las radios militares que permiten a toda la unidad tener conocimiento de los mensajes recibidos. Sólo falta que se les equipe con esas radios. Recientemente Francia ha hecho una donación de equipos de transmisiones; así se va equipando el ejército maliense. Se espera que también tengan tiendas de campaña porque otra cosa que no sabían hacer y les enseñan en la instrucción de Koulikoro es a montar un campamento y organizarlo de una manera lógica desde el punto de vista militar.
En general la formación previa del soldado brilla por su ausencia. Para que se hagan una idea, la última maniobra del ejército de Malí se realizó en 1996. Desde entonces y hasta ahora lo que ha hecho este ejército es una vida de guarnición propensa a la corrupción y la intriga. La falta de confianza de la tropa en sus oficiales es moneda común después de que muchos mandos fueran ascendidos sólo para evitar el ruido de sables.
Pero ¿cómo organizar un ejército si ni siquiera se sabe cuántos soldados tiene? Algo tan básico como un carnet militar no existe en Malí de modo que nadie sabe exactamente cuántos soldados forman su ejército. Se estima en 12.500 pero hasta que no se cierre el censo que se está llevando a cabo no será una cifra cerrada. Con el censo desaparecerán los muertos, huidos y doblados que a día de hoy se cree que forman su ejército.
En la formación de los batallones se trabaja principalmente la idea de cohesión nacional y para eso tratan de que las unidades tengan mezcla de las diferentes etnias, aunque el proceso de selección de los hombres que acuden a la formación de Koulikoro no está bajo el control de la EUTM sino que depende exclusivamente del Ministerio de Defensa de Malí. El primer batallón de 715 hombres, el batallón “Waraba” (los leones en la lengua local Bambara), estaba integrado por 95 tuaregs. El segundo batallón, que empezó su entrenamiento esta semana y que aún está decidiendo su nombre entre "Babemba" (rey de los Malinkés, creador del imperio maliense en la Edad Media) o "Helou" que en la lengua tamashek de los Touareg significa "elefante", tiene entre sus filas 160 tuaregs.
En la función de asesoramiento al Estado Mayor del ejército maliense trabajan 12 especialistas franceses, dos españoles y un rumano. Más que asesorar se trata de reconstruir o refundar las Fuerzas Armadas y cuentan, según el general Lecointre, el máximo responsable de la misión EUTM Malí, con la voluntad de su Jefe de Estado Mayor, el general Démbelé, de sólo 42 años. Según los responsables de la EUTM la cúpula militar maliense fue receptiva a la auditoría que se realizó a su ejército y expresa voluntad de cambio. Una máxima que se repite en el cuartel general de la misión en Bamako es, sin embargo, la de no imponer las herramientas para esa renovación sino invitarles a que las usen.
El general Lecointre es optimista con el trabajo que se está llevando a cabo aunque reconoce que hay elementos que se escapan al control y a las capacidades de la misión. Uno de ellos es el pobre equipamiento las Fuerzas Armadas de Malí; otro es la corrupción, un mal endémico en el país al que no escapa en modo alguno su ejército; y finalmente el limitado tiempo con el que cuenta para trabajar. Lecointre adelantó a un reducido grupo de periodistas que pedirá a los responsables políticos de la Unión Europea la prórroga de la misión EUTM en el informe que presentará en la reunión estratégica del mes de septiembre. El concepto es, por un lado, pasar de la idea original de formar cuatro batallones a formar ocho y, por otro, poder abarcar más aspectos de la reconstrucción de la Defensa. La decisión sobre el futuro de la misión, que en principio termina su mandato de 15 meses en marzo de 2014, se decidirá en un consejo en Bruselas antes del mes de diciembre. Lecointre considera que serán necesarios tres años para completar la reconstrucción del ejército de Malí.
184 instructores de 14 países de la UE están actualmente en Koulikoro. A ellos hay que sumar una fuerza de protección y personal de apoyo a la misión que elevan el total a unas 500 personas de 23 países. España, con el reciente envío de un nuevo contingente de la Brigada Paracaidista (ya había llegado una avanzadilla) para sustituir a los legionarios en la fuerza de protección, se ha convertido en el segundo país contribuyente. El contingente español está compuesto por 76 militares dedicados a labores de protección y 33 a labores de instrucción y asesoramiento, además del segundo jefe de la misión. El Ministro de Defensa, Pedro Morenés, valoró los costes de la operación en 9 millones de euros. La Unión Europea ha cifrado los costes comunes en 23,45 millones de euros para la duración del actual mandato.