El Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD), Almirante Fernando García Sánchez, ha reconocido que la reducción de los presupuestos asignados a Defensa obliga a dar prioridad a las misiones en el exterior y a asegurar la vigilancia de los espacios de interés (control aéreo, marítimo, etc) por lo que limita significativamente el nivel de alistamiento del resto de fuerzas. Eso implica, asegura, que costaría más tiempo y dinero ponerlas en marcha si fuera necesario. Pero los ajustes también repercuten negativamente en la renovación del material obsoleto según ha indicado este jueves en un desayuno informativo (Pueden escucharlo en el vídeo).
Hace tiempo que no hay conversación con un mando militar que no derive tarde o temprano en las consecuencias de la reducción de los presupuestos asignados a Defensa y su percepción por parte de la sociedad. Igual que otros departamentos las Fuerzas Armadas también han sufrido los recortes, aunque menos que algunos de esos servicios que los ciudadanos percibimos más cercanos o inmediatos en nuestro día a día… hasta que, por ejemplo, necesitamos a la UME para rescatarnos de una inundación.
Los militares son conscientes de que la reducción en sanidad, educación y otros servicios públicos duelen más a los ciudadanos que los ajustes en Defensa, y no entienden bien que a las primeras de cambio haya muchos que reclamen aún más recortes en su área para sostener el resto de servicios. Se trata de una discusión en la que se mezcla fácilmente la demagogia, la poca transparencia y el desconocimiento de los datos. El primero de ellos, el verdadero gasto militar.
Hablar del gasto militar de España es meterse en un mundo algo complejo. Primero, porque hay gastos relacionados con lo militar que se adjudican a los presupuestos del ministerio de Industria, del de Presidencia o del de Exteriores. Segundo, porque una cosa es el presupuesto que se aprueba y otro el que se ejecuta ya que el gasto de las misiones exteriores no está incluido en el ministerio de la cosa sino en el fondo de contingencia. Y tercero, por la aprobación de créditos extraordinarios para pagar las deudas contraídas con la industria para pagar los grandes programas de armamento (PEAS) que lastran nuestra deuda.
Pongamos ejemplos. El presupuesto aprobado en 2012 para este ejercicio fue de casi 6.000 millones de euros, un 6,01% menos que en 2012, la cifra más baja desde el año 2000. En términos de PIB estamos hablando de un 0,59%, muy lejos del 2% recomendado por la OTAN, pero ese 0,59 no es real. El CNI, que antes de 2012 se incluía como gasto de Defensa, ahora lo hace como de Presidencia. Tampoco se consigna como gasto militar el de las clases pasivas militares ni algunos créditos a la industria de defensa que están incluidos en el ministerio de Soria y que organismos internacionales lo consideran gasto militar. Por otro lado, el importe de las misiones internacionales asciende a más de 700 millones en los últimos años a cargo, no del ministerio, sino del fondo de contingencia, pero sólo se presupuestan 14 millones al principio de cada ejercicio. Sumemos más: el crédito extraordinario de 1782 millones y otras partidas menores que el Gobierno aprobó el pasado año para pagar los programas especiales de armamento. Se espera que cualquier día Pedro Morenés plantee al Gobierno la necesidad de pedir cerca de 1.000 millones extraordinarios este año…
Se puede discutir la conveniencia o no de incluir estas partidas en los presupuestos de Defensa pero si añadimos a lo presupuestado los créditos, los gastos sobrevenidos y las misiones nos vamos a un PIB real del 0,8% según el cálculo para 2012 del instituto de investigación SIPRI o del 1,0% según el Banco Mundial, en cualquier caso todavía alejado de la recomendación de la OTAN, que hace sólo unos días advertía a los ministros de Defensa de la Alianza de los peligros de los recortes en esta área.
Buena parte del presupuesto original, casi el 76%, se va en gastos de personal. Los créditos extraordinarios y el fondo de contingencia desaparecen en pagar las misiones y los programas de armamento así que apenas queda un 24% para el resto de necesidades de las FFAA. Ahora que ya tenemos una aproximación a los datos reales es más fácil comparar y que cada uno valore cuál es la mejor manera de repartir el dinero.
Por Jose Vallés.