Se preguntarán qué tiene que ver Juan Bravo, noble castellano que se hiciera inmortal como líder de la revuelta de los comuneros allá en el siglo XVI, con Jorge Bravo, el subteniente presidente de la Asociación Unificada de Militares Españoles (AUME) que cumple un mes de arresto disciplinario por decir en la radio que el Ejército tiene muchos gastos superfluos que suprimir antes que las pagas extras de los militares. Pues nada, salvo el apellido y que ambos han pasado por prisión, pero alguna conexión errónea tuvo lugar el sábado en la cabeza a Ignacio Fernández Toxo.
Solidario como es, el líder del sindicato CCOO acudió a la manifestación convocada por AUME ante el ministerio de Defensa para protestar por el arresto de su presidente y para reclamar por un “régimen disciplinario digno”. Al hacer acto de aparición entre el centenar de asistentes, la mayoría militares, todos los focos y las cámaras se dirigieron a él. Toxo aseguró ser amigo de Bravo, de “Juan” Bravo, y lo repitió así por dos veces mientras detrás alguien esbozaba una pícara sonrisa… Una anécdota que pasó desapercibida para casi todo el mundo menos para nuestro compañero de fin de semana Ismael G. Uclés
Pero al margen de anécdotas la reivindicación está cobrando importancia. Aunque no fue una concentración numerosa ni contó con el apoyo de todas las asociaciones de militares, la sanción a Jorge Bravo no ha caído bien entre buena parte de los militares. Y más después de que el Ministerio de Defensa haya actuado con benevolencia en otros casos recientes de generales que se han metido mucho más allá de lo razonable para un militar en cuestiones políticas como el desafío independentista catalán. Bravo cumple arresto de un mes y un día desde el pasado 3 de abril. Saldrá a tiempo de asistir como presidente de AUME al Consejo de Personal de las Fuerzas Armadas convocado con carácter extraordinario para el próximo 6 de mayo con el objetivo de que Defensa aclare cuáles son "los límites a la libertad de expresión".
Por José Vallés