Por José Vallés. Las elecciones en Malí fue uno de los temas de conversación en el despacho de verano entre Rajoy y el Rey, según confesó el presidente. Con la victoria, aún no oficial, de IBK Malí da un primer paso en la refundación de un Estado que haga frente al yihadismo. Esa es la preocupación de la UE y de España. Una misión europea forma al dividido ejército maliense tras el golpe de estado de 2012 y confía en que respete la voluntad salida de las urnas.
Con la celebración de unas elecciones razonablemente democráticas en Malí se ha dado el primer paso para la salida de la crisis abierta en el país con la rebelión tuareg de enero de 2012 y el golpe de Estado dos meses después. La victoria de Ibrahim Bubakar Keitar, aún no confirmada oficialmente pero aceptada ya por su rival Soumaila Cissé, supone el acceso al poder de una de las dos visiones de Malí que llegaron a esta segunda vuelta y eso tiene unas implicaciones para el futuro.
El primer reto de IBK, las siglas con las que se conocen al vencedor, es hacer frente al terrorismo salafista y a la reconciliación con los grupos tuareg del norte, pero en Malí también se espera de él que sea capaz de afrontar el desarrollo de una economía hundida. Cuenta con la esperanza de una población deseosa de superar las tensiones recientes y sobre todo contará con el dinero de EEUU que ha paralizado su ayuda económica hasta que hubiera un nuevo gobierno salido de las urnas.
Pero IBK tiene una misión de largo recorrido y éxito incierto: conseguir una auténtica refundación del país, luchar contra la corrupción endémica y lograr un efectivo control civil y militar en todo el territorio. Para esto último es imprescindible la labor que desarrolla la misión de la Unión Europea EUTM Malí en la que España es el segundo país contribuyente tras Francia con 104 militares.
EUTM Malí contribuye a adiestrar batallones del debilitado y dividido ejército maliense pero también asesora a las Fuerzas Armadas del país para crear una estructura moderna y eficaz. El objetivo, además de construir un ejército del siglo XXI, es trabajar en su reconciliación tras las divisiones y luchas fraticidas que hubo en su seno durante el golpe de Estado del capitán Amadou Sanogo. Los “boinas verdes” de Sanogo se enfrentaron a los “boinas rojas”, una unidad de élite compuesta por paracaidistas, que se mantuvo fiel al depuesto presidente Amadou Toumani Touré.
El candidato derrotado en estas elecciones, el ex ministro de Finanzas Sumaila Cissé, era el menos cercano a los golpistas pues de hecho fue detenido el pasado abril por la Junta Militar que encabezó la asonada. En cambio, a IBK se le consideraba simpatizante (o por lo menos lo suficientemente ambiguo) del movimiento golpista de Sanogo. En pleno proceso de reconciliación, una de las incógnitas más importantes que pesaban y siguen pesando sobre estas elecciones es cuál será la reacción del ejército a su resultado. Con lo que acabamos de comentar habría que concluir que los golpistas de Sanogo habrían de darse por razonablemente satisfechos con el resultado. Si la voluntad de entendimiento y de superar las diferencias se ha asentado firmemente en el ejército en estos meses nada habría que temer de la otra parte. Si no es así habrá que estar atentos a cómo respiran los “boinas rojas” que en su día se enfrentaron a los “boinas verdes” de Sanogo.
En este sentido cabe tener en cuenta una consideración que afecta a la participación española en la misión de Malí. Informativos Telecinco pudo comprobar recientemente en una visita al campo de entrenamiento de Koulikoro, el lugar donde los instructores europeos de la EUTM Malí adiestran al ejército maliense, que los militares españoles entrenan para fuerzas especiales exclusivamente a soldados “boinas rojas” por decisión del Ministerio de Defensa del hasta ahora Gobierno provisional maliense. Las dos unidades de 36 soldados cada una entrenados por los militares españoles del Mando de Operaciones Especiales (MOE), salen de la formación como los mejor preparados y alcanzan una alta especialización en técnicas de comando. El Ministerio de Defensa del gobierno provisional de Malí negó entonces a Informativos Telecinco que pretendiera crear un comando especial de “boinas rojas” altamente especializado y entrenado con con ayuda de la Unión Europea y, en concreto de los instructores españoles.