Felicidad, sonrisas, besos, lágrimas de emoción… Confieso que por muchas que he visto, las imágenes de los vídeos del retorno de los soldados a casa no dejan de resultar emocionantes. La intensidad del momento que viven los militares y sus familiares en puertos y aeropuertos en las salidas y regresos de las misiones son dignos de verse para valorar su esfuerzo y sacrificio. Ayer en el aeródromo militar de Lavacolla en Santiago de Compostela se volvieron a vivir esas escenas, esta vez de bienvenida, al primer grupo de la Brilat que regresa de Afganistán. 102 militares fueron recibidos allí por sus familiares y amigos mientras otros 55 continuaron hasta Madrid, después de seis meses de estancia en el país centroasiático.
Las escenas más entrañables son como siempre las de los niños que han estado seis meses sin ver a sus padres, un mundo para los más pequeños y para sus progenitores que los ven muy cambiados.