Celeste tiene 18 años y ha llegado a casa de sus abuelos a pasar la cuarentena. Una vez allí conoce a Adrián, es su vecino de enfrente y además trabaja en la carnicería del supermercado del barrio.
Ella se fija rápidamente en él, pero Adrián no tanto. Es cuando Celeste acude al super a por carne para sus abuelos cuando salta la chispa entre los dos. Ella hace un gran esfuerzo, no puede ver la carne en el mostrador, pero es incapaz de confesarle que es vegana.
Un día reúne el valor suficiente como para presentarse ahí y decirle lo que siente por él, "no me gusta que me hayas hecho sentir como una quinceañera tonta que pierde los papeles por un carnicero", le dice Celeste ante la atenta mirada de todos los clientes del supermercado. Y continúa, "no me gusta compararme contigo porque me siento mala persona pero sobre todo no me gusta que ahora yo no te guste".
Adrián se queda callado, hasta que le dice que estaba pensando en una cosa del trabajo... Celeste, hundida se va hasta que escucha, "he pedido el traslado a frutas y verduras a la zona bio".