En sus primeros meses de casados Sonia estuvo siendo sometida a la autoridad de su marido, quien controlaba por completo el dinero de la pareja. Nadie en su entorno la creía cuando hablaba de sus accesos de ira, fuera de la casa él se presentaba como un hombre amable y culto, dejaba a Sonia como la tonta en todas las conversaciones. “En ese momento justificas, será su manera de ser”, dice ahora, arrepentida de no darse cuenta antes, “entras en una espiral que no controlas, te controla a ti”.
Tras 8 años de relación, Sonia se queda embarazada de su primera hija, Patricia. Él no recibe la noticia bien y trata a Sonia con desdén durante todo el embarazo, incluso se marcha a cenar durante el parto de la niña. Tras el nacimiento de Patricia, su padre las trata a ambas como a objetos, no muestra ningún tipo de cariño por su hija, que queda bajo el cuidado total de su madre, quien se encarga sola de todas las tareas de la casa.
Ya durante sus primeros años de vida, Patricia es testigo de las agresiones de su padre a su madre. Recuerda un episodio en particular, “de repente se levantó del piano que teníamos en el salón y cuando pasó al lado de ella, la agredió y yo rompí a llorar” explica Patricia, que en esos momentos solo tenía 5 años. Incluso en alguna ocasión, Patricia se puso entre sus padres para evitar que él pegara a su madre, "yo pensaba: 'A lo mejor si estoy yo en medio a ella no le da", asegura.
Sonia está cada vez más deprimida, apenas sale de la cama y se pasa el día a oscuras. Su marido le llama loca y amenaza con internarla en un psiquiátrico, algo que provoca en Sonia un miedo terrible a perder a su hija. Casi dos años después del nacimiento de Patricia, se queda embarazada de su segundo hijo. Los niños crecen en un ambiente cargado de violencia, son testigos de las agresiones a su madre y ellos mismos son el blanco de la ira de su padre.
El día en que Sonia tomó la decisión de dejar a su marido, sus hijos tenían 6 y 4 años con consecuencia de una nueva agresión: "Me dio varios golpes y aparecí en la otra punta del salón. Me cogió del cuello, me llevó a empujones hacia la habitación de los niños”. Esa misma tarde Sonia decide denunciar por fin a su agresor.
Patricia se negaba a ver a su padre, se inventaba excusas e incluso intentaba salir del coche en marcha de camino al centro social, “prefería matarme en ese momento que encontrarme con él”, dice Patricia. Pero todo empeora cuando los servicios sociales deciden darle la custodia completa a su padre durante tres meses en los que Sonia sería evaluada para saber si podía hacerse cargo de sus hijos. “En ese momento mi infancia acabó, me mataron en vida” asegura Patricia.
Actualmente, Sonia se ha casado de nuevo. Con 18 y 16 años, Patricia y Jesús son dos chicos sanos y felices, ambos continúan estudiando y Patricia ha decidido ayudar a otros niños que han sufrido violencia en sus hogares publicando un libro sobre ello, 'Ya no tengo miedo'. Los tres trabajan duro para olvidar y seguir adelante, aunque Sonia confiesa sentir miedo constante “Vivo con precaución. Siempre vigilante” ya que su ex marido la ha amenazado en los juicios.