La reconciliación entre Elena y Míkel tras la primera agresión fue como todas en estos casos: una luna de miel. De ese reencuentro nació su primer hijo: una niña que, posteriormente, fue testigo directo de las agresiones. La peor de ella sucedió al lado del coche, estando Elena embarazada de su segundo hijo y con la pequeña mirando por la ventana como su padre, borracho, le daba patadas a su madre.