Sonia Vivas sufrió durante años el acoso en su departamento de la policía motorizada por el hecho "de ser mujer y lesbiana". Formar parte del cuerpo había sido su sueño desde pequeña. Un sueño que logró pero que supuso una de las peores etapas de su vida por culpa de sus compañeros.
"En la sentencia se reconoce que fui hostigada (...) Creo que si hubiese sido una mujer que no hubiese sido lesbiana hubiera tenido igual menos problemas si hubiese encajado en un tipo de mujer en concreto: Si les hubiese reído las gracias, si me hubiesen ayudado a cargar la moto, si yo hubiera necesitado ayuda...", explicaba Sonia, que cree que el acoso vino derivado de la no aceptación de que ella pudiera hacer lo mismo que ellos.
Para Sonia, lo más doloroso fue ver cómo sus acosadores eran respaldados por más compañeros, que con su silencio contribuían al acoso. "Son insultos, son acciones y son corrientes de opinión (...) Generan corrientes de opinión que son mentira sobre tu persona. El agresor te insulta y luego necesita un grupo que le apoye para justificar lo que está haciendo".
Sobre esto mismo añadía la psicóloga experta en acoso Cristina Peralvo que "el objetivo de los acosadores es que tengas miedo". En el caso de Sonia, uno de sus miedos era denunciar a sus agresores, que provenían de familias importantes de policías.