Nagore Zamarreño, profesora, fue víctima de ciberacoso por parte de una alumna de 12 años. Eso la sumió en una profunda depresión y tuvo que estar de baja nueve meses. Al volver a reincorporarse a su puesto de trabajo, el colegio le comunicó que ya no contaba con ella. Tras todos estos hechos, Nagore decidió acudir a los tribunales.
La profesora considera que la responsabilidad de lo ocurrido la tenían, al 50%, la niña y el colegio, que no pudo las medidas necesarias para acabar con el problema. Por eso denunció. En el primer juicio perdió: la jueza consideró que como la menor había pedido perdón, el problema estaba arreglado. “No me lo podía creer”, dice la afectada. Nagore no estaba en absoluto de acuerdo y recurrió: en segunda instancia ganó el juicio y tanto los padres de la niña como el colegio tuvieron que pagarle una indemnización por todo lo ocurrido.
Nagore dice que no fue el dinero lo que la movió a denunciar, sino la sensación de que lo que había vivido era una injusticia. Cuando recibió la llamada de su abogado comunicándole la resolución del caso empezó a llorar de alegría: “Fueron días de mucha felicidad y de sentir que por fin se hacía justicia con mayúsculas”.
Esta sentencia abre camino a otros muchos profesores que están viviendo una situación similar a la de Nagore.