Hora sin cámaras, y sin sexo
Las tres llamadas, mítico hit de esta edición, siguen dejando huella en la casa más famosa de Guadalix de la Sierra. Si ayer hablaba de la campaña emprendida por Miguel, hoy puedo glosar el día en que Bea olvidó lo que en su día le dijo su madre y quiso dejar sin comer a Adara. “Y dices que me tienes cariño”, observaba Adara. Suerte la suya porque finalmente ha descubierto a la Bea desleal que da una cara por delante y otra bien distinta por detrás. Fue la propia Bea quien dio la clave hablando con Simona. “Hoy estás arriba y mañana estás abajo, eso ha sido así siempre”, decía Bea. Imagino que en mente tenía a la Adara que se salvaba la primera de las expulsiones y esta otra salvada solo por tres votos. Hay que adaptarse al momento y ahora corren tiempos de derribar a la que fue su verdugo cuando fue expulsada. Si no llega a ser por esa caja salvavidas haría semanas que vería desde su casa a Adara caminar firme hacia el maletín.
La revolución a primera hora de ayer vino porque sí, porque todavía hay algunos en la casa que se creen dueños y señores. Son aquellos que quieren ordenar los turnos en la prueba, los que no dan un palo al agua, pero exigen a los otros que cumplan con sus tareas y están pendientes de lo que hacen a cada minuto. Reprochan a Adara que esté haciendo huelga de tareas, pero hay algo que no me termina de cuadrar. ¿No decían que Adara no hacía nada? Si eso es verdad, ¿qué más les da que haga huelga? ¿cuál es la diferencia? No se puede hacer huelga de una tarea nunca realizada. ¿O tal vez era mentira que no hiciera nada? Todos los que vemos el directo durante horas al día sabemos que, efectivamente, no es cierto. Adara hace mucho más que Rodri, pero jamás he visto que nadie le reproche nada a don bronceado con sonrisa Profidén.
Que ahora Adara se ponga en huelga de tareas domésticas y echen en falta su trabajo pone claramente en entredicho aquello de lo que nos han intentado convencer durante semanas. Que nunca reprochasen a Clara y Fer el que se pasaran una semana entera sin hacer sus tareas resulta definitivo y definitorio de lo que pretenden. Miguel, Rodri y Bea, coreados por la entusiasta groupie Simona, han visto el cielo abierto con las tres llamadas. Pensaron que no iban a poder con ella y ahora lo ven al alcance de su mano. Creen poder tocar con las yemas de sus dedos la gloria al ver salir por la puerta a Adara. Detrás de ella iría Meri, lo decían ayer también. “¿Qué va a hacer aquí sin Adara? ¿Se encerrará en el cuarto ese y no saldrá en todo el día?”, preguntaba Miguel respecto a Meri. Tal vez expresaba un deseo, de igual modo que quiso negar un plato de comida a sus dos compañeras. Solo Alain defendió que no se puede dejar a nadie sin comer. Fue el único sensato en algo tan elemental. ¿Pero es que acaso la comida es de ellos?
Después del “todos contra ellas” de la mañana, Adara y Meri lloraban juntas y por separado. Entiendo la sensación de impotencia de Adara. Como en la fábula del burro y la familia, nada de lo que haga estará bien. Salió de viaje un padre con sus dos hijos y un burro. Al pasar por el primer pueblo, la gente comentaba: “Mirad esos chicos maleducados. Ellos arriba del burro y su pobre padre llevándolo de las riendas”. Entonces el padre pensó que no debía permitir que la gente hablase mal de sus hijos y se subió él. Al pasar por el segundo pueblo, la gente murmuraba: “Mira qué sinvergüenza ese tipo. Deja a sus criaturas tirando del burro mientras él va cómodamente encima”. El padre tomó la decisión de subirse los tres para que no notasen diferencia entre ellos. Al pasar por el tercer pueblo, escucharon a sus pobladores decir: “Son más bestias que el burro que les lleva. ¡Van a partirle la columna al pobre bicho!”.
Finalmente, el padre decide que se bajen los tres y caminar junto al burro. Pero al pasar por el pueblo siguiente no podían creer lo que las voces sonrientes decían: “Mira a esos tres idiotas. Caminan cuando tienen un burro que podría llevarlos”. Si haces te critican. Si anuncias que vas a dejar de hacer también te critican. Si dices que los otros no hacen te van a criticar igualmente. Ayer Adara cometió el error de decir que la cocina no estaba limpia (tarea de Simona). Lo que vino después fue pura rapiña. Carroñeros que han olido la sangre en forma de tres llamadas. En lo que sí se equivocaron Adara y Meri es en dejar de hacer la prueba semanal. Habrían evitado algunos comentarios si no se niegan a llevar las mochilas durante las últimas horas de la prueba, más teniendo en cuenta el escaso peso de las mismas ayer.
Adara y Meri se equivocan en muchas cosas, como todos. Su gran virtud es que no se callan, no se achantan, no se dejan doblegar. De otro modo ahora estarían aniquiladas y sin criterio. O bien opinarían algo distinto a cada rato y dependiendo de la persona que tuvieran delante, como hace Bea. Gracias a la cabezonería de estas dos no estamos ante un rebaño obediente. Son disidentes de la obediencia y el “sí, señor”. Enemigas de la uniformidad y el seguidismo. Incapaces de hacer la pelota y ganarse con ello un trato de favor. Rodri lo tiene, porque puede comer huevos con atún para desayunar y no pasa nada. Porque no pega ni chapa y nadie se lo hace notar. Y, por si fuera poco, ni siquiera cumple en la hora sin cámaras que tuvo anoche con Bea.
Ha sido la hora sin cámaras más desangelada y más de cara a la galería que nunca hubo. Todo lo que hace esta pareja va acompañado de la exposición pública en el ‘confe’. Capaces son de ir a eructar delante del ‘súper’ para que quede constancia. Lo de ayer fue un eructo en toda regla, en el sentido de faroleo ufano y ostentoso. Se jactaron vanamente de una hora sin cámaras para la que hasta el programa facilitó a Bea lo que había pedido: una gorra de policía y unas esposas. Iban de farol, porque con esos aditamentos cabría esperar una hora de pasión amorosa y sexo desenfrenado. ¿Hubo algo de eso? Parece ser que no. Por lo que sabemos, Bea tendrá que confiar en la promesa hecha por Rodri de que fuera lo catará.
Me parece un tema embarazoso por lo que voy a intentar salir de aquí pronto y con cierta elegancia. Ya había avisado Rodri de que no quería hacer nada dentro de la casa. Supongo que Bea no pensaba lo mismo, pero es lo que hay. Teníamos constancia de que a Rodri le cuesta levantarse, ahora ya sabemos que a su pequeño soldadito también. ¡Cáspita! Me temo que no era esta la mejor salida. No sé si puedo arreglarlo diciendo que Bea demuestra en momentos como el de anoche su innegable cariño por Rodrigo. Aunque ya sabemos que detrás de toda pareja concursante de Gran Hermano hay un maletín esperando. ¡Mierda! Creo que no tengo escapatoria. Solo decir que Bea se acostó enseguida y sin avisar. Sola. ¿Por qué será? Y ahora cambio de párrafo y negaré siempre haber escrito este.
No superaron la prueba de las mochilas. Les permitían tres fallos y tuvieron seis. De las palabras del ‘súper’ se colige que algunos fallos fueron muy momentáneos y no los tuvieron en cuenta. Ayer mismo, mientras Bea y Rodri criticaban con toda la razón del mundo a Adara y Meri por no ponerse las mochilas cometían dos de los seis fallos. Bea sujetaba los bastones de la elíptica y Rodri se sujetaba sucesivamente en dos lados del andador, uno a la altura de sus manos y el otro en la parte de arriba. Las pruebas son una labor de equipo, como se encargó de aclarar el ‘súper’ ayer, por lo que es el equipo al completo el que las pierde. Creo que no pillaron la reflexión, que probablemente pretendía prevenir lo que inevitablemente vino después. Todas las culpas fueron a Adara y Meri, incluso recordaban con claridad algún error de esta última. ¡Qué cosa más curiosa! Ni un error propio reconocido. Solo Miguel aceptó haberse apoyado una vez. Alain lo negaba y afirmaba que no se llegó a sentar.
No creo que les importe mucho haber perdido la prueba porque tienen mucha comida. Esto dijo Alain el otro día, cuando vio amenazados sus huevos. Los que se prepara en el desayuno, quiero decir. Por tanto, adelante con los faroles. Una lástima que no les pusieran un vídeo con los fallos de prueba. Hubieran podido comprobar que el grupo ha perdido la prueba no porque unos hayan acarreado con las mochilas durante más horas que otros, sino porque todos han cometido errores y se han apoyado alguna vez. Hasta los seis errores me parecen pocos. Diría que solo de ayer salen tantos como esos. Pero claro, echaron las culpas a las de siempre.
No podrán con Adara y Meri, pero algo están consiguiendo. De momento, consiguen que se aíslen cada vez más para poder hacer lo que quieran. Es como cuando un adolescente está deseando que sus padres salgan un rato para ser el rey de la casa. Mucho mejor si se van unos días de vacaciones y al no tener testigos puede hacer lo que quiera cuando le parezca bien. Algo así pasa con los vestigios del que fuera grupo mayoritario, que seguirá teniendo una importante mayoría numérica todavía este jueves. Ayer se valieron de su posición de dominio para sacar de El Club unas natillas de chocolate o similar para Simona. Es sabido que no pueden sacar comida de El Club. Adara y Meri llevaban desde por la mañana en el dormitorio y ni se enteraron. Se va entendiendo la historia, ¿no? Deberían de castigar a los miembros de El Club que no cumplen con sus reglas.
Durante la fiesta nocturna se calmaron los ánimos. Los miércoles previos a las nominaciones han dado paso a los martes previos. Supongo que le tienen tomada la medida a las fiestas y saben que son el momento propicio para ese ejercicio de evitación del voto. Así vimos a Miguel departiendo amigablemente con Adara ante el pasmo de Rodri. Luego resumía Miguel sus buenas intenciones al hablarse con el enemigo improvisando la siguiente pregunta, que bien podría ser de Coelho (o mejor): “¿Crees que un pájaro puede amar a un pez?”. Puedo asegurar que cuando dijo “pájaro” no miraba a Rodri. Nada más volver del apartamento tras no consumar su hora sin cámaras lo primero que preguntaba este concursante es qué había pasado para que hubiera tan buen rollo. Cuando el buen ambiente ofende hay que hacérselo mirar.
Y es que, claro, Rodri no piensa en nada más que los vídeos de su día glorioso. ¿Para qué buen rollo? Le basta con imaginar que es protagonista de la gala por la hora sin cámaras. No en vano lo prepararon todo para que fuera ayer martes, y dar tiempo para que monten los vídeos. Es que están en todo. Rodri pasando del buen rollo, Meri perjudicada por el brillo de las copas, Bea acostándose pronto para ver si sueña con una hora distinta, y Simona ajena a todo intentando montar el pollo como fuera.
Lo de Simona no tiene nombre. Prefiero un dolor de muelas. Menos mal que estaba Alain devolviendo pelotas al fondo de la pista. Impagable la sensata labor de contención del francés, que sujetó un par de veces a esta chica con gran autoridad. Primero quiso saltar porque Adara y Meri habrían borrado unas fotos suyas en la tablet. Con tino le hizo ver Alain que tienen dos tablets y esas fotos podían estar en la otra, como así fue. Tantas ganas tenía Simona de armar follón que le dio Alain la tablet y no era capaz ni de hacerla funcionar. Poco después Adara acostaba a Meri y Simona quería ir a decirle que eso le había pasado por robar alcohol. Luego vimos y supimos que el alcohol lo había escondido Alain. Con razón se apresuró a volver a sujetar a la fiera. Triste papel el de Simona. Y el de Alain.
Moleskine del gato
Por fin cerraron un dormitorio. A partir de anoche duermen todos en la habitación cuadrada, donde la noche anterior solo había estado Adara, puesto que Meri tuvo que pasar la noche en la tienda de campaña junto a Alain por la prueba. Imagino el descontento del grupo mayoritario por tener que irse al dormitorio de sus bestias negras.
Adara lloraba ayer recordando a Bárbara. Sigue echándola de menos y no ha dejado de sentir dolor por el hecho de que no se despidiera de ella. Hubiera sido sensacional que Bárbara desde plató le dijera a Adara que quiso evitar la despedida con la única persona que podía hacerla cambiar de opinión. Eso no mitigaría del todo su pena, pero sí la tranquilizaría bastante.
Miguel anoche se quedaba levantado cuando todos iban a dormir. A Rodri le dijo que se estaba tomando un yogur y luego iría. Se notaba que algo estaba tramando en su mente. Un rato después vimos lo que era: había decidido raparse. Como si de una psicofonía se tratara, mientras veíamos el rostro dormido de Alain con las cámaras infrarrojas, se pudo escuchar una voz relativamente lejana: “¡Soy libre, soy libre!”. Esto es de locos, amigos. Igual pretendía con el numerito superar al vídeo de la hora sin cámaras. Si él supiera…
Y ya no estoy.